El fracaso de Unidos Podemos en cuanto a sus causas internas puede entenderse en 3 puntos:
1. La histórica tendencia a la moderación de la izquierda. Al igual que los eurocomunistas en su momento confirmaron la tendencia surgida por el Partido Socialdemócrata Alemán en la Segunda Internacional. Socialistas de palabras y capitalistas de hecho, aceptan el sistema y las grandes líneas de la oligarquía capitalista.
Podemos inició esta moderación hace mucho al blanquear los símbolos de IU, un partido ya por sí reformista que acabó con el antiguo PCE. Esta deriva ha sido aún más fuerte en la campaña electoral del 26 de junio, donde se reafirmaban una y otra vez como socialdemócratas, e incluso pudimos ver a un Pablo Iglesias alabando a Zapatero.
En lugar de atraerse a los votantes moderados han perdido importantes apoyos desde la izquierda. Lo mismo le pasó a los eurocomunistas, que al aceptar el parlamentarismo y el electoralismo burgués firmaron su desaparición del panorama político. E incluso cuando alcanzan la mayoría, como en Grecia, se ven obligados imponer las medidas neoliberales.
El voto moderado no viró hacia Podemos, y al mismo tiempo han perdido el voto radical. Esto es consecuencia inmediata del abandono de toda ideología, lo que provoca el desarrollo del oportunismo electoral (para eso sirve) y el consiguiente abandono de los apoyos firmes entre las masas. Este es el gran fallo histórico de la izquierda europea, que no puede enfrentarse a un capitalismo que sólo trata de administrar. Este “jacobinismo” es muy típico de la pequeña burguesía. Ante la campaña anticomunista del PP, UP no adoptó una actitud firme sino a la defensiva.
A todo esto tenemos que sumarle el abandono de las movilizaciones. Esto es fundamental, dado que el objetivo de manifestaciones y huelgas es activar el reflejo de las masas y evitar la alienación continua del corporativismo mediático. Que con Podemos se paralizaran la lucha en las calles es capital para entender por qué éste aparece en las grandes televisiones privadas.
2. La humillación a IU. En lugar de formar una coalición igualitaria e impulsar la táctica partidista de frente, se ninguneó constantemente a este partido, tratándolo como uno más de las confluencias y dejando todo el papel al marco televisivo de Podemos. El lugar número 5 de Garzón en las listas o la imposición del general otanista en Almería son sólo algunos ejemplos, por no hablar del cierre de campaña con la bandera monárquica. El millón y pico de votos que han perdido tiene mucho que ver con la posición de IU dentro del movimiento. Las masas más radicales de ambos partidos han sido las que han otorgado la derrota a la coalición, fruto del abandono total de posiciones de Unidos Podemos. La ausencia de medidas atractivas influye igualmente.
3. Centralismo. Las “franquicias” electorales y partidistas en las localidades provocaron la aparición de diputados cuneros así como de muchos mediocres que tan sólo tenían que portar el estandarte del partido. Esto ha provocado que en muchas zonas se perdieran votos debido al rechazo hacia políticos rebotados de la “vieja” política. Ejemplo de ello es la jueza Rosell en Canarias. Este centralismo es tanto una forma de oportunismo como una vía antidemocrática. El abandono o la moderación de la ideología provoca que el poder interno dependa de las camarillas personales, y no de la lucha de las ideas en el seno del partido. Aparecen así líderes artificiales basados en su influencia dentro de la organización, y no líderes naturales que surgen del debate.
Una vez más, la valentía empieza por la ideología. Abandonar la propia es aceptar la del enemigo. Administrar el poder del enemigo es convertirse en su sirviente. Jugar con las piezas del enemigo (electoralismo y mediatización) es aceptar sus reglas. Podemos ha cometido, una vez más, el gran error de la izquierda europea: vender sus ideas por unos votos que nunca llegan. Y parece que las palabras de Errejón culpando del fracaso a la coalición con IU no hacen sino confirmar esta tendencia. Errejón se ve “atrapado” al no poder seguir moderándose, al no aniquilarse a sí mismo y cumplir su función de servir al PSOE para pisar moqueta.