Frontera abierta o cerrada, igual nos roban

"Los soldados venezolanos estamos aquí para cumplir el mandato de Simón Bolívar, para empuñar nuestra espada cuando tengamos que empuñarla, para defender las garantías, la felicidad y la libertad de un pueblo, no para dominarlo, ultrajarlo o atropellarlo".

Hugo Rafael Chávez Frías (Día de la Dignidad y la Rebelión Bolivariana, 4 de febrero de 2006)

A medida que transcurre el tiempo y se improvisan decisiones sobre el manejo de nuestras fronteras tanto con Colombia como con Brasil, los actores que transitan dichos espacios limítrofes, siguen haciendo de las suyas y se burlan de la pasividad y la buena fe (por no decir ingenuidad) que caracteriza a los venezolanos.

Una medida estratégica y muy seria tomada por el Presidente Nicolás Maduro y la cual no es nueva, porque también bajo el acoso del gobierno colombiano del entonces Presidente Álvaro Uribe Vélez, el Estado venezolano se vio obligado a tomarla en el gobierno del Presidente y Comandante Supremo Hugo Rafael Chávez Frías.

Nuevamente el tema fronterizo, sobre todo por el lado colombiano (con Brasil hay mutismo) vuelve a la palestra de la opinión pública y de la manera más descarada, se trata de manipular como parte de una estrategia que apunta a atacar la Revolución Bolivariana por todos los costados.

Pareciera que en nuestras propias filas revolucionarias y las del gobierno, estuviéramos decididos a auto flagelarnos o en otras palabras, a alimentar una zozobra permanente con la cual convivimos y hasta se suma a la guerra económica, que el imperio norteamericano y sus lacayos tejen día a día contra nuestro país.

Da pena ajena - luego de una apertura transitoria según el anuncio del gobernador del Táchira José Gregorio Vielma Mora - que patriotas venezolanos "dizque acosados por el hambre", se hayan lanzado por el puesto fronterizo de San Antonio; porque no hemos visto (en los medios) el lado del Zulia, a conquistar el mercado cautivo de la tierra de Santander, la capital del Departamento Norte de Santander, la ciudad de Cúcuta.

La apertura que en verdad no nos sorprende, es una muestra más de la combinación de intereses que reinan en la frontera y la presión de la política colombiana, la cual está en disputa en la actualidad, entre dos líderes muy similares, pero de distintas agallas: Juan Manuel Santos y Álvaro Uribe Vélez.

El primero apegado a la "violencia" y el segundo a la "paz", dentro del escenario que ellos mismos han creado para postergar la opresión y la miseria a la cual ha sometido por años, la oligarquía conservadora y liberal al pueblo colombiano y que ahora, nos quieren vender en la frontera como el ejemplo más noble y transparente, de una democracia representativa.

La misma democracia que ha sido desnudada en La Habana - en los diálogos de paz - por la guerrilla de las FARC-EP y que en su cacareado afán de paz ahora busca sacrificar el presidente Santos, al ponerlas en las manos de los paramilitares y las Auto Defensas de Colombia que comanda el ex presidente Uribe.

Confesamos que este punto en realidad no nos pertenece, sino que es más bien un análisis propio de los colombianos, quienes tienen analistas y escribidores de fina pluma, que abundan desde la época de Francisco de Paula Santander.

El punto que nos ocupa, si bien es una decisión legítima del gobierno del Presidente Nicolás Maduro, ejecutada en este caso en la frontera del Táchira por el gobernador Vielma Mora, estamos seguros no se tomó al azar.

No han pasado todavía a ser caliche las noticias de la reciente visita del ministro de la Defensa de Colombia Luis Carlos Villegas a Venezuela, recibido con honores no sólo por su par el Mayor Gral. Vladimir Padrino López, sino por el propio Presidente Nicolás Maduro en el Palacio de Miraflores.

La verdad es que la apertura de la frontera con Colombia abre el camino para una nueva situación que debemos calificar como normal entre dos países hermanos y civilizados; pero lamentablemente, a la luz de la historia y la diplomacia, los signos que han caracterizado nuestra relación con el vecino país no han sido tan amistosos, a pesar de que los defensores de la actual apertura tiendan a calificarla como "frontera viva".

Yo diría que sí, porque la frontera con Colombia ha sido para los "vivos" desde la Cosiata, cuando Páez y Santander firmaron la definitiva separación de la Gran Colombia, la que soñó y aspiró Bolívar por encima de las intrigas y las conspiraciones.

Hoy se abre un nuevo capítulo a la luz de los tiempos futuros. Si bien ante la actual situación provocada desde Cúcuta con el dólar today y el contrabando aupado por paramilitares y vende patria venezolanos, quienes han hecho del bachaqueo de nuestros alimentos y materias primas, la gasolina y el gasoil un negocio, esperamos una respuesta sincera y positiva del gobierno de Juan Manuel Santos.

La guerra económica que ha tenido muchas manos peludas desde allá y de acá, como "la hallaca"; debemos abrirla con pinzas para sacar uno a uno del guiso sus ingredientes: contrabando, paramilitarismo, trata de blancas, especulación monetaria, tráfico de drogas, indocumentados, desplazados, etc., etc.

Igualmente, no es muy grato el sabor del coctel que hemos tenido que compartir los venezolanos con la tierra neogranadina, al igual como otra bomba silenciosa que apunta desde Brasil sobre nuestras materias primas (oro, diamante. Coltan, bauxita, plata, níquel y demás minerales estratégicos)

Mientras el tiempo pasa y buscamos con optimismo la normalización de nuestras relaciones con los países vecinos, ahora lanzamos desde el alto gobierno contra la guerra económica, la "Gran Misión Abastecimiento Soberano".

Pensamos que esta gran misión debe estar también presente en las dos fronteras (Colombia y Brasil) porque es por allí por donde se fugan nuestras materias primas y nuestros alimentos de la dieta básica y de primera necesidad de los venezolanos.

No queremos ver repetir en la Revolución del Siglo XXI programas fracasados como "El Plan Bolívar 2000" o los recordados guisos podridos de Pdval y de Mercal (ahora tenemos el control de los puertos).

Los guardianes de la Patria, vestidos de verde oliva, tienen una gran misión cívico-militar de alto honor y de nobles retos. Ellos, bajo órdenes del Comando de Operaciones de las FANB deben rotarse, para alejar así los vicios y las tentaciones.

Por nada del mundo debemos permitir que nos roben en la frontera y menos aun, dejar que ahora nos regresen productos nacionales con las etiquetas de "made in Colombia" o "made in Brasil".

¡Amanecerá y veremos!

 



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Marco Tulio Arellano

Jubilado en Pdvsa

 arellanomt@hotmail.com      @Homugria

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