La verdad es que ese estilo tan particular de reunir a todos los ministros, los que se quedan, los salientes y los entrantes, todos muy bien vestidos, durante una transmisión en cadena nacional de radio y televisión, posiblemente sólo ocurra en Venezuela. Es algo muy similar al acto de premiación o castigo de un fin de curso, durante el cual los estudiantes, con cara de expectativa, esperan la calificación.
El caso es que, la implacable cámara de televisión mostraba el estado de ánimo de los ministros asistentes (los que se quedan, los salientes y los entrantes), el cual, agudizadamente se reflejaba en sus rostros, cuando sus nombres eran mencionados. Algunos lucían serenos, otros intranquilos y otros molestos. Algunos mostraban cara de premiados y otros de castigados.
Entre los ministros entrantes que mostraron cara de premiados están Ramón Celestino Velázquez, Hugbel Roa, Nelson Martínez, César Salazar Coll y Antonieta Caporale Zamora. Entre los entrantes que mostraron cara de castigados figuran Elías Jaua, Aristobulo Istúriz, Erika Farías y Adán Chávez. Me imagino que la cara de castigados en estos últimos cuatro casos se debe a la pesada y poco tangible labor que tienen que realizar. La cara de Ramón Lobo sí resulta una incógnita, ya que en la misma se reflejaba la pregunta: ¿Y ahora qué hago?
Ahora bien, no deja de llamar la atención, en medio del cambio de ministros, esa progresiva y curiosa práctica de designación de gobernadores en funciones, para que ocupen cargos de ministros. En este caso puede ocurrir que los habitantes de un estado pierdan a un buen gobernador, al tiempo que los habitantes de Venezuela se ven expuestos a la mala gestión de un ministro.