Entre la oposición neofascista y la izquierda extraviada

En los 25 años que lleva en el poder político de nuestro país, el Proyecto Revolucionario Bolivariano, concebido y liderado por Hugo Chávez Frías y que ahora, desde hace 11 años, conduce Nicolás Maduro Moros, no ha tenido ni un momento de tregua.

Acoso despiadado

En la lucha de clases planteada desde el mismo momento en que Chávez emergió en el escenario político venezolano, ese Proyecto de País, alterno al precedente, ha estado sometido a un acoso despiadado, por parte del imperialismo yanqui, la derecha internacional y la rancia oligarquía venezolana, triada más que desaforada, por su empeño en reposicionarse de los privilegios que históricamente usufructuaron de manera impúdica, a costa de una inmensa deuda social generada y padecida por el sufrido pueblo venezolano.

Ya resulta larga la cadena episódica que testimonia y pone en evidencia la lucha que se ha venido librando en la sociedad venezolana en este relampagueante cuarto de siglo. Enumerarla siempre será incompleta pues la diversidad de hechos tramposos y criminales y de naturaleza fraudulenta cometidos por los adversarios del proyecto revolucionario, hace casi imposible el acometimiento satisfactorio de tal tarea.

La lucha no es un lecho de rosas

Basta con entender que la lucha de clases no se libra en un lecho de rosas, por el contrario, aquí se ha apelado a todo tipo de medios legales e ilegales, políticos, económicos e ideológicos, con la expresa finalidad de alcanzar el anhelado propósito, como lo es la derrota y derrocamiento del gobierno chavista y, más aún, la erradicación de todo atisbo de bolivarianismo, es decir, de cualquier expresión o concreción de socialismo bolivariano del siglo XXI.

Desde el asesinato de Hugo Chávez, golpes de estado, boicot comercial y financiero, expropiación de activos nacionales en el extranjero, intentos de invasión militar extranjera, desabastecimiento de alimentos, medicinas y productos básicos, hiperinflación inducida, ataque despiadado al sistema monetario, paros empresariales, intentos de magnicidio, saboteo a los servicios públicos, guarimbas, etc,.

Todo ello en el marco de la estrategia imperialista de guerra híbrida e integral combinando, además, lo que se ha dado por llamar guerra cognitiva (uso de mecanismos que afectan la psicología de las personas, sus conductas y la percepción de la realidad) con guerra cibernética o uso perverso de las redes sociales (información engañosa, fake news, difusión de rumores). Toda una gama de medios no militares pero no por ello menos letales, orquestados, además, con engendros de gobiernos paralelos (el del ya fracasado payaso Guaidó y como el que ahora se pretende instalar con el insulso Edmundo González Urrutia).

Derrotados a un costo social muy elevado

Han sido derrotados en todos esos intentos y maniobras aunque ciertamente a un costo social muy elevado para el pueblo venezolano que, a pesar de ello, ha sabido resistir y contener los incesantes embates de sus enemigos históricos.

Así mismo, han sido derrotados las veces que han recurrido al camino electoral, oportunidades en las que apelan al recurrente mecanismo del fraude (sin presentar prueba alguna que sustente tal denuncia) salvo en los momentos (2) en los que han salido airosos: el referendo para la reforma constitucional (2006) y en las elecciones legislativas nacionales (2015). En estos casos, en los que han ganado, el sistema electoral es idóneo, en los otros eventos electorales, en los que han perdido, el mismo sistema les resulta fraudulento.

Relativo equilibrio de fuerzas

Es evidente, que, en el plano interno, se está librando una lucha de clases, que se prolonga en el tiempo en vista de que se desarrolla en un escenario político-social caracterizado por un relativo equilibrio de fuerzas contrapuestas, dos bloques sociales que responden a intereses claramente definidos, por un lado, el bloque contrarrevolucionario que propugna el retorno al pasado puntofijista y neoliberal, garantista de los intereses de los sectores históricamente privilegiados y que tiene, básicamente, en sectores de "las clases medias" atemorizadas y confundidas su base de apoyo esencial, por otro lado, el bloque bolivariano que expresa los intereses de los preteridos y más amplios sectores de trabajadores y trabajadoras que propugna el tránsito al socialismo bolivariano, con su especificidad venezolana.

