Balzac secuestrado en Caracas

Primero debo aclarar que de Balzac solo sé aquello que escribió Ludovico (Luis José Silva Michelena) en ese pequeño libro que magistralmente tituló "Contracultura", tesis que tanto defendió como filósofo (el poeta caribeño), pero que desafortunadamente no hemos logrado entender aun, y que constituye entre otros irracionales desencuentros, la tragedia de la cultura que hoy acogemos como nuestra. Mucho menos sé de literatura francesa, lo que fundamentalmente construyó este aventajado escritor. Lo digo con respecto a su metrópolis, a sus contemporáneos, a su tiempo, que por fortuna no son los nuestros, hablando en términos culturales; por lo tanto, no pretendo impresionar de erudición de ninguna especie, citando aquí a escritores franceses y sus obras para chapear intelectualmente; por el contrario, el hacerlo constituiría una contradicción inorgánica a lo que estamos tratando de organizar en el campo conceptual, y que hemos llamado: "Pensamiento cultural de la Revolución Bolivariana". Dicho esto, puedo expresarme con libertad sobre Balzac (con el debido respeto y con la debida distancia), sin que ello signifique nada más allá de él, de nuestro bagaje cultural como pueblo, ni mucho menos de quien escribe.

Resulta que cuando Balzac abandonó Paris transformado en pieza artística a través de la rigurosidad expresiva de Rodin, para mostrarse altivo, respirando los nuevos aires que de alguna manera buscó incesantemente en su imaginación y que finalmente encontró en una pequeña plaza, al lado del antiguo Ateneo de Caracas, no pensó que el destino le repetiría la alta dosis de ansiedad que le aplicó durante toda la vida, pues los acontecimientos que suponía, debían obedecer a su proyecto existencial, jamás dependieron de él, sino de sus implacables acreedores, los que hasta estas tierras de libertadores y libertadoras, lo persiguieron, esta vez conformados por un grupete de auspiciosos representantes de la burguesía caraqueña (Álvarez Stelling, Alba Revenga, Irene Sáez y José Eduardo Mendoza, entre otros), quienes con sus grotescas ambiciones lo secuestraron en aquel pedestal para el prestigio intelectual propio y el de su clase, enclaustrada en la torre de marfil que habían construido de espaldas al pueblo, a pesar, y sin sospecharlo siquiera, que el creador francés, sufría literalmente de nauseas ante la presencia de la fauna mercantil que ellos encarnaban.

El marchante que lo despachó de Francia, desde una lúgubre oficina aduanera, lo sentenció a un irremediable regreso, como si se tratase de una vulgar moneda de alta rotación que, egresada de las bóvedas de un banco, luego ingresaría a esta, al final de la rueda de negocios diaria, no porque el negociante francés fuese adivino o todopoderoso en el mercado del arte mundial, ni porque las torpes burguesías del "nuevo mundo" no entendieran jamás su papel en la arquitectura del capital trasnacional, sino porque sabía que al final, esas ciegas y desorientadas olas de arribistas burgueses, tenían como centro de sus intereses económicos y culturales, a Paris, a la que correrían a guarecerse ante cualquier amenaza por un simple complejo de inferioridad cultural.

De la Caracas contemporánea han desaparecido consuetudinariamente un sinfín de obras de indudable valor artístico que pertenecían al patrimonio público. Estas piezas eventualmente, aparecen en las colecciones privadas de esta burguesía acumuladora para su desgracia espiritual. El caso de la réplica de El Balzac de Rodin es una de ellas. Honoré pudo alcanzar la paz que tanto añoró entre los aires revolucionarios del Socialismo del Siglo 21, y pudo ser reivindicado en su integridad como persona, e ir a descansar definitivamente a su Tours natal, cuando los caraqueños lo repatriaran saldando las deudas de justicia para con la identidad de la ciudad. Sin embargo, a pesar de la experiencia, no contó con la codicia sin límites de los que se creían dueños del aquel ateneo. Miguel Henrique Otero y su esposa Ramia, cargaron con esta mercancía e hicieron a título y para su peculio personal, lo que la historia debió hacer en nombre de la humanidad. Balzac sigue luchando contra las aberrantes relaciones capitalistas que aun hoy lo mantienen prisionero en una triste casa de Paris, esperando que la Revolución Bolivariana y el chavismo mundial le devuelvan el sosiego al que tiene derecho.

 

El chavismo es emancipación cultural



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Milton Gómez Burgos

Artista Plástico, Promotor Cultural.

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