Pagamos a precio de vacas gordas y el comerciante nos entrega vacas flacas.
Si a ver vamos, es cierto que Venezuela actualmente confronta una "crisis humanitaria" causada por las belicosas y criminales, saboteadoras y progolpistas acciones que mediática y comercialmente ha venido practicando la derecha mantuana, burguesoide y vendepatria.
No menos cierto es que, al empoderamiento sostenido de la población miserable y de mediano y bajos ingresos proletarios, mismo que ha practicado la presente V República, manifiesto con un incremento acelerado del ingreso nominal por el cual hasta los mendigos[1] se han beneficiado recibido religiosamente durante varios lustros en línea inquebrantable, a ese empoderamiento, repetimos, que se ha traducido en una demanda creciente y de una viabilidad ya consolidada, la empresa privada sólo ha respondido con una innegable ralentización de su pequeña oferta de siempre, un ralentización sumada al acaparamiento convencional que siempre ha practicado todo comerciante cuando observa que en poder de su clientela haya mucho circulante o tela dineraria de la cual cortar[2].
Así las cosas, todos los terribles e indeseables males y dificultades sociales que hoy viene sufriendo la población venezolana en medio de su abundante poder de compra, tiene una causa política a ojos vistas. Estamos confrontando la contradictoria situación económica según la cual tenemos poder de compra para adquirir vacas gordas y la empresa privada nos entrega vacas flacas.
Por esa estafa y daños crecientes causados al peculio familiar del trabajador, el gobierno podría ir presupuestando indemnizaciones al pueblo consumidor al margen de los incrementos justicieros del salario mínimo.
Creemos aconsejable que antes de cualquier nuevo ajuste salarial y la correspondiente indemnización paralela, los precios deben ser congelados durante un tiempo prudencial, una congelación acompañada por estrictas normas y controles mucho más eficaces que los que hemos estado sufriendo por causa de frenos y suavizantes como ese del "debido proceso" y que sólo se ha traducido en una mano muy suave para tratar a quienes merecen mano de hierro.
Los castigos o sanciones previstas y practicadas hasta ahora se han venido convirtiendo, por el contrario, en novísimas fuentes de variopintas matracas y matraquitas.
24/06/2016 08:09:46 p.m.
[1] Las misiones sociales que amparan a niños y personas en situación de calle se traducen en un mayor empleo de mano de obra y de sus correspondientes complementos productivos que han mejorado el poder de compra global.
[2] La inversión social que por ese concepto realiza el Estado de esta V República ha supuesto para ese empresariado rentista una merma en su exobtención de dinero fácil que antes tomaba a su antojo del Presupuesto Nacional con la corrupta complicidad de los gobiernos títeres y clasistas que caracterizaron a los gobiernos prechavistas.