¡Alerta!: Con los precios de mis bachaqueros no te metas, Maduro

Así como los consumidores de mayor poder económico, a quienes les da asco ir a los Barrio Adentro, a los mercados a cielo abierto y más todavía a los Pedvales y Mercales[1], le pegaron al Farmacéutico Eduardo Samán por su mejilla un paquete de arroz cuando regulaba los precios injustos de los lujosos supermercados, asimismo hoy la misma gente que prefiere precios caros que parecerse a los más pobres, que les disgusta las mejoras de los antiguos marginados porque les recuerda su feo y humillante-hoy-tipo de trabajo de sus ancestros, esos consumidores, decimos, se alegra, aunque masoquistamente sufra, con los elevados precios de los bachaqueros.

Subliminalmente, aprovecha esa situación para cargarse inútilmente de la esperanza de salir de Maduro, un funcionario con una preparación autodidáctica envidiable y muy enorgullecido por su antiguo oficio de chofer, cuestión que les tuerce el corazón de los escuálidos porque ellos no quieren estar subordinado a un obrero[2], sino a un mantuano catirito y todo, como el que sus queridos ancestros conocieron. De allí que no está de acuerdo con acabar con este criminal sistema comercial y añora volver al pasado que no volverá. De allí que "con mis bachaqueros no te metas, pedazo de negro obrero y que hasta burro y colombiano serás", como sitos los andinos fronterizos nuestros no fueran colombianos de corazón.[3]

19/04/2016 07:57:13 a.m.


[1] Propiedad que viene caracterizando a los alienados descendientes del personal doméstico y artesanal, de los antiguos y centenarios mantuanos o dueños de los valles de Carabobo, hoy conocidos con el remoquete de escuálidos por ser minoría y por sufrir de ceguera cerebral para no ver que son ellos, quizás, los más beneficiados con la presente Administración. Las pensiones que hoy cobran con religiosidad nunca antes conocida y ajustadas al salario mínimo, que, si bien son un derecho, antes también lo eran y además de pensiones miserables recibían los famosos chorros de las ballenas de la Alcaldía "aquella", y eso que sólo lo sufrían los pocos que la recibían porque los patrones de antes se robaban las cotizaciones; esto deben reconocerlo aquellas personas hoy enceguecidas y que tal vez por su edad como pensionados o ancianos suelen olvidar muchas cosas, aunque los matrimonios jóvenes escuálidos también no terminan de ver ni entender que el gobierno trabaja, particularmente para el mejor futuro de sus hijos a quienes, al parecer, no los quieren mucho como aparentan hacerlo.

[2] Esta voz deriva de opus, del latín que heredamos por vía española como raíz básica de nuestro importado idioma español que, por cierto, sigue dominándonos ante el exterminio de muchas lenguas autóctonas americanas de Mesosuraramérica, por parte del invasor primo aburguesado y recién salido de la anquilosante Edad Media con todas sus taras que conocemos. Los invasores colonialistas borraron muchísimas lenguas autóctonas de milenaria procedencia y manufactura. El valor de una lengua no tiene precio, pero a esos invasores no les importó ni una sucia peseta para nada. Lograron asimismo edulcorar o sobarle el ego, por ejemplo, a un Andrés Bello, precoz y servil por antonomasia y quien con mucho denuedo y cientificidad contribuyó-lo hemos dicho- a la universalización de esa lengua opresora, como opresora es hoy el inglés y ayer lo fue el francés. Hoy, hasta la TVN suele pasarnos documentales de supuesto contenido revolucionario en lengua inglesa y con subtítulos en mala traducción y marcada ilegibilidad lo que supone que subliminalmente esos documentales vienen envenenados en sí mismos; de allí la baja censura que reciben porque además son mercancías de producción y distribución muy rentables para directores y productores. Una Ópera, por ejemplo, es una simple obra de equipo musical; hacer una buena obra es hacer unas alpargatas de talla cómoda y bella estética, y a las cuales, por cierto, las sifrinitas seudoescuálidas, las que no tienen con qué pagarse unos zapatos de verdad, que les cubran sus delicados pies y se ven obligadas usar esas chancleticas que engarzan en sus gorditos dedos de sus píes, las están refiriendo a las bellas , y más duraderas y mucho i más baratas que aquellas, pero, su alienación de ligar alpargatas con pobres les impide hacerlo y ahora sus pies no le duran limpios más de ½ cuadra y corren el riesgo de dejara la uña grande pegada al primer peñasco que hallen en nuestras sucias calles llenas de escombros por sus irresponsables ciudadanos.

 

[3] Los estadísticos demográficos nacionales nos hablan de unos 6MM de ciudadanos colombianos residentes en Venezuela y que siguen creciendo por sus alianzas matrimoniales con venezolanos y venezolanas. Ese dato estadístico, decimos, se queda corto y debe revisarse para que se recoja la innegable condición colombiana que caracteriza de hecho a ​buena parte de ​la vecindad fronteriza del occidente de Venezuela.



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Manuel C. Martínez


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