Lo que nos faltaba, el Papa. Película repetida, pues desde la Independencia, en Venezuela se han enfrentado la República y la iglesia católica, aliada incondicional del poder colonialista. Tan poderosa que logró que en la Constitución de 1811 se declarara la religión Católica, Apostólica, Romana, religión "del Estado, y la única, y exclusiva de los habitantes de Venezuela" y se prohibiera "en todo el territorio de la Confederación ningún otro culto". Afortunadamente otros protagonistas de nuestra historia defendieron el carácter laico del Estado, entre ellos el oligarca liberal Antonio Guzmán Blanco, quien limitó oficialmente la injerencia de la iglesia en la vida política y civil de los venezolanos.
Sin embargo, ello no ha impedido que las autoridades eclesiásticas, escudadas en prédicas hipócritas de paz e igualdad, sigan contribuyendo a cimentar el dominio y la hegemonía cultural del poder estadounidense. Muestra reciente de ello, la condena a la teología de la liberación. Más reciente aun, la posición beligerante de la Conferencia Episcopal Venezolana contra el proceso revolucionario bolivariano.
Por ello, nada tiene de extraño que en el momento en que el gobierno estadounidense y el capital sionismo internacional arrecian sus agresiones contra los gobiernos y las uniones antiimperialistas de América Latina, haya sido electo el primer pontífice latinoamericano, el Papa Francisco. ¿Casualidad? o ¿Asignación de una tarea regional similar al papel jugado por el Papa Wojtyla contra la URSS?
Resulta imposible que el poderoso Estado Vaticano y el Papa Francisco, quien por lo demás es infalible, desconozcan lo que ocurre en el mundo y en nuestra región (que es la suya). Estoy segura que están al tanto de la situación de Venezuela, así como de la gravedad del Decreto Obama y del vergonzoso proyecto de amnistía criminal aprobado por la mayoría golpista que controla la Asamblea Nacional. Sin embargo, se inmiscuye en nuestros asuntos y pide que Jesús ilumine a quienes "tienen en sus manos el destino del país" para que trabajen "en pos del bien común"
Es lógico que el imperio juegue esta carta, pero que nosotros le hagamos caso, no lo es. Los venezolanos tenemos que tener presente que Venezuela es un país laico y que el artículo 59 de la CRBV, donde se garantiza la libertad de religión y de culto, cierra señalando "Nadie podrá invocar creencias religiosas para eludir el cumplimiento de la ley ni para impedir a otro u otra el ejercicio de sus derechos".
Es decir, que nadie – incluyendo el Papa - puede utilizar su autoridad religiosa para llamar a un diálogo imposible entre quienes luchan por la equidad, la justicia, la paz y quienes pretenden impunidad y atropellan los derechos de las víctimas de delitos que han propiciado y cometido desde 1999.