La torpeza política de los diputados de la oposición merece sitial de honor en "Aunque usted no lo crea". Enceguecidos por la rabia y las frustraciones acumuladas desde 1998, creyeron poder utilizar los curules obtenidos en circunstancias ajenas a sus méritos para derrocar al Presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro Moros.
Mal asesorados e incompetentes han dejado de lado sus deberes parlamentarios y los compromisos con sus electores para fingir estar trabajando por una toma inmediata del poder político, existente sólo en sus mentes y en los reportes que supongo yo presentan a unos financistas que deben estar hartos de sus fracasos.
Obviando su condición de diputados de la República Bolivariana de Venezuela, apoyan, o en el mejor de los casos no condenan, las agresiones de los EEUU y del gran capital contra nuestro país. E ignoran o fingen ignorar la injerencia del narco capo colombiano en la política venezolana y las actuaciones del paramilitarismo y el narco tráfico en nuestro territorio.
Sumándose a la campaña mediática urdida en laboratorios extranjeros para apoyar la destrucción, no solo del chavismo, sino de Venezuela y de la unión latino caribeña, mienten sin ningún pudor y culpan al Presidente Maduro de las consecuencias de ataques sin cuartel.
Dirigidos por un disonante líder-empresario, personaje en la IV república, insultan y calumnian al Presidente, al tren ejecutivo, a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana que no han podido seducir y a las autoridades electorales y judiciales.
Desconocen la Constitución que simulan defender y contravienen descaradamente las decisiones de los poderes públicos que sueñan conquistar. Y ahora ilegítimamente y porque les da la gana, pretenden hacerle creer a su gente que están facultados para juzgar la responsabilidad política del Presidente Maduro, activar un antejuicio de mérito y destituirlo por abandono del cargo.
En una película de Buñuel se condenarían a estos cipayos a vivir intentando inútilmente salir del laberinto de indignidades generadas por su ambición y locura. Pero lamentablemente sus desatinos no son ficción sino una expresión más de las contradicciones y el antagonismo de clases presentes en la sociedad venezolana, inmersa aún en un capitalismo muy particular, pero capitalismo al fin.
Entonces, así como a ellos les da la gana de desestabilizar al país, a quienes llevamos a Maduro la Presidencia nos da la gana de asegurarnos que siga gobernando. Nos da la gana de apoyar a la bancada de la Patria y de exigirle al poder judicial que aplique las sanciones que correspondan a los diputados que actúan en contra de los intereses de la Nación.
El poder constituyente no puede permitir que ningún poder constituido atente contra los venezolanos ni hipoteque el presente y el futuro de Venezuela a potencias extranjeras.