¿Qué necesitamos?, Súbditos o buenos servidores públicos

Al mejor estilo de las brujas preguntándole al espejito quien es la más bonita, así le ocurre a muchos de los gerentes públicos y autoridades gubernamentales elegidas por medio de la voluntad popular a través del sufragio. Los expertos en imágenes y asesores políticos dieron pie a la creación de grandes monstruos que derivó en un efecto al que me atrevería llamar neogerencia pública narcisista. A escala intermedia, nuestros servidores públicos identificaron una manera más expedita para alcanzar otros niveles de mejoramiento laboral dejando atrás los buenos oficios administrativos y disciplina al trabajo, requeridos para una gestión transparente y de gran alcance. Esta manera de acceder a nuevos escalafones se articula a un proceso de adulación continuo, dejando atrás el reconocimiento profesional del individuo como jefe, busca centrarse en enaltecer su forma de hablar, como vestirse, su carro, su gusto culinario, entre otros elementos vinculados amenidades urbanas, alejándose de la verdadera función gerencial. Esta estrategia logra congregar muchos practicantes, olvidando el espíritu de cuerpo que se le debe impregnar a una orden, apegada a la buena costumbre y valor gerencial.

Cuando el alimento del ego, es la irracionalidad sus actos son catastróficos, bloquean el profesionalismo y convierten el comportamiento en una suerte de teatro, teniendo al Super YO, como primer actor. El problema es que las sugerencias para el avance son ignoradas, muchas de ellas derivadas del conocimiento empírico acumulado a lo largo del tiempo. Sus tesis son únicas, no hay espacio para la equivocación y si no lo aplauden las miles idioteces que dicen, producto de las malas asesorías chirrean como niños. Estos gerentes son los responsables apocalípticos del ejercicio gubernamental, pretenden ser especialista en todas las áreas, tomando decisiones que suelen romper procesos previamente establecidos y capaces de dar excelentes resultado, la tesis revolucionarias plantea la necesidad de cambio, pero esta acción se hace para mejorar los resultados de cualquier proceso, cosa que no vemos desde hace rato en nuestra adorada y querida Venezuela. Solo vemos dos sectores en guerra permanente y un pueblo entregado a su suerte.

Una de las tácticas más falibles a que es sometida la neogerencia pública narcisista, está vinculada con el chisme, la intriga y la venganza. Estos conceptos se materialicen a través de la influencia sistemática de súbditos, que buscan apartar del camino a quienes representan una amenaza para alcanzar el logro de sus planes individuales. Las acciones tomadas dejan de lados por lo general a un talento humano preparado, comprometido, ajeno a cualquier práctica de ir en contra de las normas y sus responsabilidades laborales. Por lo general, son individuos con una visión diferente a la del quien tiene por costumbre el sentido de oportunidad y trampa. Por esta razón, analicemos quienes hemos tenido la oportunidad de gerenciar que y para que necesitamos en la función pública el talento humano.



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Joselino Serrano


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