Soy autista porque tengo sentimientos. Soy autista porque sufro ante las injusticias. Soy autista porque mi familia llora ante tantas adversidades. Soy autista porque en lo profundo de mi ser comprendo la maldad de los seres. Soy autista porque mi alma no admite hipocresías ni mentiras. Soy autista porque sonrío al ver jugando a los animales. Soy autista porque rechazo la destrucción de la naturaleza.
Soy autista porque comprendo y analizo los procesos que envuelven mi realidad con el silencio de la sabiduría. Soy autista porque mis pensamientos demandan un mundo mejor que otros ejecutan en sus podridas acciones desde sus posiciones de poder.
Soy autista porque mientras mis espacios están llenos de colores y figuras geométricas, los espacios de otros están llenos de corrupción, avaricia y violaciones contra las leyes. Soy autista porque en mi profundo remanso de sueños, mi vida se encuentra llena de amor, esperanza y sentidos por el bien, mientras que aquellos que me rechazan se han convertido en piltrafas del sentido humano.
Soy autista porque aunque mi silencio no comunique serviles discursos ni hipócritas aplausos, me basta una mirada para trasmitir sinceridad, aprecio y tolerancia que otros, cuales criticastros condenan en mí, para justificar la bazofia de sus errores.
Soy autista porque esa condición no me impide comprender los fenómenos políticos, económicos y sociales que rodean mi existir, mientras en contrario, otros en su miseria humana, sólo comprenden el cómo robar a una república y maltratar a un pueblo que no encuentra alimentos ni medicinas.
Soy autista porque no necesito las palabras para establecer diálogos con la esencia de la vida, vida que otros me quitan en las calles y avenidas con la impunidad de un Estado cómplice en delitos y con zascandiles jurídicos.
Soy autista porque mi existir no está sujeto a la redención del pensamiento de otros. Soy un ser que piensa más allá de mezquinas acciones para aferrarme sobre un poder que yace moribundo. Por eso soy autista.
Soy autista porque veo el sol salir con la luz que alumbra el gentilicio de un hermoso país, pero que rechaza las máculas de quienes amparados en el manto del odio, pretenden llevarme por ese camino.
Soy autista porque no veo la vida bajo esquemas de falsas visiones de respeto "mutuo", sino veo un mundo en donde la justicia social respete las condiciones de limitaciones de todos los niños, adolescentes y personas.
Si por ser autista debo ser condenado, pues entonces que la historia me juzgue ante quienes me señalan como tal. Prefiero ser autista que afectado por la prosopagnosia¹ de quienes dicen vivir su "verdad". A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.