El reincidente descaro colombiano

"El Orinoco y el Magdalena se abrazarán

Entre canciones de selva

Y tus niños y mis niños

Le cantarán a la paz"

(Canción La Guerra del Petróleo de Alí Primera)

Nos es nada nuevo el reclamo cristalizado por la Cancillería venezolana ante el gobierno colombiano del Presidente Santos por las recientes y destempladas declaraciones del Vicepresidente de ese país Germán Vargas Lleras.

La palabra utilizada por el alto funcionario colombiano no pudieran entenderse como un desliz sin mala intención, tal como lo dijera la canciller María Ángela Holguín (María Bonita), sino que por el origen de la palabra, utilizada en los bajos fondos colombianos y en los grupos de la mafia, ya lo dicen todo.

Desde luego que de acuerdo al contexto donde se pronuncie la palabra "Veneco" podría tener diferentes significados; pero el verdadero, el mal intencionado como en este caso, proviene de una de las más altas autoridades del país vecino y además con aspiraciones presidenciales.

Quisiéramos pensar que está palabra con rasgos de xenofobia pudiera estar inspirada en el momento que actualmente viven los países del mundo, especialmente los de origen musulmán y también algunos países centroamericanos como México, Honduras y Guatemala, etc., así como también países suramericanos afectados por las políticas migratorias y fascistas del actual presidente de los Estados Unidos, Donald Trump.

En el caso que nos ocupa y al cual hemos hecho referencia en varias oportunidades es un tema con rasgos históricos, rasgos que denotan una alta carga de odio y envidia nacidos en el propio nido de Francisco de Paula Santander y los que sellaron con hechos denigrantes, como la muerte del Gran Mariscal de Ayacucho Antonio José de Sucre y los atentados contra el Padre de la Patria, el Libertador Simón Bolívar.

Desde luego que los tiempos y las afrentas nos han llevado quizá a practicar la política del maestro de Nazaret de poner la otra mejilla, pero como dice un refrán popular, "tanto va el cántaro al agua que hasta por fin se revienta".

La posición de la Cancillería venezolana, como tantas otras que han escrito capítulos de cierre de fronteras desde la llegada del Comandante Hugo Chávez al poder, son acciones las cuales no han debido producirse pero que en el fondo han sido motivadas por la ofensiva política de los gobernantes de turno en Colombia, contra nuestro país.

Alguien dijo por allí que "no hay que escupir hacia arriba porque nos puede caer en la cara" y justamente eso es lo que ha ocurrido con las declaraciones del vicepresidente colombiano; Vargas Lleras, quien no es ningún ingenuo sino otro engendro de la oligarquía colombiana, la cual ha colocado, como siempre, sus fichas en la presidencia del vecino país, salvo con algunas raras excepciones.

Lo lamentable de la situación planteada con premeditación y alevosía por el funcionario de rancio abolengo colombiano Vargas Lleras, es como lo delata su pomposo apellido; es decir, el desprecio que brota de sus neuronas y que no mide las consecuencias de un futuro inmediato en las armónicas relaciones las cuales deben mantener dos países condenados por la historia a vivir por los siglos de los siglos, como buenos vecinos.

Al actual Vicepresidente de Colombia, a quien podríamos llamar "Colomveco", lo invitamos a rectificar y al mismo tiempo a recapacitar para que se ubique en el contexto de la armonía con su país vecino.

Nuestra República Bolivariana de Venezuela, el único delito que ha cometido en su historia ha sido el de serle fiel a Colombia, ser respetuosa y hospitalaria no sólo desde ahora con la Revolución Bolivariana, sino desde los orígenes de la Gran Colombia en 1819 en Angostura (hoy Ciudad Bolívar).

El magnánimo Padre de la Patria quien perdonó a Santander y antes de morir y bajar al sepulcro abogó por la unión, nunca abrigó la separación. Al contrario, nos enseñó abrir nuestras puertas y recibir con los brazos abiertos a millones de compatriotas colombianos, quienes han buscado refugio en muchas ocasiones empujados por las desacertadas políticas de odio promovidas por la oligarquía de Nueva Granada, que hasta el nombre se lo debe al Libertador.

Son demasiadas las señales lanzadas por la oligarquía colombiana contra Venezuela, azuzados por el imperialismo norteamericano. No obstante, en la historia las contradicciones afloran y la luz de la paz brillará en el continente Latinoamericano desde México hasta la Patagonia.

Ni con muro, ni con marines, ni con bases militares, ni con extradiciones, ni con invasiones y bombas, ni con OTAN podrán parar el espíritu de paz y de unión que se merece Colombia.

La paz de Colombia ha sido promovida por la Patria de Bolívar y en especial por nuestro Comandante Eterno Hugo Rafael Chávez Frías, aunque la oligarquía se niegue a reconocerlo.

Los oligarcas y "Colomvecos" quienes nos desprecian y utilizan términos y calificativos contra Venezuela se merecen igual trato; pero ese desprecio y ese mal trato para colocarlos en su sitio, no se lo dará el pueblo venezolano sino el propio pueblo colombiano, quien ya está cansado de la guerra y solo quiere la paz.

Ese noble pueblo de Colombia y hermano de sangre del pueblo de Venezuela, no quiere más guerra entre sus propios hermanos y mucho menos como sueña la oligarquía colombiana arrastrada por el imperio, enfrentar a Venezuela.

No caeremos en más provocaciones y una vez superado este impase seguiremos los derroteros de la unión, porque sabemos que el único destino que tienen nuestros pueblos de la Patria Grande es el de la Unión.

Por eso decimos con nuestro Cantautor Ali Primera:

"A mí me daría dolor que nos matemos, mi hermano ven amigo colombiano vamos juntos a luchar Nuestros lazos de amistad por siempre perdurarán somos hijos de la Patria que nos dejo el Libertador y a defender con amor su herencia nos llama".

¡No!, al reincidente descaro de la oligarquía colombiana…

¡Amanecerá y veremos!



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Marco Tulio Arellano

Jubilado en Pdvsa

 arellanomt@hotmail.com      @Homugria

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