Efectivamente, pasa aceleradamente el tiempo, y la terrible situación que vive Venezuela en lugar de ir mejorando, como ya es hora que debía estar ocurriendo, lo que hace es agravarse cada vez más. Y lo peor es que no se divisa en el horizonte ningún signo, ninguna alentadora señal que nos indique que pronto esa situación empezará a cambiar. Todo lo contrario, lo que uno observa, a través del discurso de los gobernantes, son espesos nubarrones anunciadores de angustiosos y sobrecogedores presagios. En tal sentido, calamidades como el desabastecimiento y el descomunalmente alto costo de la vida, entre otras muchas que azotan implacablemente a los habitantes de este desafortunado país, continúan haciendo estragos entre toda la población. Y no sólo entre la de menores recursos, sino incluso entre sectores de la clase media, cuya calidad de vida se ha ido deteriorando tanto, que incluso empiezan a padecer de las mismas privaciones y escaseces, de las mismas penurias que golpean y sufren los mencionados sectores menos favorecidos de la sociedad.
Y mientras todo lo anterior ocurre, y nuestro país se desliza aceleradamente hacia el abismo, el gobierno, en la persona del presidente Maduro, no atina a dar con una estrategia que si bien no revierta por completo este proceso de disolución nacional, porque eso sería mucho pedirle, por lo menos que permita evitar el colapso total y definitivo del país. Y no puede dar con esa estrategia salvadora el señor Maduro, sencillamente porque sus rígidos esquemas mentales, refractarios a toda idea de cambio, se los impide. Y si se trata de cambios de políticas distintas a las que ha venido aplicando, y que son las que nos han conducido a la catástrofe que estamos viviendo en estos momentos, pues muchísimo menos. De allí que la perspectiva del país, que necesita urgentes y radicales rectificaciones por parte del gobierno, sea verdaderamente aterradora.
Claro, para quienes detenta el poder, esto que estamos diciendo es una delirante exageración. Lo cual, si se quiere, es perfectamente comprensible en personas que han perdido por completo el contacto con la realidad, la cual juzgan a partir de la que ellos están viviendo, o sea, a partir de sus propias realidades y experiencias. Por eso, sus rostros sonrientes, propios de quienes revolucionariamente se encuentran plenamente satisfechos con la vida, de quienes no confrontan ningún tipo de problemas que les altere su tranquilidad y su digestión. Y no podría ser de otra manera, por cuanto el condumio, o sea, la papa, la tienen completamente asegurada y, además de eso, sin costo alguno. Y no sea crea que esto les resulte muy difícil conseguir, ya que aunque para muchos ese privilegio sea un imposible, para ellos en cambio les resulta sumamente sencillo. Para eso, sólo tienen que ir al mejor restaurante de Venezuela. El restaurante de Miraflores, donde además de los quesos franceses y otras exóticas exquisiteces, lo que se toma en vez de agua es vino procedente de los mejores viñedos del país galo, como los de Burdeos y Borgoña, por ejemplo.
Por supuesto, unas personas así ¿qué preocupaciones alimentarias podrían tener? Ninguna. Y de ningún otro tipo, porque en cuanto a sus familias, que podría ser otra fuente de preocupaciones, tampoco las tienen, ya que todas ellas están enchufadas en el aparato del estado. Y eso es lo que explica, además de sus vientres cada vez más prominentes y voluminosos, expresión de la buena vida, las alegres y sonoras carcajadas de Diosdado Cabello en su programa de televisión, que deben sonarles a quienes no tienen razones para reír sino para todo lo contrario, como insultantes bofetadas aplicadas en pleno rostro. Por todas estas razones, como ya hemos dicho, es perfectamente explicable, aunque no justificable, por supuesto, que los gobernantes chavistas piensen que así como ellos tienen resueltos sus problemas de subsistencia, también la población tiene solucionados los suyos. Esa es la única explicación que podemos encontrarle a la insólita y desafiante indiferencia que están asumiendo ante la pavorosa crisis que sacude al país hasta sus entrañas. En todo caso, se trata, evidentemente, de un error que podría resultarles extremadamente costoso.
Pero, en fin, la cuestión de fondo es que Venezuela se encuentra en una peligrosa encrucijada en la que pudiera estar en juego su destino como nación libre y soberana. Y lo alarmante de esta trágica coyuntura histórica es que el país carece de un líder que, con mano firme y armado con suficientes conocimientos, trace un camino que permita superar las dificultades; un camino que nos ahorre el bochorno de vernos convertidos a muy corto plazo, en una despreciable colonia que, incluso, permita la instalación de bases gringas en nuestro territorio.Porque a eso es que, pese a su discurso patriotero, el chavismo nos ha estado conduciendo inexorablemente.
Y Maduro, desde luego, no es ni podría ser ese líder. Porque una persona que sostenga, como lo hizo en Brasil y luego repitió aquí mismo, en Venezuela, que "más importante que la economía es la política y la inversión social", no puede ni podría ser dirigente ni siquiera de una junta de vecinos. Y esto es lo que explica que en apenas dos años, desde el 2014 al 2016, el precio del azúcar se haya disparado de 12 a 1700 bolívares el kilo; que también un miserable y cochino plátano, que una vez se llegó a vender a 20 por bolívar, esté costando, en la región platanera por excelencia como es el Zulia, la friolera de 200 y 250 por unidad.
Y esto que ocurre con el azúcar y el plátano, ocurre también con los demás rubros alimenticios como los huevos, el arroz, el pollo y pare usted de contar. ¿Cuál es la solución mágica que se le ocurre darle a estos problemas de escasez y carestía de los alimentos al Presidente? Pues los Claps. Es decir, que en lugar de buscar soluciones más efectivas y duraderas, más racionales, incluso, como sería lograr acuerdos con los sectores productivos del país, ya que soluciones al margen de estos sectores sería poco menos que imposible, lo que se le ocurre al señor Maduro son estos ridículos subterfugios que, por supuesto, no son nada que permitan superar la profunda crisis alimentaria en la que se encuentra inmersa la nación venezolana.
