Corrían los primeros meses del año 1817, la situación mundial presentaba algunas complejidades: Napoleón había sido derrotado, Fernando VII ocupaba de nuevo el trono español y, estaba dispuesto a recuperar a América, con tal motivo había enviado en 1815, a las rebeldes colonias un poderoso ejército bajo la dirección de un curtido jefe: el Mariscal de Campo Pablo Morillo.
El ejército patriota venezolano, bajo el mando supremo del Libertador Simón Bolívar, realizaba varios movimientos políticos y militares, para liberar y establecerse en la provincia de Guayana. Esta región por sus características en ese momento, era un objetivo estratégico, como futura base de operaciones de la República en armas. En su amplio territorio estaban las Misiones Jesuitas, con abundante producción de ganado y otros rubros alimenticios. El Rio Orinoco. Era una vía fundamental para abastecer a los patriotas en otros lugares de la República en ciernes, y permitiría además a través del mar Caribe y el Atlántico recibir los pertrechos bélicos adquiridos en algunos países europeos.
Sin embargo, las cosas no eran "coser y cantar", el año anterior habían sido intensas las acciones de los patriotas: Las expediciones desde Haití, el desembarco de Ocumare y la refriega calamitosa de los Aguacates, la batalla de El Juncal, Clarines y otras, pero también fueron intensos los desencuentros, disensiones, y divisiones entre los patriotas, que fueron determinantes en algunas derrotas entre ellas la catástrofe de Barcelona y su Casa Fuerte.
En esa circunstancia de la patria desplazándose en combates sin tregua, apareció el Canónigo José Cortés de Madariaga, notable patriota de origen chileno, de relevante participación el 19 de abril de 1810, quién representó al clero en la Junta Suprema Defensora de los Derechos de Fernando VII.
En el marco de la Capitulación de Miranda en 1812, Domingo Monteverde, ordenó la captura del Canónigo, en unión de Juan Germán Roscio, Francisco Isnardi y otros cinco patriotas a los cuales llamó "los ocho monstruos" remitiéndolos a España, a las prisiones de la Carraca y Ceuta.
Liberado el sacerdote y doctor en los dos derechos, se presentó en el oriente republicano, con ímpetus legislativos, e hizo una propuesta de convocar un Congreso, para darle a la República un piso juríco-institucional, rememorando la Constitución de 1811, y su estructura Federal y Representativa. En esa idea lo acompañaron un grupo de republicanos: el General Santiago Mariño, Almirante Luis Brión, Francisco Antonio Zea, Francisco Javier Mayz y otros.
El Congreso se realizó en la Villa de San Felipe de Cariaco, los días 8 y 9 de mayo. (1) En esas reuniones se creó un Triunvirato Ejecutivo, integrado por: Francisco Javier Maiz, Fernando Rodríguez del Toro (ausente, convaleciente en Trinidad) y Simón Bolívar, (ausente, combatiendo en Guayana). A Santiago Mariño se le dio la denominación de "general en jefe de los Ejércitos de la República y jefe de la fuerza armada", y a Bolívar se le instó que debía ocupar su nueva responsabilidad en Margarita, que a la sazón el Congreso había denominado Nueva Esparta, y capital provisional de la República, y a la bandera se le colocaron Siete Estrellas.
A todas estas mientras los congresistas pensaban y tomaban decisiones sin consultar con Bolívar, éste mantenía el rumbo estratégico de la toma de Guayana, que geopolíticamente era a largo plazo más segura que Margarita, para los fines de la liberación de la República. La amenaza de Morillo, quién venía de la "pacificación" de la Nueva Granada, hizo modificar el escenario en las divergencias entre los patriotas.
Pero, El Libertador, no solo participaba en el combate real en los campos de batalla, sino que con la artillería del pensamiento, tampoco le daba tregua a los escribientes y postas. A propósito de ello, transcribo estas líneas de la carta enviada, desde Guayana, el 6 de agosto de 1817, a don Martin Tovar Ponte:
"He recibido una carta tuya muy atrasada, de mayo, y con una proclama: aunque me parece muy buena, no es conveniente; te diré de ella lo que dijo Sócrates a un amigo suyo que le presentó una bella defensa para que se salvase de la persecución de sus enemigos. Le respondió, digo, está muy buena pero no me conviene, porque un par de zapatos, aunque estén bien acabados, no sirven a todos los pies. El canónigo restableció el gobierno que tu deseas y ha durado TANTO COMO CASABE EN CALDO CALIENTE. (2)
Hace dos centurias que ocurrió este suceso legislativo, y esa expresión, gastronómica del Libertador fue fulminante. Y como de Congresos, Asambleas y diputados se trata, acaba de ocurrir en estos días en la actual Asamblea Nacional Venezolana, un hecho curioso, de difícil precisión, sobre todo para nosotros, sencillos mortales, quedándonos la alternativa de la especulación, (pero eso será en otro momento).
Al Presidente de la República, Nicolás Maduro se le acusa, señala o dicen los asambleístas de la oposición que abandonó el cargo, o sea, no existe como Presidente !Bueno¡ eso me hizo recordar un viejo chiste de los historiadores: Se cuenta que una vez, un alto funcionario de la corte de Carlos V, le dijo que había un lugar en las áreas altas de América habitado por unos indios revoltosos que estaban echando mucha vaina, el emperador le contestó,-- tráiganme un mapa e indíquenme donde están esos indios, el funcionario trajo un mapa y señalaba un lugar en el plano,-- aquí, aquí, su majestad,--muy bien, búscame un borrador y, rápidamente se afincó y borró el lugar ¡ se acabó el problema¡ Hasta las testas coronadas, hacen malos chistes¡. MADURO NO ES PRESIDENTE, repiten sin inmutarse algunos opositores.
¿Pero qué es lo que realmente pasa? ¿Esto que nos ocurre lo estamos reflexionando? Estos dos eventos legislativos que menciono, en ningún momento, tienen como finalidad hacer comparaciones históricas mecanicistas; solo quiero recoger como dato, para fortalecer la memoria histórica, la gravedad de las controversias internas de aquel periodo revolucionario, donde estuvo en peligro la República que se estaba gestando; y que vislumbraba el inmenso territorio de Guayana, como base operativa para la liberación nacional.
La ejecución del héroe de San Félix, el general Manuel Piar, fue la expresión dura, lamentable, de aquellas disensiones y controversias, cuya explicación no puede obviar la carga de ese dramático tiempo. Esas situaciones tan difíciles fue posible superarlas por la existencia de un liderazgo capaz de vencer las más complejas dificultades.
LA REVOLUCIÓN ES CULTURAL
Rafael Castro
(1)También conocido como el Congresillo de Cariaco
(2) Cartas del Libertador/Tomo I, pág. 404/Banco de Venezuela/Fundación Vicente Lecuna/Caracas.1964.