Esta lucha, en el plano externo es expresión del cuadro geopolítico que caracteriza al mundo contemporáneo, en el que están enmarcados, por una parte, quienes propugnan la permanencia del orden capitalista occidental unipolar y unicéntrico, a cuya cabeza se encuentra el imperialismo yanqui con sus corporaciones cartelizadas y monopólicas, su abarcante y manipulador aparato mediático, su dólar dictatorial y su intimidador poder militar, las clases dominantes de los gobiernos vasallos de los estados capitalistas avanzados y las de los gobiernos que le sirven de comparsas de los países dependientes o subalternos del hegemón imperialista. En contraposición, por otra parte, de los gobiernos y pueblos emergentes de los estados que luchan por un mundo multipolar y pluricéntrico en el que se respete la soberanía nacional y se dispense un trato de respeto de igual a igual entre todos los estados independientemente de su tamaño y significación económica y que haga posible que la humanidad se eleve hacia un estado superior de vida social.

Marco geopolítico, ante el que Venezuela, sin ambages de ninguna naturaleza, opta claramente por la construcción de ese emergente mundo pluricéntrico y multipolar, definidamente contra hegemónico que tiene como propósito supremo la búsqueda de la paz y la preservación de la vida en el planeta, postulados estos diáfanamente establecidos en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela, suprema Carta Magna de la nación, así como en otras leyes fundamentales como lo son los Planes de la Patria donde se contemplan las Líneas Estratégicas de Desarrollo del país, inspirados en el ideario antiimperialista del Libertador Simón Bolívar

Sesgo neofascista

La lucha de intereses geopolíticos, en el campo internacional, por la configuración de un emergente mundo multipolar y pluricéntrico, está revestida por la presencia de un sesgo neofascista, reminiscente del fascismo de la primera mitad del siglo XX, que estuvo solapado en las décadas posteriores, como a la espera de hacerse redivivo oportunamente al entrar el capitalismo nuevamente en una crisis estructural, poniendo en riesgo, incluso, su existencia, como es el caso tendencial de la actual crisis del capitalismo mundial explicitada por la crisis climática y acentuada a partir del remezón de la crisis inmobiliaria de sobreproducción y financiera del 2008, a todo lo cual hay que agregar el progresivo declive global de la hegemonía estadounidense, con lo cual se perfiló y potenció el neofascismo como opción política de las ultra derecha para enfrentar la ineludible respuesta de los sectores trabajadores y sociales explotados y subalternos.

En nuestro país, como es más que evidente, también, ha estado presente el sesgo neofascista en la derecha opositora local, caracterizado en el ejercicio de una práctica opositora tramposa que se maneja en el filo de la navaja, combinando la acción legal con lo ilegal, con actuaciones antidemocráticas, anticonstitucionales, antipatrióticas, contando siempre con el apoyo y resguardo del poder estadounidense a manera de solapado chantaje para el despliegue de su accionar subversivo y antinacional.

Deslinde opositor

Claro está, no toda la oposición en Venezuela se mueve con esos parámetros antinacionales. En honor a la verdad, en los últimos años se ha venido operando un deslinde en el bloque opositor dando paso al nacimiento de una fracción opositora que se ubica en los cánones democráticos y constitucionales, en la búsqueda de un espacio en el escenario político venezolano. Ha asumido posiciones de defensa de la soberanía nacional, de defensa del Esequibo, de mantenerse equidistante de la injerencia imperialista y alcanzando con ello posiciones de poder en la institucionalidad política del país. Bienvenida sea la oposición democrática, su desarrollo y afirmación será un paso de avance en el fortalecimiento y consolidación de la democracia bolivariana.