Pero si el inquilino de Miraflores ha sido un reverendo fracaso en el manejo de la economía, en lo político no puede decirse que haya sido una eminencia, precisamente; ha sido, por el contrario una especie de cataclismo que ha arrasado con todo. Por ejemplo, últimamente se lo ha pasado lamentándose de la conspiración internacional que le impide tener acceso a los organismos internacionales de crédito. Y mientras se queja de esto, amenaza con meter preso a los empresarios, estatiza empresas en plena producción, vive atacando a los inversionistas y aplica contra ellos toda clase de exacciones. ¿Cuál es la consecuencia de esta torpe actitud que conspira contra el desarrollo y bienestar del país? Pues que aleja las inversiones y que empresas que se encargan de medir el riesgo país como Standard & Poor's, entre otras, cataloguen a Venezuela como el país con el mayor riesgo que existe en estos momentos a escala mundial?
Y no contento con lo anterior, hace poco, continuando con sus insensatos ataques contra los productores, los amenazó con profundizar el socialismo. Lo primero que se desprende de esta amenaza es que utiliza el socialismo, no porque crea que es lo que más le convenga al país, sino como chantaje, como instrumento para amedrentar a quienes se encargan de producir los bienes que la sociedad necesita para la satisfacción de sus necesidades; para ventilar rencores y resentimientos personales, pero que nada tienen que ver con los intereses vitales de la nación.
Por otra parte, de ese ataque se desprende claramente la idea de que en Venezuela estamos viviendo bajo un régimen socialista; que todos los "extraordinarios logros" que hemos alcanzado son el resultado de estar viviendo en un sistema como este. Nada más falso y hasta injurioso, porque si por algo se caracteriza el socialismo es por la abundancia y la eficiencia. Y si tomamos en cuenta lo que ha estado sucediendo en el país con empresas quebradas, servicios colapsados, desabastecimiento, carestía, corrupción y una recesión crónica que acentúa la pobreza y el atraso, tenemos forzosamente que concluir que lo que existe como gobierno es la más radical y tajante negación del socialismo. De manera, que asociar o identificar el "orden" político y económico instaurado por el chavismo en Venezuela con este sistema, con el socialismo, no pasa de ser un inmerecido insulto contra un modelo que es la esperanza de la humanidad para superar las brutales iniquidades del capitalismo.
Y en cuanto a las posiciones presuntamente contrarias al neo-liberalismo, tampoco esto es totalmente cierto. Y no lo es, porque si ha habido quienes se han encargado de reivindicar con sus actuaciones a este modelo absolutamente deshumanizado, han sido precisamente los gobiernos chavistas que hemos tenido. Por ejemplo, los ideólogos del neoliberalismo han sostenido siempre que el estado es mal administrador. Y si observamos lo que ha sucedido con empresas como la siderúrgica, las del aluminio, La Gaviota, San Simón, Agroisleña, y servicios como el agua y la electricidad, etc., todas relativamente exitosas antes de ser estatizadas, tendremos que concluir, muy a nuestro pesar, que esos ideólogos tienen razón.De allí que no se le dice nada a quienes viven en este país que la oposición privatizaría estas empresas, porque lo más seguro es que aplaudan rabiosamente esa medida.
Este es el deplorable balance de unos gobiernos que habiéndolo tenido todo para haber hecho de Venezuela el país en vías de desarrollo más prospero y avanzado del continente, sin embargo, su población se encuentra con grande dificultades para conseguir y adquirir alimentos. Y ello, en aras de las excentricidades ideológicas de Maduro, a las cuales, según él, debe sacrificarse el país entero. ¿Podría tener esta situación una salida que evite que el fascismo, aprovechando esta debacle, pueda llegar a controlar el poder? Posiblemente la tenga, pero no será vía Maduro, con sus ideas petrificadas y sus ruinosos exabruptos, que se pueda hallar una solución. Maduro y sus acólitos acabaron con el chavismo y a punto está de hacerlo con Venezuela.
P/S: EL HAMPA EN MARACAIBO LE HA DECRETADO EL TOQUE DE QUEDA A LA CIUDADANÍA
Y por si faltara una calamidad más, el hampa se ha desbordado en esta ciudad. Tan grave se ha tornado el problema de la inseguridad, que los marabinos se han convertido en rehenes de los malandros, pues la gente no puede poner un pie fuera de su casa o viajar en algún colectivo, sin que inmediatamente sea abordada por algún hampón que le arrebata todo lo que lleve encima. Y ahora no se salvan ni los escolares, a quienes les quitan hasta los morrales con sus libros. Como sucedió esta mañana con un grupo de niños y niñas con un promedio de edad de 12 años, por ejemplo. A estos niños, en un bus, no sólo les quitaron el morral sino también el dinero de los pasajes y el de la merienda. Y hace apenas dos días, a menos de dos cuadras de su casa, atracaron a una hija a quien la despojaron del dinero y de un costoso celular. Y en cuanto a la urbanización en la que vivimos, Urbanización Urdaneta, pese a las reiteradas denuncias que se han hecho, se ha convertido en el coto cerrado de una delincuencia que, estimulada por la falta de vigilancia, comete sus criminales fechorías con la mayor impunidad del mundo.SÁLVESE QUIEN PUEDA. Hay que reactivar las Colonias Móviles del Dorado, si en realidad se quiere garantizar un mínimo de seguridad a las personas, que no están seguras ni en su casa.