No pretendemos aquí realizar un balance de este año 2016. Sólo resaltar algunos hechos recientes ocurridos en Venezuela y cuyo significado engloba en lo que se ha convertido el gobierno de Maduro-Cabello y la oposición representada en la MUD.
- La empresa brasileña Odebrecht ha reconocido ante tribunales estadounidenses haber pagado sobornos en varios países de Latinoamérica a cambio de facilidades para el desarrollo de proyectos en cada una de esas naciones. Entre esos países se incluye a Venezuela y se menciona el monto de 98 millones de dólares como la cantidad pagada por la empresa a altos funcionarios del gobierno venezolano. Algunos países como Colombia, Ecuador y República Dominicana han abierto averiguaciones propias para determinar la veracidad de esas afirmaciones de Odebrecht. Hasta hoy, el gobierno de Nicolás Maduro ha mantenido absoluto silencio al respecto, sin desmentir las acusaciones de soborno a funcionarios venezolanos entre 2006 y 2015. Este silencio del gobierno de Maduro-Cabello refleja la decadencia moral de la elite gobernante en Venezuela, la cual se ha distanciado tanto de la realidad y del sentir popular que consideran innecesario aclarar acusaciones tan graves como las mencionadas, actitud que han mantenido ante otros hechos igualmente gravísimos, como fue la detención y condena de dos sobrinos de Cilia Flores en los Estados Unidos acusados de narcotráfico, hecho ante el cual tampoco ha existido en más de un año una aclaratoria oficial y/o familiar que intente reivindicar a esos sobrinos como ciudadanos de bien e incluso como revolucionarios. Conductas absolutamente irracionales, absurdas, injustificables, imposibles de entender, y que llevan a pensar que estamos gobernados por individuos que no están en sus cabales (o son, en pocas palabras, los jefes de la mafia).
- Las medidas referidas a la salida de circulación de los billetes de cien bolívares y su posterior reingreso al cono monetario vigente, dejaron al gobierno de Maduro-Cabello en el más completo ridículo mundial. Justificaron la salida de los billetes como medida para golpear a las mafias acaparadoras de billetes en las ciudades fronterizas colombianas y dentro del propio país. Cuando la total y absoluta improvisación con la que fue tomada esa medida, debido a que no existían los billetes que lo sustituirían, obligó a reincorporar los billetes de 100 a la circulación monetaria, aparecieron entonces con la justificación contraria, diciendo que buscaban recoger los billetes acaparados. La única verdad es que los mafiosos acaparadores de los billetes venezolanos han tenido la oportunidad de depositarlos en la banca nacional, para poder recibir a cambio en el corto plazo los nuevos billetes que siguen sin llegar, de manera que las mafias no tendrán problema, sin perder nada de capital, en volver a acaparar las nuevas denominaciones de billetes. Una simple incorporación de nuevas denominaciones de billetes, que se podía realizar sin trauma alguno, terminó generando un caos nacional, con conatos insurreccionales en varias poblaciones, provocando varios muertos, heridos, detenidos, saqueos contra centenares de comercios y la profundización de los males y privaciones en los estratos más bajos de la población. Como si fueran pocos los problemas que ya tenía el pueblo para pasar sus navidades, vino el gobierno de Maduro-Cabello a poner la guinda de la torta con esta absurda medida de los billetes de 100.
- La MUD por su parte también culminó su año pésimo cuando no pudo hacer quórum en la Asamblea Nacional para designar a los dos miembros principales del Consejo Nacional Electoral, demostrando la profundidad de su debacle política al hacerse evidente que varios diputados opositores han sido comprados por el gobierno para voltear sus votos en la AN. Compra de diputados que ya había ocurrido en el anterior período legislativo cuando furibundos antichavistas como Ricardo Sánchez y William Ojeda terminaron en las filas del oficialismo y hoy en día se presentan como flamantes defensores de la revolución bolivariana. Lo que buscan es llenarse de reales, y si se los ofrece el gobierno, pues cambian su postura política y fácilmente se voltean de bando. Una MUD llena de aventureros sin principios, buenos cobardes que –afortunadamente- no se han podido fortalecer como alternativa política debido a que esperan siempre que otros hagan el trabajo, pongan los muertos, para luego venir ellos a cobrar. Una MUD cuya infiltración gubernamental puede ser aún mayor, pues se rumora la compra de lealtades mediante transferencias y contratos ocultos, que aspiramos a que se develen públicamente en algún momento. Una MUD cuya descomposición interna no se diferencia mayormente de la descomposición que vive el gobierno de Maduro-Cabello. Si algo ha ocurrido este año 2016 es que cada vez se parecen más la MUD y el gobierno de Maduro-Cabello.
