La realidad actual del mundo está signada por conflictos sociales provocados por la desmedida ambición de los fuertes sectores del poder financiero transnacional, quienes en su desbocada carrera por adueñarse de las fuentes de riqueza o recursos de las naciones menos desarrolladas, han desatado conflictos armados para acabar con los gobiernos de esos países, originando consecuentemente el exterminio humano y la destrucción general de toda infraestructura construida. Tales hechos a su vez causan el éxodo de millones de seres humanos quienes huyen del horror para tratar de salvar, al menos, la vida pues lo material ya ha sido arrasado por quienes invaden o por el terrorismo de aquellos grupos establecidos y armados con financiamiento transnacional.
Los países del continente europeo reciben en el presente la mayor cantidad conocida en la historia de desplazados por la guerra. Cada día llegan a sus costas centenares de miles de personas, familias enteras muchas veces, tratando de encontrar un lugar donde poder sobrevivir al conflicto del cual no forman parte o no son causa, sino consecuencia. A la par de esos millones de refugiados ingresan encubiertos los militantes fanatizados de células terroristas con el objetivo preciso de engendrar el terror, la muerte y la destrucción en las naciones de donde proviene gran parte del arsenal militar causante del desplazamiento humano.
La voz sensata del mundo entero expresada en diversos foros de encuentro e intercambio internacional se levanta contra la guerra y a favor de la paz; las inmensas mayorías quienes sufren de los efectos negativos por la debacle económica mundial desean que se acaben las guerras y reine la tranquilidad que permita mejorar las condiciones generales del desarrollo humano y por consiguiente el bienestar general en las naciones. Sin embargo, como el deseo de los poderosos es obtener gigantescas ganancias a muy bajo costo, optan por continuar alimentando la máquina de la muerte, pues como además ellos son los fabricantes de armas, obtienen de entrada monumentales ganancias con ese mercado de doble moral donde se ofertan arsenales destructores igualmente, sin ninguna vergüenza, al agresor y al agredido.
En este escenario de conflagraciones en diversas latitudes del mundo, que sumándole las diatribas en la península de Corea ya comienzan a mostrar amenazas de conflictos nucleares, las organizaciones sociales que luchan por la coexistencia pacífica insisten en levantar su voz contra las intervenciones imperialistas, a la vez que abogan por la autodeterminación de los pueblos, el respeto a las soberanías y el derecho a vivir entre la Paz y la concordia. Precisamente en este mes de Septiembre en la exitosa y recién culminada 17 Cumbre del Movimiento de los Países No Alineados, que es el segundo foro que agrupa mayor cantidad de Estados del mundo y desde la 71 Asamblea General de las Naciones Unidas, que es el máximo foro de reuniones internacionales, siguiendo con los más pequeños espacios de intercambio entre países, se expresa repetidamente en primer término el llamado por la Paz.
Lamentablemente los países poderosos con mayor potencial militar del mundo, encabezados por los estadounidenses y seguidos lacayunamente por los europeos, tienen oídos sordos y sensibilidad humana desaparecida. Los particulares intereses de dominio mundial de los norteamericanos han sido los causantes de absolutamente todas las guerras desatadas en el planeta luego de la Segunda Guerra Mundial, algunas las originaron mediante intervenciones militares directas y las otras haciendo el papel de instigadores o mediante conspiraciones internas en naciones donde existen colosales recursos naturales, principalmente los energéticos o hidrocarburíferos.
Desgraciadamente a la misma dinámica de sofisticación militar de su maquinaria de guerra y muerte, los gringos también han desarrollado, se han apropiado y especializado el mayoritario control tecnológico y metodológico de la información mundial, con lo cual manipulan y tergiversan, desnaturalizan y falsean las verdades, a tan elevados niveles, que pueden hacer creer, mediante la televisión, el cine o las redes sociales, a cualquier mortal que un bebe recién nacido es el culpable de hacer explotar una ciudad entera con un tetero atómico, lo cual obviamente se denota muy ridículo decirlo, pero la verdad es que mucha gente se lo creería por aquello del "sueño americano", sembrado en el hipotálamo cerebral de incontables pusilánimes existentes en diversas latitudes del mundo. Sin embargo, a pesar de todas esas contradicciones y dificultades continuamos elevando nuestra voz por la Paz…