Izquierda extraviada y descarrilada

Pero así mismo, en el campo de la izquierda, en Venezuela, también, se ha venido dando cierto proceso de deslindamiento que de alguna manera se corresponde con lo que acontece en sectores de la izquierda internacional. Son las manifestaciones de ese sector de la izquierda que podemos llamar extraviada y descarrilada que en el ámbito mundial caracteriza al proceso chino como una derivación hacia el capitalismo salvaje y de actuación proto imperialista en su relacionamiento con los países del mundo o que la guerra con Ucrania es consecuencia del apetito expansionista de la Rusia del "dictador" Putin y que en Nicaragua se ha encumbrado una dictadura sandinista, asi como en Cuba se ha implantado un retorno al capitalismo y en Venezuela se está en presencia de un régimen dictatorial, definidamente neoliberal que atenta y desconoce los derechos de los trabajadores y trabajadoras.

Es esa izquierda, por demás, tímida a la hora de cuestionar la acción hegemonicista del imperio estadunidense en Europa, Medio Oriente y en el sureste asiático pero implacable cuando se trata de criticar sin ponderación alguna la gestión de los gobiernos que propugnan cambio social sometidos al acoso imperialista y de la derecha internacional.

Extravío con la derecha extremista

En el caso venezolano, la izquierda extraviada y descarrilada, cada vez enfatiza su empeño en desligarse del proceso bolivariano liderado por Nicolás Maduro con el argumento de ser ella quien realmente interpreta el proyecto político original de Hugo Chávez. Ese esfuerzo de decantación la ha llevado al extravío de precipitarse a coincidencias con la más rancia derecha extremista y, por extensión, con los empeños intervencionistas del imperialismo, motivada en la peregrina idea de que, con el cambio de escenario político surgido a raíz de la intervención extranjera, tendrían, quienes participan de tan descabellado despropósito, posibilidad de acceder al poder político del país. Vana ilusión, la experiencia histórica ilustra que cuando el fascismo arriba al poder, persigue y reprime a todos por igual, incluso a aquellos que, de alguna manera, les han servido de comparsa debido a sus inconsecuencias revolucionarias e ideológicas.

En su desvarío, esta "izquierda" tilda al gobierno bolivariano de neoliberal porque, según su particular criterio, desconoce los derechos de los trabajadores a un salario digno así como al goce de las prestaciones sociales contempladas en la CRBV. Pasando por alto, el efecto perverso de las medidas coercitivas unilaterales sobre la economía nacional, acción imperialista que ocasionó la merma más que sustancial de los ingresos nacionales y en consecuencia la imposibilidad de honrar, en esas brutales circunstancias, los compromisos laborales así como evitar el deterioro de los servicios públicos y el concomitante menoscabo, en general, de las condiciones de vida del pueblo venezolano.

No, para estos iracundos izquierdistas lo que cuenta es que el gobierno de Maduro no le cumplió a los trabajadores, sin detenerse a considerar el perturbador sacudón ocasionado a la economía venezolana expresamente concebido, con esa finalidad, en la estrategia del imperialismo que por todos los medios tiene planteado derrotar al gobierno y extinguir la revolución bolivariana.

En esos desafueros, la izquierda extrema pasa a coincidir con la extrema derecha y con los voceros imperialistas en la calificación que estos le endilgan al régimen político actual como dictadura y al Presidente Maduro como dictador. Como pesan en la historia política que viene construyendo, día a día con su tesón y claridad de conciencia, el pueblo venezolano estas inconsistencias y desviaciones de la izquierda extraviada. Con estas posiciones lo que hace es confirmar la sentencia, lamentablemente, de que en política, bajo ciertas circunstancias, los extremos se tocan.

Los yanquis si lo tienen clarito

Pero lo que es más triste es que esa izquierda extraviada y descarrilada a pesar de su voluntariosa actitud no logra explicarse y mucho menos asimilar la explícita actuación desestabilizadora, injerencista e intervencionista del hegemón imperialista en un país supuestamente gobernado por el neoliberalismo que por afinidad ideológica debería contar con el apoyo y beneplácito imperial.

No será, más bien, que los yanquis si tienen clarito la significación contraria de la Revolución Bolivariana para sus intereses estratégicos tanto en el país como en Latinoamérica y el Caribe como en el mundo. Sería conveniente que los extraviados hicieran algún esfuerzo por entender lo que los enemigos del bravo pueblo bolivariano y chavista tienen despejado desde hace 25 años.



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Miguel Ugas

Miembro de la coordinación nacional del MoMAC

 miguelugas@gmail.com

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