El A.M.O. es una respuesta “por derecha” al agotamiento del modelo rentista dependiente monoproductor. Pero hay sectores que lo apoyan con argumentos “por izquierda”.
La búsqueda desesperada de inversiones extranjeras
Dar curso a la explotación del “Arco Minero del Orinoco”, de la manera expedita y entreguista en que se viene haciendo, tiene que ver con la búsqueda desesperada de dólares, mediante nuevas inversiones extranjeras o nuevos préstamos, por parte del gobierno nacional. La caída abrupta de los precios del petróleo desnudó que tras los largos años de gobierno de Chávez, el “patrón de acumulación” de la economía nacional no había avanzado hacia ningún “desarrollo” o “diversificación de la producción”, sino que éramos más dependientes aún de la renta petrolera, y vemos hoy al gobierno buscando brindarle a los capitalistas nacionales y extranjeros las condiciones que exigenpara “invertir” o “producir”.
“Paraíso neoliberal” y mayor autoritarismo para con los de abajo
Es una orientación a derecha que paga el país y, muy particularmente, sus mayorías trabajadoras y pobres, con una terrible devaluación del salario, mayor endeudamiento nacional y entrega de sus recursos naturales. En el caso del Arco Minero, se configura lo que en el Pronunciamiento de profesores y egresadxs de Sociología de la UCV definen como “paraíso neoliberal”: las empresas -transnacionales en su mayoría– pueden ser exoneradas de parcial o totalmente de impuestos (art. 21 del Decreto 2.248), y de cumplir a cabalidad con la normativa laboral (Decreto-Ley 1.425), así como se proscriben prácticamente los derechos a reunión, manifestación y huelga, so pena de represión y judicialización (art. 25 del 2.248).
También el medio ambiente y los pueblos originarios pagan esta orientación, pues la megaminería a cielo abierto es sinónimo de “accidentes” y derrames con de cianuro, de devastación de grandes extensiones, en función de las ganancias de un puñado de empresas. La consulta previa a los pueblos originarios que habitan la extensa zona nunca se hizo.
Embelleciendo un proyecto reaccionario
Aún así, hay quienes desde la izquierda han dado un “Sí” a este proyecto y cuestionado a quienes nos oponemos, con el argumento insólito de que es posible aprovechar las inversiones de las transnacionales para obligarlas, y al Estado, a dar paso a un proyecto de regeneración de una economía productiva y multidimensional, en manos de los trabajadores mineros artesanales y las comunidades, constituidos como “poder autogobernante” para tomar en sus manos la renta minera y el territorio, en alianza con un “buen Estado”.
Es la posición expresada en el artículo de Roland Denis “Arco Minero; absolutamente SI…”, al cual respondimos en un artículo anterior. Recién se inicia la fase de exploración del A.M.O. y la realidad golpea en la cara. Es necesario profundizar en esta cuestión.
En aquel artículo decíamos que la lógica “detrás de toda esta (des)ubicación es postular que es una oportunidad para que el pueblo imponga sus condiciones y su ‘autogobierno’ al capital transnacional y al gobierno, aunque no en clave de enfrentamiento o contrapoder, sino más bien de alianza” con un “buen Estado”.
La explicación es que desde los “pequeños territorios que contraten con el Estado” se pueden desarrollar proyectos productivos con origen en el trabajo propio y no en la sumisión a la corrupción estatal, permitiendo así una “victoria parcial”, dando pasos en “tomar” realmente la nación, una posibilidad “perfectamente factible si se rompe la fuente mafiosa y se le pone las condiciones necesarias a las empresas mixtas-Estado-transnacionales- y es que la plusvalía agrícola, y en general todo lo que sea el trabajo sobre tierra, en corto tiempo pueda llegar a ser incluso superior a la renta minera”. Se abunda en la proyección sobre las bondades que esta imaginaria situación tendría, en la “Potencia del Arco Minero”, al punto de postular que allí “se abre una ventana de victoria que podría ayudar a transformar un país entero”.
El movimiento obrero y popular (campesino e indígena también) pasó década y media con su energía de lucha y potencial revolucionario administrados por el liderazgo de Chávez –a lo que por cierto, contribuyó Roland Denis–, llevando a la situación tan desfavorable en que estamos hoy, con una capacidad de lucha y movilización muy diezmada, por la debacle del proyecto que prometió “emancipación” y “desarrollo nacional”. La crisis del capitalismo rentístico dependiente –que se mantuvo intacto todo ese tiempo– nos la están haciendo pagar la burguesía y el gobierno, no solo en el terreno económico sino también con mayores restricciones a los derechos democráticos, sin que hasta hora podamos pararle la mano. Entonces, según la “estrategia” del “Sí” al arco minero y su “potencia”, lo que no se logró antes, durante los años de mayor auge y movilización –el “autogobierno”, “imponerle condiciones al gobierno”, etc.– se va a lograr ahora, pero además no parándole la mano al curso cada vez más proempresarial y bonapartista del gobierno, sino apoyando un proyecto que se inscribe en ese curso a derecha.
Desorientación, cooptación y mayor división entre el pueblo trabajador
Por supuesto que toda la “estrategia” es una desorientación política enorme, no solo ilusoria sino con graves problemas políticos. Como el gobierno prometió “villas y castillos” a los trabajadores mineros y comunidades (incluyendo la legalización y la compra directa del oro por el BCV), a cambio de que aceptaran el proyecto, Roland Denis planteó apoyarlo, aún cuando implique que el gobierno consiga así base de apoyo para un proyecto reaccionario, que inclina la balanza de la correlación de fuerzas a favor de la razón empresarial y gubernamental.
