Entre muchos puntos en común, si nos pusiésemos a hurgar con detalle consecuentes en las vidas de Armando Reverón y de césar Rengifo, es obvio que resalta en ambos la militancia en el ejerció del oficio de pintores. Venezolanos, habitantes del mismo siglo -al menos en su primera mitad, pues Reverón nació en 1889 y murió en 1954, mientras que Rengifo en 1915 y muere en 1980- llevan aparejadas preocupaciones sociales, aunque son más visibles y expresas en este último, quien abraza el realismo social, en tanto que el primero se centra en la luz e imaginación onírica para sus pinturas.
Más allá de los estilos de vida y las opciones puntuales, que hacen de Armando Reverón un creador alejado siempre de las rutinas y enfrentado a todo conformismo, en tanto que César Rengifo, con rasgos similares en su obra, se asume conscientemente militante comunista, ambos pintores dedican toda su vida a prefigurar un paisaje común en el que puede observarse claramente la imagen de la humanidad liberada y amorosamente igual.
Reverón ni Rengifo aspiraron jamás a convertirse en ricos con el arte que cada uno producía. Eso les hacía converger en una esfera creativa de auténtica desalienación, tal como lo entendía el filósofo venezolano Ludovico Silva al referirse a artistas e intelectuales, quienes "porque su trabajo requiere de un ejercicio constante de conciencia, es difícil que no intuyan cuando son explotados ideológicamente" (Ludovico Silva. La plusvalía ideológica. Caracas, UCV. Ediciones de la Biblioteca. 1977).
Esa "intuición" que llevó a nuestros artistas a converger en un mismo propósito liberador, a través de sus expresiones artísticas, aunque no se conocieran entre sí, nos empuja a decir que ambos pintaron el mismo paisaje de lo que hoy pudiésemos denominar, en un acto conciente y reflexivo, la Patria socialista (en ese tono poético en el que lo supo pronunciar otro artista plástico, tal vez más incipiente, llamado Hugo Chávez Frías).
Lo cierto es que este martes 10 de mayo de 2016, más allá de sus particulares circunstancias, de sus pensamientos y sus voces explícitas o no, Reverón y Rengifo entran con sus restos inmortales al Panteón de los héroes de la Patria y se juntan con nuestros libertadores que en diversas epopeyas nos han ido acercando a los tejidos de libertad de la vida socialmente nueva. Son los patriotas de la épica y los pinceles llenando de luz o de ancestral Amalivaca lo que somos, nuestra soberanía forjada de saber lo que fuimos y también lo que queremos ser, en este mismo camino de independencia.
Armando, César y el paisaje común de la Patria socialista, son hoy, para las generaciones presentes, en lucha y construcción, la más importante referencia para entendernos y entender, que en el campo simbólico tenemos un ejército de soldados a quienes comanda la abnegación, constancia y entrega de dos gigantes de nuestra plástica y de nuestras artes. Armando Reverón y César Rengifo, ahora en el Panteón de nuestros héroes, ¡Honor y Gloria eternos!