Sabemos de la condición reaccionaria de la clase política venezolana y de los intentos permanentes de esa misma clase, por desvirtuar la esencia de los procesos en los que el pueblo decide hacer uso de su soberanía para resolver sus propios problemas, esa clase; que se siente heredera y con derecho a decidir nuestros asuntos, con la potestad que le da el control del estado y sus recursos, ha creado estructuras de poder que responden a su lógica interpretativa impuesta y a su concepto de democracia. La oligarquía construyó un estado para sí misma y lo adaptó para seguirlo manejando, aun estando en crisis. Esa característica del estado oligárquico, le ha permitido subsistir y mimetizarse en la práctica diaria de quienes siendo herederos de su cultura lo perpetúan en nombre del pueblo y sus luchas por liberarse de la representatividad burguesa.
El preámbulo; es a propósito de la posibilidad real que ofrece la coyuntura actual, para que surja en todos los espacios de participación política y social, el sujeto de este momento histórico e identificar prácticas que representan obstáculos para materializar el ejercicio pleno del poder popular como expresión de nuevos tiempos y la necesidad urgente de combatir la estrategia restauradora, puesta en marcha por sectores que entienden a la revolución desde el beneficio o la ganancia, desde el control de espacios y la manipulación, desde la colonización y la destrucción de expresiones orgánicas que muestren intenciones de autonomía territorial como producto del trabajo social permanente y la comprensión exacta del papel que le corresponde.
Estamos enfrentando condiciones excepcionales para trascender las coyunturas que se hacen eternas y las maniobras que disfrazan la intención de grupos políticos en pugna por hegemonizar la toma de decisiones, para ello se valen de cualquier subterfugio, de campañas mediáticas, dirigidas a estimular la ignorancia y a crear masas acríticas, necesitan estas parcialidades, de un sujeto sometido a la prebenda, de una organización social que solo responda al estímulo material o a la ilusión de poder que da ser nombrado en acto público como" "poder popular", ser carnetizado, o integrar uno de los nombrados "anillos" que le permita escamotear algún recurso o beneficio para sí, y para los suyos.
Al parecer, quienes dirigen las instituciones del estado actual, no están dispuestos a ceder ni un milímetro en el control de sus privilegios, para impulsar y fortalecer a la organización popular, esos que en todo espacio aparecen intoxicados de conceptos proselitistas y secuestran la decisión colectiva, esos que son capaces de dialogar con el enemigo histórico, pero niegan el debate interno, debate que consideramos necesario para romper con la lógica burguesa de la subordinación a quien pueda garantizar la coima, la mordida, la comisión o el ingreso a una nómina que garantice quince y último.
Esa actitud, muy bien identificada, se convierte en práctica cotidiana y nos obliga a evaluar permanentemente la pertinencia de lo que hacemos y la utilidad de lo creado, hemos sido protagonistas de un proceso constante de participación y de construcción de instancias colectivas, de un nuevo modo de interpretar y de enfrentar nuestras realidades y estimular desde la corresponsabilidad, la sintonía del sujeto con su entorno y el aporte voluntario que cada uno hace, para mejorar sus espacios comunes y por consecuencia sus condiciones para la reproducción de la vida en sociedad.
La visión utilitarista de la organización social, nos tiene en la gran dificultad de no contar con un tejido fuerte, a pesar de que los registros burocráticos y las estadísticas ilusorias, nos muestren a través de los medios, la existencia de varias decenas de miles de expresiones orgánicas del "poder popular", que algunos han intentado por muchas vías capitalizar y convertirlo en su reserva política para el proselitismo de las coyunturas electorales. No se atreve, ninguno de estos manipuladores de oficio, a reconocer en la esencia de la organización popular, la posibilidad de crear el bloque hegemónico necesario para dar un golpe de timón y enrumbar los procesos sociales hacia un destino mejor.
La capacidad mimética desarrollada por estos personajes de la microfauna política venezolana, hace que; estemos bajo un estado general de sospecha y por consecuencia, actuando con desconfianza, de quien se convierte en interlocutor o intermediario político para cumplir las tareas institucionales, generando expectativas falsas y haciendo promesas que no está en capacidad de cumplir. Sigue siendo un reto para el movimiento popular, deslastrarse de estos interpretadores nominales, de los prestidigitadores políticos que colonizaron las instituciones y desde allí, intentan dirigir la acción revolucionaria del pueblo organizado que busca incidir en el proceso de toma de decisiones.
"NO SE PUEDE CONFUNDIR LA TACTICA DE LLEGAR AL PODER POR LA VIA INSTITUCIONAL DE LA DEMOCRACIA BURGUESA, CON EL PROCESO HISTORICO DE CAMBIO QUE LA REVOLUCION SE PROPONE"
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