La capacidad de respuestas del gobierno bolivariano encabezado por el Presidente Nicolás Maduro ante los ingentes problemas de la sociedad venezolana es muy menguado, con lentitud paquidermico, sobre todo en lo que atañe a los problemas que se derivan de la escasez y deficiente distribución de los alimentos básicos, de los requerimientos farmacéuticos, la incontrolada inseguridad pública y ciudadana, y de la inflación desbordada, a pesar de la propuesta de los quince motores encendidos por el Gobierno, algunos de los cuales ni se sienten.
Y no es que el Gobierno nacional no tenga preocupación e iniciativas..., claro que las tiene, los CLAPS, la Gran Misión Abastecimiento Soberano, las OLP, son algunas de las medidas recientemente tomadas por el ejecutivo nacional que apuntan a mitigar la problemática social que hace sufrir y padecer a la sociedad venezolana, y en particular a su segmento de mayor pobreza y vulnerabilidad; pero el propósito y razón de ser de esas iniciativas son atrapadas en las redes del burocratismo, la corrupción y la ineficiencia, ya visualizadas en forma premonitoria por el comandante Hugo Chávez, o es que acaso el documento de las tres "R" no hacía alusión a tales desviaciones y perversiones ¡
La lentitud en esa capacidad de respuestas, para nada oportuna además de ineficientes, ha venido horadando la credibilidad del Presidente Nicolás Maduro, lo que de suyo explica la estrepitosa caída de su popularidad y aceptación, que miden todas las encuestas, cuya caída de popularidad pone en peligro al proyecto bolivariano mismo. Entendemos que estamos sometidos a una guerra económica sin cuartel y sin escrúpulos, a una oposición que juega a la defenestracion y caída y mesa limpia del chavismo del gobierno, pero dicho propósito del estamento opositor se complementa con las insuficiencias, incongruencias, contradicciones y desviaciones del gobierno bolivariano, que ha venido echado por la borda buena parte del legado del Comandante Hugo Chávez, cuyo legado constituía una especie de carta de navegación para que sus seguidores en el aparato del estado no sufragarán en las aguas tormentosas del presente incierto, cuál Titanic.
La socióloga e investigadora Maryclen Stelling, acierta cuando dice que las cúpulas de ambos bandos están raspados y desubicados, están desconectadas del pueblo, tal desconexión en el caso específico del PSUV y del Gobierno, que en fin de cuenta es la misma cosa, ya que algunos Ministros, los Gobernadores y Alcaldes son los jefes del Partido, han demostrado con sus ejecutorias no creer en el pueblo, por lo que obviamente no influyen ni acompañan al empoderamiento del pueblo, por más que se ufanan en decir que en el poder popular organizado está la clave para vencer los obstáculos de la guerra económica, lo cual es totalmente cierto, pero para ello es necesario creer en el pueblo, y empoderarlo de verdad, y no es así, la nomenclatura gubernamental, que de paso son las mismas caras que acompañaron en los últimos tiempos al comandante Hugo Chávez y han permanecido durante el tiempo de la gestión del Presidente Nicolás Maduro, son los responsables en buena medida del achantamiento de la gestión de gobierno, impidiendo imprimirle la velocidad que se requiere en cuanto a capacidad de respuestas oportuna, inmediata y eficiente.
El secreto está en permitir que el poder constituyente fluya, encuentre su cause, orientado en el proyecto socialista bolivariano, que ejerza la democracia directa, participativa y protagónica, solo el pueblo salva al pueblo, no el poder constituido, así lo dijo en muchas oportunidades el comandante Hugo Chávez, así está escrito y así es.