- Pero el hecho más resaltante y que modifica totalmente la situación política nacional es la movilización y protesta popular en medio del caos generado por la salida de los billetes de 100, los días 16 y 17 de diciembre de 2016. No fue una protesta dirigida por la MUD ni orientada por las consignas oposicionistas. Tampoco fue una movilización puntual, restringida a una región del país ni a un sector social en particular. Fue un descontento masivo manifestado en todas las ciudades de Venezuela, que por suerte para Maduro-Cabello, no alcanzó expresiones importantes en Caracas. Una movilización que no sólo deja varios muertos (5 muertos en Ciudad Bolívar), heridos, centenares de detenidos, centenares de comercios saqueados y profundización general de las limitaciones que afectan al pueblo trabajador, sino que rompe el estado de quietud con que la población venezolana venía asumiendo la profunda crisis económica y la implícita ejecución de un paquete de medidas contra el pueblo trabajador, en las cuales destacan la inflación pulverizadora del salario y la escasez – reparto selectivo de productos de primera necesidad. Con su salida a la calle, el pueblo derrumba los argumentos bajo los cuales se sostenía el gobierno de Maduro-Cabello. Ya no pueden justificar la crisis con la pretendida guerra económica ni con la conspiración del imperialismo y la MUD. Ya no pueden presentarse como defensores de un pueblo que al mismo tiempo criminalizan por salir a protestar, y que detienen y persiguen si insiste en su justa lucha de calle. De la noche a la mañana, los argumentos con los cuales los adecos y copeyanos condenaron la insurrección popular del 27 y 28 de febrero de 1989, aparecieron en las bocas de Maduro-Cabello y demás gobernantes para estigmatizar la movilización popular del 16 y 17 de diciembre. La movilización del pueblo le volteó la tortilla a Maduro-Cabello. Ahora tienen el pueblo en la calle, pero en contra de sus medidas económicas; un pueblo que afortunadamente no sigue las directrices de la MUD, pero que aún no posee un liderazgo ni organizaciones autónomas que le permitan clarificar el rumbo de la lucha planteada.
Todas estas circunstancias que ha vivido Venezuela en las últimas semanas colocan a la nación en un tiempo de definiciones. El gobierno de Maduro-Cabello se enfrenta ante la realidad de tener que reprimir duramente las protestas populares, protestas que probablemente se van a generalizar en los primeros meses de 2017 como la única opción ante la cada vez mayor agudización de la crisis económica y especialmente de la inflación. Con ello, terminarán de desenmascararse como lo que son, un gobierno reformista socialdemócrata que termina sirviéndole al capital. La MUD, cada día más hundida en sus contradicciones internas, probablemente terminará disgregándose debido a lo difícil que es mantener tantas ambiciones juntas. Y el pueblo venezolano, que es lo único que importa en primera y última instancia, dispuesto a tomar la calle para reclamar o un cambio de rumbo absoluto en el gobierno de Maduro-Cabello (que a estas alturas es francamente imposible), o la conformación de un nuevo gobierno revolucionario que retomando lo mejor del legado de Chávez, incorpore a la vez soluciones a los múltiples problemas y omisiones que atravesaron a la revolución bolivariana.
Si las cosas siguen tal como van, al pueblo de Venezuela, en movilización simultánea en todas las ciudades, no le quedará otra que pedirle la renuncia a Maduro-Cabello y exigir la conformación de un nuevo gobierno revolucionario (renuncia luego del 10E y nuevo gobierno sobre la base de un nuevo vicepresidente propuesto por el poder popular). Creo que esa será la mejor definición de esta crisis, la única favorable para el pueblo trabajador y para todos los pueblos de Latinoamérica y el mundo.
Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 27 de diciembre de 2016.