La minería puede ser necesaria para un hábitat humano digno y para contar con bienes y servicios necesarios para el buen vivir; sin embargo, la minería implica altos impactos al medio natural y socio-cultural que pudieran hacerla injustificable, sobre todo cuando la riqueza generada por la minería no se revierte en las mismas zonas explotadas. Todos los países industrializados se han creado a partir de la conquista, colonización y esclavización de otros pueblos; mientras que los países subdesarrollados, "causalmente", son los que fueron conquistados, saqueados y esclavizados. La gran riqueza producida por la minería no se revirtió en los países explotados porque la mayor plusvalía se genera al procesarlos como materias primas baratas para fabricar productos, obras, bienes y servicios que se venden a precios altos en el mercado global.
La acumulación del capital colonial se concentró en las rancias monarquías y sus herederas corporaciones transnacionales en sectores estratégicos (petróleo y gas, transporte, tecnología e informática, comunicación y difusión, alimentos, agua y bebidas, fármacos, armas, entre otros), Aunque son de diversas religiones, países y sectores económicos, su hilo común es el Club Bildelberg y son la mano invisible del yankysionismo; único y verdadero imperialismo. No hay forma de extraer y procesar oro, diamante o minerales estratégicos sin que la acumulación del capital termine fuera de estos carteles de la mafia global.
La minería capitalista tiende a no pagar regalías ni impuestos al país explotado, evade invertir en protección y preservación natural y sociocultural, procura reducir salarios, demás retribuciones, implementos y equipos de protección personal de sus obreros; no invierte ni procura el desarrollo integral en las zonas explotadas. Su interés es maximizar ganancias sin importar consecuencias.
Una minería ecosocialista debe verse no como un fin, sino como medio de alcanzar el desarrollo integral, es decir, un hábitat humano digno para el buen vivir y la satisfacción de necesidades humanas en forma perdurable; implica respetar la ordenación territorial, utilizar tecnologías adecuadas para profundizar al subsuelo con el menor impacto al suelo, la vegetación y el paisaje, respetar las normativas ambientales, además de respetar la comunidad local y su personal laborante, actuando en cogestión laboral; y debe aplicar las medidas pertinentes para prevenir, controlar, mitigar, corregir o compensar sus impactos negativos. Por sobre todo, una minería ecosocialista no exporta materias primas para enriquecer al imperialismo global, como en la colonia; sino que debe generar el mayor valor agregado nacional al fabricar aquí los bienes y servicios finales. La minería debe ser ecosocialista o no explotar nada; para no ser colonia del imperialismo corporativo global.