Mientras la lucha de la clase trabajadora (y el conjunto del pueblo pobre) requiere oponerse al curso proempesarial (que se lleva por delante derechos obreros y populares) y autoritario para con los de abajo, la política que plantea nuestro autor es que los mineros avalen un proyecto de entreguismo neoliberal y proscripción de derechos democráticos.
Desde esa posición Denis llama a la izquierda y la clase trabajadora a apoyar a los “núcleos mineros” que han avalado el A.M.O., y dice que es “una ocasión para toda organización de la población trabajadora”. Veamos: hoy muchos trabajadores en lucha (como los de SERAVIAN) padecen el cercenamiento del derecho a huelga y la coacción de las fuerzas represivas, en razón del “Decreto de Estado de Excepción y Emergencia Económica”, en el Arco Minero regirá una suerte de estado de excepción reforzado, que cercena también el derecho a huelga e incluso cualquier otra manifestación o asamblea que “tienda” a “obstaculizar parcial o totalmente la producción”, ¿cómo puede tejerse alguna alianza de lucha entre los trabajadores que padecen la proscripción del derecho a huelga y los mineros que apoyan tal proscripción? ¿Qué tipo de alianza puede tener la clase obrera con sectores que apoyen el que las empresas estén exoneradas de cumplir a cabalidad con la normativa que prescribe derecho de los trabajadores?
La verdad es que la política que plantea el compañero Roland Denis corta de cuajo cualquier posibilidad de que los mineros artesanales puedan encontrarse en un frente común con las luchas que vienen librando sectores de la clase obrera en el país, y se encarga de plantear como positivo lo que por parte del gobierno no es sino una política de cooptación.
El compañero ni siquiera plantea las interrogantes sobre si el apoyo prometido acaso no pudo haber llegado en los anteriores diecisiete años de gobierno, o ¿por qué tiene que venir de la mano de la entrega a la megaminería a cielo abierto y en manos de las transnacionales?, ¿por qué de la mano de la proscripción de derechos democráticos elementales para los trabajadores y el conjunto de lxs luchadorxs? Y se hace parte de lo que ha sido la política del gobierno para dividir a los pueblos originarios en lucha y poder pasar así sus políticas: ¿no fue así como logró el gobierno de Chávez implementar el tendido eléctrico hacia Brasil, dividiendo a los Pemón?, ¿no fue así como logró que un sector de los Barí y Yukpa apoyara su política y aislar al sector que resistía con Sabino a la cabeza?
Resistir la entrega a las transnacionales y la proscripción de los derechos democráticos
En su argumentación sobre la “potencia” del Arco Minero RD reclama tener visiones no “fragmentadas y sin criterio de totalidad”, sin embargo, es más que evidente que en su posición pierde de vista la “totalidad” nacional, al no dar cuenta de que el significado más profundo que concentra la política actual de explotación del Arco Minero del Orinoco es la negación de ninguna salida por izquierda a la crisis nacional, la confirmación por parte del gobierno de lo que pregona la oposición de derecha: que las “soluciones” pasan por ir al pie de lo que exigen los capitalistas, darles más “libertades” y “condiciones para invertir”, así como un reforzamiento de la criminalización y control militar de las expresiones de lucha.
Como lo señalamos en nuestro anterior texto, “lo que está en juego no es la supuesta posibilidad de una ‘victoria histórica’ –como afirma Denis–, sino la vuelta de políticas neoliberales de gran envergadura como esta, sin ningún tipo de denuncia ni oposición por parte de los trabajadores y la juventud, sin ningún tipo de ejercicio de resistencia, configurando un escenario y una correlación de fuerzas más desfavorable aún para los de abajo”.
De hecho, ya hoy comienza a verse la realidad del proyecto, con desalojos forzados de comunidades mineras por parte del ejército, y los lamentos del propio Denis sobre la supuesta “traición” del gobierno que esto implica (de eso hablaremos luego).
Si se quiere realmente tener una política que articule las necesidades de los mineros artesanales y el resto de la clase trabajadora, no se puede partir sino de una defensa firme de los derechos democráticos a la organización, manifestación y huelga, exigir la derogación del Estado de Excepción y leyes similares, oponerse al cada vez mayor despliegue militar para el control social y la coacción, y eso es oponerse al Arco Minero. Levantar una medida elemental y urgente como el no pago de la deuda externa –pues de ahí se pueden sacar los recursos que el gobierno hoy ofrece a los mineros artesanales–, en lugar de avalar el cuento neoliberal de que los recursos vendrán de la mano del capital transnacional… y que el gobierno los transferirá al pueblo, que es parte del cuento del Arco Minero.
En fin, de lo que se trata es de no desorientarse en la situación actual, de no presentar como “virtudes” u “oportunidades” lo que en realidad son regresiones producto de la debacle del proyecto chavista. Tener una orientación política que plantee salidas por izquierda a la crisis, un programa de lucha de cara a las necesidades de la clase trabajadora y el pueblo pobre, que muestre una alternativa distinta a las soluciones por derecha, de la cual el Arco Minero es una expresión.