Se debe ser cuidadoso con el "ideal integracionista latinoamericano", pues en el fondo para las oligarquías y los dirigentes políticos neoliberales de estas regiones, no es otra cosa que un simple discurso de la idea. Su opuesto verdadero y sus más encarnizados enemigos, son aquellos oportunistas que sentados en los pensamientos y en las prácticas de los hombres que en verdad sí están situados en la necesidad materialista de la unión, se lucran, se benefician y se ríen cínicamente del concepto.
El Presidente venezolano, dentro del objetivo de sembrar el petróleo, firmó con el Presidente de Colombia la construcción del gasoducto transcaribeño, el cual tendrá una distancia de 230 kilómetros y saldrá de Punta de Ballenas, en la Guajira colombiana y terminará en Maracaibo, capital del estado Zulia. Su costo es de 330 millones de dólares, los cuales financiará en su totalidad Petróleos de Venezuela (Pdvsa), lo que beneficia a unos l50 mil habitantes de ambos lados de la frontera en proyectos sociales.
No tenemos duda, Venezuela sustenta con esta acción su tesis de integración. El Presidente colombiano ¿tendrá la misma postura? Sabemos que se avecina una confrontación donde su gobierno va a ser el principal hostigador y que para ello ha designado como su embajador en nuestro país al ciudadano Luis Alfredo Ramos, un sujeto miembro del movimiento Alas-Equipo Colombia, el que financia Jorge Cuarenta, involucrado en el asesinato del fiscal venezolano Danilo Anderson. Este señor fue elegido senador por la presión del paramilitarismo en el departamento del Cesar, y el nuevo embajador trae como tarea especifica la introducción de "paras", los cuales junto con agentes de la CIA y posgolpistas venezolanos desviaran la ruta de la integración que se interpone en el destino del imperio.
Por lo visto nuestro presidente, Hugo Chávez, está dispuesto a jugarse el todo por el todo por la integración así le toque vivir con el enemigo adentro. De todos es sabido que su oposición a los planes de cooperación militar y política con Estados Unidos es un hecho liberador, mientras que don Álvaro Uribe, vasallo del imperio, celebra acuerdos de ese tipo con Washington y cumple con las estrategias ordenadas. Si observamos, el uribismo es el estandarte de la dependencia, es la ideología del dominante, es la tendencia del oportunista, enemigo acérrimo de la ruta de la integración latinoamericana.
Politólogo