Muchas veces olvidamos que cuando abrimos una cuenta bancaria, en la confianza de que allí tendremos más seguro nuestro dinero, estamos colocando en manos de una institución usurera, la administración de un recurso -por mínimo que sea- que les permitirá engordar un capital, que sin ser suyo, les enriquecerá progresivamente.
Fue Carlos Marx quien calificó a la banca como el robo legalizado. No era la voz agorera de un ultroso decimonónico, sino la del más grande y significativo estudioso de las relaciones en el capitalismo. La verdad es inocultable. El capital, que puede haber sido generado al producir los bienes en una determinada sociedad, al ingresar a la banca y convertirse en financiero, pasa a cumplir unas funciones específicas, entre las cuales está la de administrarlo en un conjunto de operaciones de colocación y préstamo a muy corto término, apropiándose de beneficios financieros que aparentan ser "puros" en operaciones muy propias, efectuadas exclusivamente dentro de la esfera financiera, la cual pretende erigirse en autónoma.
Una cuenta bancaria, aunque sea de nómina, se abre con un dinero que no pertenece a la banca sino a quien lo deposita en ella, así se trate del salario individual y básico de una determinada persona. Ese dinero, sumado a todo el otro del universo de cuentahabientes que allí lo ha dejado, es utilizado por el usurero que se escuda tras atractivos nombres comerciales, tanto en el área privada como también en la pública, para multiplicar enésimas veces un dinero que no es suyo y por el que responde legalmente sólo en el capital inicial de cada quien.
Lejos de robarnos los intereses que produce nuestro capital depositado en la banca, el usurero debería recompensarnos por permitirle vivir cómodamente sin poseer ni medio centavo que sea auténticamente suyo. No conforme con su descaro hamponil, en una aparente tarifación por los "servicios" que nos presta, pretende pecharnos por cada movimiento, operaciones y actividades bancarias.
En Venezuela, la República Bolivariana que se enrumba a la construcción de su socialismo, el tema bancario no ha sido revisado suficientemente a partir de su caracterización como usura legalizada. Sin embargo, el pensamiento crítico de Hugo Chávez, durante su ejercicio de la Presidencia, lo llevó a establecer normativas que destinaran buena parte del dinero usufructuado por la banca, para ser invertido en respuestas de seguridad social. Entre otras cosas facilitó que los movimientos y operaciones dentro de una misma entidad no significaran aportes adicionales por parte de los usuarios.
En la actualidad, no se sabe exactamente si bajo algún nuevo tipo de presiones de parte del capital financiero, se han establecido montos máximos para comisiones, tarifas o recargos por las operaciones y actividades bancarias, según reza en la Gaceta Oficial Nº 40.935, publicada el 30 de junio de 2016. ¿Por qué el Banco Central de Venezuela asume hoy esta decisión? ¿Dónde nace? ¿Quién y por qué la acuerda?
El Comandante Hugo Chávez expresó muy claramente que la única manera de acabar con la pobreza es dando poder al pueblo. Con una medida como la que mencionamos en este artículo de opinión, así como con otras similares, el poder no se está acercando al pueblo sino a la burguesía. La victoria no es para el poder popular sino para el neoliberalismo, que estamos clara y abiertamente empeñados por sacar de nuestro contexto desde 1989 y en lo que nos acompaña, desde el inicio del Gobierno revolucionario, el Comandante Chávez y, ahora, el presidente Maduro.
El propósito gubernamental de Chávez, desde que asumió la Presidencia de la República en el año 1999, estaba inspirado en el pensamiento bolivariano, resumido en la frase del Libertador Simón Bolívar, en su discurso de Angostura, donde dijo que "la mejor forma de Gobierno es la que concede a su pueblo la mayor suma de felicidad".
Todo cuanto se propuso e hizo, giró siempre en torno a la transferencia del poder al pueblo. El camarada Nicolás Maduro, como presidente, sigue en el ejercicio de ese legado. Sin embargo, es muy oportuno tratar de revisar por dónde se nos cuela el neoliberalismo en muchas de nuestras acciones. Hace falta preguntarse, como nos lo enseñó el Comandante Chávez, "¿dónde está el socialismo en esa decisión o en ese acto?". Y ahora ¿estamos entregando el poder al pueblo o regresándolo a las manos del neoliberalismo?
La única manera de acabar con la pobreza es dándole poder al pueblo. La única manera de alcanzar la Patria socialista es quitándole poder a la burguesía, al neoliberalismo, al capital.