"Soy pariente de sangre de la Intelligentsia, pero ella ha sido siempre mediadora. Si no me puse al lado de la revolución, me pareció menos indicado aún ponerme de parte de la guerra"
Alexander Blok
Si algo quedó claro en torno a las marchas del pasado 1 de septiembre fue el enorme afán de ambas cúpulas por avivar la polarización. La MUD empezó hablando de la toma de Caracas, moviendo su maquinaria (habría que ver en cuanto sale realizar una marcha de semejante magnitud) y el PSUV-Gobierno se tomó más o menos en serio lo de nivelarse, e incluso superar a Erdogan. Aunque todavía le falta, es "buen" ritmo que proliferen las detenciones por aquí y por allá, que se siga despidiendo trabajadores por asuntos de firmas o que se pase a una fase superior con la llamada OLP.
Pero todo lo anterior es una dinámica donde lo que se mueve y se trabaja responde al interés de las cogollos políticos que mueven piezas para ir diseñando su pacto. De esto último por supuesto que los voceros de cada bando no hablan ni dicen nada. Es conmovedor ver por ejemplo al presidente Maduro estrechar la mano del señor Manuel Rocha, como representante de la Barrick Corporation, en el tercer acto de apertura minera, realizado en el mismísimo palacio de Miraflores el pasado 26 de agosto de este mismo año.
El señor Rocha no es cualquier personaje (en su pulido currículum aparece que fue Director de Asuntos Interamericanos en el Consejo de Seguridad Nacional en Washington, durante la Presidencia de Bush padre) y no esperemos que de ello nos hable la MUD, cómo tampoco esperemos que se pronuncien en contra del arco minero y sus consecuencias terribles para la nación, de igual manera nada dirán sobre los términos a través de los cuales habría cesado la demanda del Banco Central de Venezuela contra la pagina Dolar Today.
Y así podríamos enumerar muchísimos ejemplos donde se evidencia ese contubernio de dos factores, responsables de la crisis venezolana, que a la vez se van poniendo de acuerdo para lograr un borrón y cuenta nueva como dicen algunos compañeros y seguir afincando la intensificación de la situación en general sobre los hombros de la población.
Ahora bien, desde distintos sectores de la izquierda critica y militante, hemos venido realizando una serie de propuestas, con las que no sólo queremos demostrar que se pueden tomar medidas para que la gente no pague lo que no es su responsabilidad, sino también para evidenciar que el gobierno que preside Maduro se salio del rumbo del proceso bolivariano y no le importa la suerte que corramos como pueblo llano y trabajador. Y dicho gobierno tiene sus grandes justificadores, desde distintos ámbitos, entre ellos desde el campo de lo que llaman intelectualidad.
Si usted ve al periodista Ernesto Villegas entrevistar a Fernando Buen Abad o a Luis Bilbao y el desarrollo de dichas entrevistas refleja cualquier cosa, menos la situación dramática que vivimos la mayoría de los venezolanos, seria contraproducente atribuírselo al simple hecho de que el primero sea mexicano y el otro argentino, pues algunos virtuosos opinadores de la revolución bolivariana, nacidos en el mismo país de Bolívar, están igual de lejos o hasta más que los anteriores, de empalmar con nuestro prácticamente inaguantable día a día.
Luis Britto Garcia, autor de "La máscara del poder" y "El poder sin la máscara", cuyos análisis sobre el discurso y gestualidad adeca, le cabria perfectamente a los jefes del PSUV y del Gobierno, es el mismo intelectual que hoy es capaz de decir que el gobierno de Maduro es revolucionario, pues "no ha privatizado PDVSA, ni la salud, ni la educación". Aunque algo novedoso su método, no hace más que renquear detrás de la realidad. A menos que considere desde "su realidad" que las revoluciones las hacen los gobiernos o los partidos y la gente no ocupe más que un papel de simple masa.
El reto que tenemos los militantes revolucionarios y críticos es construir un nuevo referente político, que sea precisamente revolucionario y critico. La militancia curte al cuadro, ya sea este artista, estudiante, obrero o intelectual. Porque desde el enaltecer de la condición de militante, es donde el intelectual puede hacer su inconmensurable aporte contra-hegemonico como lo explica Gramsci.
El proceso bolivariano tuvo sus mejores avances en aquellos momentos en que fueron mas altas sus movilizaciones y eso fue una gran escuela para miles de mujeres y hombres, reflejo del sujeto constituyente, que a la vez mostraba que ese era el método correcto.
Decimos claramente que no está muerta la disposición de cambio instalada en la cabeza de nuestro pueblo, aún no. Eso quieren y para ello negocian las cúpulas. Por el contrario debemos tener en cuenta que no estamos actuando en un escenario histórico vacío y que los caminos por escoger también pasan por reencontrarnos y reconstruir confianza. Pero a esta altura del trayecto se hace fundamental que pueda emerger ese nuevo actor político, que es tarea álgida de los militantes revolucionarios.