A partir del año de 1993, como trabajador de la cultura asumí un proyecto de la empresa privada que me vinculó al eje Oriental del Estado Carabobo, y durante algún tiempo al caer la noche, viajando desde San Joaquín atravesaba una de las vías principales de Guacara en dirección a un hotel en las afueras de la ciudad. Esa travesía citadina era sobre aguas negras, y me llamó mucho la atención que sobre aquellas calles rotas llenas de aguas pútridas, se desplazaban unos carritos eléctricos de campos de golf que hacían de patrullas policiales, poco tiempo después los vi arrumados todos inservibles en un estacionamiento de la policía municipal.
Unos cuantos años más tarde, antes del crimen de lesa humanidad perpetrado en Libia (2011), por la OTAN, recorría Leptis Magna, pueblo de origen fenicio, integrante de la República de Cártago y después del Imperio Romano, cercana a Trípoli (Capital de Libia). Leptis Magna había sido la cuna de Lucio Septimio Severo, Emperador Romano (193-211 dC.) fundador de la Dinastía de los Severo, y uno de sus hijos, conocido como "Caracalla", quien también fue emperador, se le atribuye la construcción de las Termas de Caracalla en la ciudad de Roma, las cuales en 1990, sirvieron de escenario del histórico concierto de los Tres Tenores, (José Carreras, Plácido Domingo y Luciani Pavarotti) realizado con motivo de la Copa Mundial de Futbol.
Pero la alusión a esta antigua ciudad del Norteafricano, no es una simple referencia histórica, tiene que ver con las obras públicas, y, esa sorprendente organización para el tratamiento de las excretas en los baños públicos hace 18 Siglos, en esa antigua ciudad a orillas del Mediterráneo, que de alguna manera nos abofetea, puesto que en este Siglo XXI, y, con tanta ciencia, desarrollo tecnológico y riqueza social, luce inexplicable tanta desorganización en nuestras ciudades, particularmente las del Eje Oriental de Carabobo.
Hace unos días recorrí algunas calles céntricas de Guacara y me conseguí con anomalías que me llamaron la atención, es innegable que ha habido una importante inversión en asfalto en la vialidad urbana, pero me encontré igualmente con muchas aguas pestilentes como en aquellos años de comienzos de la década del noventa ¿Qué pasa?.
No ignoramos que los enormes planes y proyectos de infraestructura vial, vivienda, agua, transporte, gas, electricidad, teléfonos, parques, centros culturales, tratamiento de aguas servidas y de lluvia y otros necesarios para la modernización de las ciudades del Eje, requieren de grandes inversiones que no están al alcance presupuestario de las municipalidades, pero también sabemos de las inmensas posibilidades de sinergias entre estos entes regionales ribereños del Lago, municipios: Mariara, San Joaquín, Guacara , los Guayos y los Estados Aragua y Carabobo, y el Estado Central, que contempla la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela en el Artículo 170, relativo a las mancomunidades.
Las ciudades ubicadas en las riberas del Lago de Tacarigua o de Valencia, siguen urbanizándose y las aguas servidas van a viejas y seguramente obsoletas cloacas y luego al Lago, incrementándose cada vez más la deuda ecológica con ese gran espejo de agua que debería tener un mejor destino. La IV República con el Lago fue indolente y la Revolución Bolivariana, tiene que revisar sus políticas para evitar seguir nadando en las mismas aguas. Pienso que no es posible sanear el Lago, sino se empieza por las ciudades, y, sin lugar a dudas, sus aguas servidas incluyendo las industriales deben tener una direccionalidad de Estado y el adecuado tratamiento técnico para la preservación del medio ambiente y del buen vivir de nuestras poblaciones en nuestro tiempo y de los futuros pobladores.
LA REVOLUCION ES CULTURAL