Mundial de Juegos Cooperativos

El desenlace final del actual mundial de fútbol, es predecible. Hay quienes se atrevieron a hacer pronósticos, incluso antes que comenzaran los partidos. Son capaces de apostar la vida si fuera necesario. Pero, algo será inevitable, pues así lo establecen las reglas del juego que hace vibrar de emoción a millones de corazones y de mentes bien esclarecidas. Habrá un solo campeón mundial. Sólo uno será el ganador. Los eventos deportivos competitivos, seguramente datan desde que algún ser humano comprendió que otros seres humanos disfrutaban, y continúan disfrutando, de la derrota de sus adversarios ¿A quién no le satisface ver derrotado a su oponente? Quien esté libre de pecado que lance entonces la primera llamarada a favor de lo que aquí proponemos: El Mundial de Juegos Cooperativos. Unos juegos donde todos seamos ganadores. O por lo menos, la gran mayoría.

Donde el valor que se nos inculque no sea la competencia sino el valor de la sonrisa compartida, la cooperación y la solidaridad, entre seres humanos que soñamos con un mundo mejor. Lo otro: el deporte competitivo, los juegos nacionales y mundiales a los que nos han acostumbrado, refuerzan el perverso espíritu de competencia que tanto daño le ha hecho y le continúa haciendo a la humanidad. Competimos entre dos sistemas: el capitalista y el socialista. Competimos entre connacionales y nos salimos del juego cuando se afectan nuestros intereses. Competimos para ganarle la guerra al país invasor o para someterlo a nuestros designios ¡Como si en una guerra existiera un ganador! Competimos para sacar a Chávez del poder o para mantenerlo, cueste lo que cueste. La vida, parece un sin fin de apuestas, en el que siempre hay un ganador y uno o varios perdedores. Lo reforzamos con las loterías y los juegos de envite y azar. No hay un solo gobernante revolucionario en nuestro país que haya eliminado alguno de estos juegos, por el contrario, los han fortalecido.

Prevalece el valor del dinero por encima del valor social y humano. Se olvidan, como nos lo recordó una vez Albert Eisntein que ¡Dios no juega a los dados! ¿Estamos predestinados a vivir este juego entrópico que parece llevarnos, al final de la Historia, a que toda la especie humana pueda perder el reto de la sobrevivencia? Estas y muchas otras reflexiones vinieron a mi mente en estos días cuando disfrutaba, como cualquier otro mortal que se deja seducir por el ambiente competitivo, los colores de la pantalla chica, los comentarios y las voces emocionadas que gritan al unísono ¡Goooooooooooooooool! Me puso a pensar, además, la siguiente anécdota: Cuentan que hace unos años en Seattle, en unas Olimpiadas Especiales para niños con discapacidades, sus participantes, con "deficiencias mentales", se alinearon para la carrera de los 100 metros planos. A la señal de partida, salieron disparados para dar lo mejor de sí y ganar el premio. Uno de ellos tropezó, cayó al suelo y comenzó a llorar. Todos miraron hacia atrás y se detuvieron ¡Todos! Se voltearon y fueron en auxilio del niño. Una niña con síndrome de down, se arrodilló, lo besó y le dio ánimo para continuar la carrera. Le dijo: "Listo, ahora vas a ganar…"

Entonces, inesperadamente, el resto de los competidores entrelazaron sus brazos y todos, juntos, llegaron a la meta. El estadio se puso de pie y vibrando de emoción, los asistentes al evento aplaudieron, con lágrimas en los ojos, este sorpresivo gesto de solidaridad. Esto nos recuerda que lo importante no es siempre ganar individualmente, sino disfrutar los triunfos en colectivo. Es ayudar a los demás a vencer sus obstáculos, aunque esto nos obligue a detenernos y cambiar de rumbo. Ojalá, este espíritu de hermandad, sea una inspiración para quienes dirigen el deporte y podamos disfrutar, con la misma alegría y antes de que sea tarde, la realización de Nacionales y Mundiales de Juegos Cooperativos. Pues, lo que ahora vivimos es pura fantasía: pregonar la cooperación y practicar la competencia.

Prof. Jubilado de LUZ
hugomoyer@hotmail.com


Esta nota ha sido leída aproximadamente 4601 veces.



Hugo Moyer Agostini*

Ing. Químico (1975). Postgraduado en Macroeconomía, Planificación y Creatividad Aplicada Total. Profesor Titular jubilado de LUZ (1997). Presidente Honorario de la Escuela Latinoamericana y Caribeña de Ciencias y Técnicas de Gobierno (ESCOLAG). Ha sido el primer Director del Instituto Zuliano de Estudios Políticos, Económicos y Sociales (IZEPES) y del Centro Latinoamericano de Altos Estudios de Gobierno (CELAEG) Ha sido asesor de Rectores de varias universidades, Alcaldes y Gobernadores, así como de la Presidencia de PDVSA y PEQUIVEN. Vive para la POLÏTICA y se resiste a vivir de la política.

 escolagzulia@gmail.com

Visite el perfil de Hugo Moyer Agostini para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: