"Dos vivianes de postín", era un programa humorístico, protagonizado por Julián Pacheco (Guillermo Rodríguez Blanco) y Chuchin Marcano, que, en las décadas de los años cincuenta y sesenta, tanto en radio como en la televisión en blanco y negro, lograron ganar un merecido reconocimiento de los venezolanos por la labor desempeñada en el histrionismo humorístico.
Sin probidad
Tal recordatorio lo traemos a cuento porque en la presente hora venezolana han surgido personajes revestidos de cierta notoriedad aún cuando, no, precisamente, por el ingenio en el ya de por sí difícil arte de la comicidad, sino en cuanto a una inquietante habilidad para la treta ideológica, de la cual vienen haciendo gala con mucho postín y que requiere, por supuesto, de cierta dosis de talento, de ello no hay dudas, pero, a los que les cabe, como anillo al dedo, la sentencia del Libertador Simón Bolívar, "el talento sin probidad es un azote".
Este es el caso, entre otros, del economista Felipe Pérez Martí, con doctorado en la Universidad de Chicago (EEUU), profesor de varias universidades prestigiosas del mundo, ex-director de la Escuela de Economía de la UCV, es decir, con altas credenciales académicas y quien entre mayo del 2002 y abril del 2003 ejerció el cargo de ministro de Planificación y Desarrollo en el gabinete del Presidente Chávez, responsabilidad en la que lo acompañó como viceministro Roland Denis Boulton.
La primera mención que tenemos registrada del doctor Pérez Martí fue desde cuando ejerció el alto cargo al lado del Comandante Chávez y, luego, conocimos de su intento de impulsar un proyecto político denominado Conexión Social que tenía como "objetivo fundamental la promoción del poder popular", y del cual se desliga para, posteriormente, liderar un grupo de opinión rotulado como "Qué hacer", que le ha servido como plataforma para formular un conjunto de medidas, que considera incontrastables, para superar el desastre económico en el que, desde su punto de vista, ha sumergido al país la presente administración conducida por el presidente Nicolás Maduro. En la actualidad ha devenido en prominente asesor económico de la MUD y de la directiva de la Asamblea Nacional, siendo de su autoría el informe que sirvió de base para la no aprobación del Decreto de Emergencia Económica, en enero pasado, presentado por el Ejecutivo a la Asamblea Nacional.
Pasar de miembro del gabinete de Chávez a asesor de la MUD y de Ramos Allup implica, indiscutiblemente, un notorio cambio en la percepción del profesor Pérez Martí de la realidad económico-social del país, al cual, naturalmente, tiene perfecto y legítimo derecho; ello no puede estar en discusión, sobre todo, en las actuales circunstancias históricas en la que el ejercicio del libre pensamiento está plenamente garantizado en la CRBV, no siendo ese el caso, como sabemos, en épocas precedentes de la vida nacional.
Carta a los soldados
En esta oportunidad no nos vamos a referir a los postulados económicos que enarbola el profesor, ni contamos con espacio ni es el propósito del presente artículo, pero sí consideramos necesario hacer acopio de unos planteamientos formulados en una carta pública de su autoría dirigida a los soldados venezolanos en la que, a nuestro entender, está embozada una treta ideológica que consideramos es fundamental no pasar por alto.
La treta del doctor Pérez se expresa, como lo hace en la mencionada carta, en apelar a Bolívar, en asumirse como seguidor de Bolívar, como lo es la actual Fuerza Armada Nacional Bolivariana, para sustentar su enfoque económico, en el que de manera sostenida hace abstracción de la incidencia que el imperialismo estadounidense ha tenido y tiene en la situación económica y política planteada en el país, que no duda en calificar como crítica, adosando como solución de la misma, el inmediato cambio del actual gobierno.
No se trata, por supuesto, de desconocer que se hayan cometido errores en la orientación de las políticas económicas implementadas por el gobierno bolivariano, tanto cuando Chávez como ahora con Maduro; nadie es infalible y menos en una tarea tan compleja como lo es la transformación revolucionaria de una sociedad; lo que si importa es tener claro el objetivo, siguiendo a Bolívar, de pretender alcanzar la mayor suma de felicidad posible preservando, siempre, la dignidad y la soberanía nacional. Y en ese esfuerzo, sin dudas, se ha estado en estos últimos 17 años teniendo como contendor a un enemigo que, como el imperialismo, en ningún momento ha cejado en su empeño de truncar los sueños libertarios y de redención de nuestro pueblo, así como el de todos los pueblos nuestros americanos.
Precisamente desconocer ese aspecto vital de la acción y del pensamiento bolivariano, que supo relievar y reivindicar con su prédica el Comandante Chávez, pone en evidencia a todo aquel que pretenda escudarse en Bolívar para justificar su práctica social. Sencillamente no se puede ser bolivariano sin ser antiimperialista y mucho nos tememos que este es el caso de Pérez Martí, que ha dejado en el camino, definitivamente, su posición antiimperialista inicial para sumarse al coro de quienes aspiran retomar las riendas del país para colocarse, irremediablemente, al servicio imperial.
Anti bolivariano
En su carta a los soldados, además de ese sesgo, esencialmente, anti bolivariano, Pérez Martí, busca establecer, sibilinamente, un distanciamiento entre quienes actualmente tienen la conducción de la FANB y el conjunto de las tropas, creyendo que con ello puede resquebrajar la unidad militar, apelando al argumento de que los altos mandos militares están carcomidos por el germen nefasto de la corrupción al igual de quienes tienen la responsabilidad de conducir el proceso político venezolano; argumentación en la que coincide también con los propósitos imperiales de querer desprestigiar con expedientes espurios a la dirección de la revolución bolivariana. Toda una treta ideológica revestida con postín académico.