El diputado a la Asamblea Nacional, Carlos Escarrá, ha planteado la necesidad de que los funcionarios electos en las planchas oficialistas pongan sus puestos a la orden tras las elecciones del 3 de diciembre venidero, en las que, con 10 millones de votos y dele, será ratificado Hugo Chávez como Presidente de la República.
No se trata de una proposición caprichosa, arbitraria o efectista, manifestada por un diputado con ganas de escandalizar en el plano nacional.
El doctor Escarrá es uno de los juristas que goza de mayor prestigio en el país y su presencia en la AN no tiene como objeto proyectarlo hacia destinos superiores, sino aportarle brillo a una asamblea donde los niveles de excelencia no son el denominador común que distingue a la mayoría de sus integrantes.
La proposición incluye a los diputados a la AN, parlamentarios de los consejos legislativos, gobernadores, alcaldes, concejales y cualquier otro funcionario electo en votaciones populares. Básicamente, según creo, la exhortación se dirige a los funcionarios de elección en las filas oficialistas, pero supongo que si la proposición goza de consenso podría abarcar a los de oposición, incluyendo a Manuel Rosales en la Gobernación del Zulia y a Morel Rodríguez en Nueva Esparta, así como a los alcaldes y concejales no chavistas en todos los estados del país.
El planteamiento del diputado Escarrá de entrada cuenta con mi más decidido apoyo y me hace pensar que buena parte de quienes respaldan al presidente Chávez están en la tónica de establecer sus propios liderazgos, sin apego a cargos o funciones públicas, con la intención de ser auténticos representantes populares.
Hasta ahora Chávez es el único que mantiene una relación directa con el electorado, que ha votado por las listas chavistas sin considerar los méritos individuales de cada candidato. Ya viene siendo hora de establecer vínculos directos entre elegidos y electores, permitiendo que cada comunidad escoja candidatos propios.
La proposición de Escarrá, además, le dará oportunidad a la oposición de enmendar el garrafal error de la abstención, participando esta vez para llevar sus candidatos a la AN. Esto último, claro está, si por fin se atreven a contarse.
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