Ni una crisis humanitaria porque la gente está muriéndose de hambre en Venezuela como pretende la derecha más extrema, ni estamos en el paraíso que VTV y los medios públicos, en general, pretenden vender a través de propaganda que parece hecha en los mismos laboratorios en los que se hacen propaganda negra contra Venezuela.
Ni los gobernantes y dirigentes del PSUV y de la Revolución son iguales a la pandilla de ladrones de la cuarta república donde fueron notables los presidentes borrachos y los que pusieron en boga el "barraganato"; ni tampoco son ellos carmelitas descalzos impolutos libres de toda culpa, émulos de Diógenes de Sinope quien hizo de la pobreza extrema, como forma de vida, una virtud.
Ni el Legado ha desaparecido del todo y estamos ya en manos del imperio, como acusan muchos de los que antes, cuando el petróleo estaba a 100 dólares y Chávez estaba al mando, guardaron oportuno silencio; ni el pueblo comprende del todo porque un empresario con sus fórmulas es quien con políticas más próximas al capitalismo convencional va a ayudarnos a salir del atolladero en el que nos encontramos en estos momentos.
Ni el gobierno de Nicolás ha sido todo lo eficiente y oportuno en atender las necesidades del pueblo; ni los bandidos de la derecha que hoy acusan al gobierno de incapaz y corrupto son los que de verdad tienen un proyecto en favor de las grandes mayorías del país.
Ni necesitamos que quienes pretenden ponerle la mano nuevamente a la riqueza petrolera venga a intervenir en nuestra política interna y en nuestros asuntos; ni es verdad que es indispensable que la Golden Reserve y otras trasnacionales vengan a devastar la biodiversidad en Guayana, como erróneamente lo aprobó el gobierno nacional.
Ni es verdad que el Guri se paralizará mañana por la ineficiencia del gobierno, ni tampoco es verdad que en estos 17 años de revolución se ha hecho todo lo que hace falta para evitar la dependencia de una fuente hidroeléctrica única y para modificar la cultura del derroche energético que por décadas ha prevalecido en un país donde si algo todos sabemos es derrochar lo que sea.