El gobierno municipal dirigido por Elías Sayegh le tiene declarada la guerra al Patrimonio Histórico Cultural Ambiental de El Hatillo, numerosas son las evidencias que consolidan esta apreciación, para ello nos remitimos a acciones que ha venido acometiendo desde que asumió la jefatura municipal. Es verdad que esta tendencia ha estado presente en los gobiernos que lo han precedido pero lo que viene sucediendo con el actual no tiene comparación.
Y todo esta errática conducta se sustenta en nombre de una concepción del desarrollo "y que modernista" reflejada en el lema que identifica su gestión "El Hatillo posible", que no es más que una política de relumbrón cuyo propósito íntimo y ulterior es privilegiar intereses económicos en detrimento, claro está, de los supremos y legítimos intereses del pueblo hatillano.
Se entiende que con el tiempo las cosas cambian, que nada es inmutable, que la vida social e individual está sujeta a cambios, que los pueblos y ciudades tienen su vida propia, que con el pasar de los años se transforman, para mal o para bien, avanzan o retroceden. Pero es de suponer, que los hatillanos y hatillanas aspiramos a que los cambios que se produzcan sean para bien, para mejorar las condiciones de vida, en beneficio del pueblo, acompasados con la tradición y teniendo siempre por delante el celo por el porvenir de las generaciones futuras; en este propósito colectivo no cabe, ni debe caber, como es el caso que nos ocupa, el interés particular de grupos que anteponen su provecho por encima del bienestar general.
A título ilustrativo del señalamiento que hacemos basta con indicar lo que ha sucedido con la Plaza Sucre y su entorno, ahora cambiado en bulevar, cuya inauguración fue costosamente festejado con efecto de relumbrón, con bombos, platillos y fuegos artificiales,-costeado por un grupo económico aliado de la alcaldía-, naturalmente para impresionar al público presente y a la audiencia de los medios de comunicación y redes sociales oportunamente convocados y activadas para tales efectos.
Algún vecino desprevenido o ingenuo, pudiese pensar, "bueno esto que tenemos ahora tiene mejor vista que lo anterior", pasando por alto en su percepción elementos vitales como estos: que la obra concluida fue concebida para favorecer al grupo económico que, aliado del alcalde Sayegh, lo que busca es extender el área de influencia del centro comercial, en ese sentido, la obra fue pensada en función de atraer turistas-consumidores al decaído templo comercial y no para satisfacción de los vecinos del pueblo, que las familias que habitan en los alrededores van a ser afectadas en su cotidianidad tradicional, que lo que se busca es que los vecinos migren hacia otros lares para abrirle espacio, cada vez más, a la actividad comercial, que el verdor y ambiente de la Plaza fue extinguido para dar paso al culto obsceno del "modernismo basado en el cemento", etc.. Que al final lo que se logró fue un "cambio" no para bien del pueblo sino para el beneficio de particulares, en consonancia estratégica con la concepción de "El Hatillo posible" que enarbola la gestión Sayegh orientada, en última instancia, hacia la privatización de la vida social hatillana.
Otra evidencia de lo señalado en este escrito es la aberración cometida con la Plaza Bolívar de El Hatillo, Bien de Interés Cultural de la nación venezolana, al cercenar de manera arbitraria e inconsulta su acera oeste sólo para beneficiar- se repite la historia- a locales comerciales ubicados en la acera del frente de ese lado de la Plaza, que ahora es conocida como la Plaza mocha de Bolívar. Este atropello al Patrimonio Cultural del pueblo hatillano es, sencillamente, intolerable, que, cometido hace ya tres años, está siendo ventilado en Tribunales de la República que pronto han de dictar sentencia, que aspiramos sea, en justicia, a favor de la restitución de la acera y en defensa del sagrado Patrimonio hatillano.
Otra muestra, entre muchas, de la reiterada tendencia del gobierno de Sayegh de atentar contra el Patrimonio hatillano, en estos casos de índole ambiental, es la liviandad y permisividad con que ha actuado el gobierno municipal al permitir y cohonestar la creación de rutas para bicicrós y motocrós en zonas montañosas del municipio (Los Robles, El Volcán, Los Naranjos Rural, Caicaguana, La Cabaña), con lo que se violenta de manera inmisericorde el ambiente con sus consecuencias de erosión de los suelos y afectación de la flora y la fauna. Todo ello en combinación de grupos particulares cuyo propósito es lucrarse sin medir las consecuencias.
Por consiguiente, en resumidas cuentas, se observa cuál es el sentido de la gestión Sayegh en el municipio, prevalido del control que tiene sobre la Alcaldía, el Concejo Municipal y el Consejo Local de Planificación Pública (CLPP), sus actuaciones están orientadas, fundamentalmente, a privilegiar y favorecer su alianza con grupos económicos, apuntalado en una política de relumbrón y de manejo mediático, dejando siempre en segundo y tercer plano los intereses de vecinos y vecinas y violentando el Patrimonio Histórico Cultural y Ambiental del pueblo hatillano.