Los combates proletarios en los EEUU a partir de la 3ª década del siglo XIX, culminaron en la gran huelga que en Chicago signó los iniciales días de mayo de 1886, hace ahora 130 años, con rasgos de heroicidad y vileza marcadores de historia.
Heroicidad de parte de los obreros y unos dirigentes magníficos, vileza del estamento burgués con sus periódicos, gobernantes, policías y tribunales impregnados de odio clasista y antivalores humanos.
El objetivo central era la disminución de las jornadas de 14 y 12 horas (y hasta 16 o 15), junto a reivindicaciones atinentes a las condiciones laborales y de vida infrahumanas. Primero hacia 10, luego hacia 8, cada tramo horario conquistado costó ríos de lágrimas, sudor y sangre y fue templando el espíritu de lucha social de la época.
La huelga general de mayo de 1886 tuvo su trágica incidencia en Chicago. La represión culminó allí con el sospechoso estallido de una bomba, varios policías heridos, uno mortalmente, y 38 obreros muertos, 115 heridos de seriedad y centenares detenidos. Se responsabilizó a personas inocentes y se las condenó, 5 a muerte en la horca y 2 a prisión perpetua.
Son los Mártires de Chicago. Su pasión conmovió al planeta y llevó a la proclamación del 1° de Mayo como Día Internacional de los Trabajadores.
Sus discursos al pie del patíbulo, con fuerza similar a la que vibraría después en el Reportaje de Julius Fuscik, el insigne militante checoslovaco victimado por los nazis, tocan lo más hondo de todo espíritu honrado y testimonian la grandiosidad humana de quienes asumen una idea de justicia y la valoran más allá de la vida.
La jornada de 8 horas se fue estableciendo en el mundo desde entonces.
Hoy se conmemora el Día en Venezuela con un presidente obrero al frente de la lucha y un programa coherente, idóneo para vencer una crisis amasada en razones internas, componentes externos e inducción política perversa.