La culpa no es de la yuca, tampoco de Maduro

Alarmados, como en efecto hemos estado en los últimos tres años, por los incidentes trágicos del consumo inapropiado de yucas amargas no aptas para el consumo fresco, se ha destapado una efervescencia mediática para desprestigiar al cultivo que representa la sexta posición en suministro de energía a los humanos en el mundo. Originaria de América, esta planta de raíces tuberosas ha servido de alimento por varios milenios a nuestra población ancestral. Con dos posibles centros de origen, uno hacia Centro América y otro hacia el sur Amazónico, ha evolucionado hacia dos tipos básicos identificados con mucha precisión por nuestros indígenas y campesinos. Las yucas dulces y las amargas. Las primeras con muy baja toxicidad potencial, pueden ser consumidas con solo retirar la epidermis de la raíz y someterla a una cocción de ablandamiento y retirando el agua excedentaria de la cocción, inclusive cuando forma parte de sancochos, esta última parte es irrelevante. Las yucas amargas, contienen varios compuestos en cuya estructura química están radicales que al liberarse dan por resultado cantidades importantes de acido cianhídrico. Pero la naturaleza, perfecta como es, ha colocado dentro de la propia raíz, incluida la epidermis, un conjunto de enzimas, entre otras la Linamarinasa, que aceleran el proceso de destrucción de los compuesto potencialmente tóxicos, y que además la inteligencia humana intuitiva y formalmente lograda, ha desarrollado procesos para que las yucas amargas sean inocuas.

De esta manera, hay varias acciones humanas responsables del desprestigio que se le quiere dar a la yuca, alimento que representa la sexta posición en suministro de energía para los procesos metabólicos en humanos y también en animales de interés zootécnico.

1/ El hampa que actúa destruyendo la agricultura nacional sustrae cosechas sin importarle la calidad e inocuidad de los productos. Algunos, inclusive con alevosía la llevan a los mercados y la ofrecen a precios que pudieran estar por debajo de los costos de producción, asunto que solo hace una mente criminal, puesto que los campesinos, indígenas, pequeños productores y medianos productores saben perfectamente que siembran y cuál sería su mejor destino de uso.

2/ La diversificación de la dieta producto de la escasez de farináceos predominantes apetecidos del venezolano lo hace incauto de otras alternativas alimentarias y formas de presentación. En efecto la yuca transformada en casabe en muy costosa, posiblemente más que las harinas de maíz precocidas del mercado informal (bachaqueo) de alimentos. Y en esta ventaja comparativa por precios, adquieren sin mayor conocimiento yucas amargas ofrecidas por los inescrupulosos. Dentro de estos inescrupulosos pueden existir los intermediarios depravados por la cosecha de dinero, así vayan contra la salud humana. Hay pendiente un tema de educación sobre esta situación alimentaria.

3/ La prensa, lejos de educar, actúa para desestimular la siembra y uso de la yuca, un cultivo que tiene múltiples usos alimentarios e industriales. En el gobierno del presidente Chávez, nuevamente se hizo el esfuerzo de desarrollar centrales yuqueros para la obtención de almidones que pueden ser modificados industrialmente con diferentes fines, desde espesantes hasta lubricantes para la industria petrolera, la producción de alcoholes y un sinfín de productos donde puede ser parte de sustratos de crecimiento de microorganismos valiosos para los desarrollos biotecnológicos de biomoléculas útiles para la salud y la industria en general. El primer ciclo de centrales yuqueros fue atendido por el gobierno de Carlos Andrés Pérez y fue un fracaso.

Hay factores interesados en un nuevo fracaso de la industria de la yuca en Venezuela.

4/ La alharaca de fuentes desinformadas sobre la producción de yuca pueden contribuir a desestimular su uso. Los errores de comercializar yucas amargas para el consumo fresco no pueden conllevar a castigar la producción, en su lugar deben propiciar aumentar la información al público que reposa por cierto en las instituciones de investigación científica agrícola en nuestro país (Universidades, INIA, IVIC, IDEA, etc), y más allá, de los propios productores y procesadores tradicionales de cultivares amargos. En Venezuela deben existir no menos de 100 cultivares amargos identificados por buenas cualidades y no menos de 500 cultivares de yuca dulce, en lo que ha sido la historia de los bancos de germoplasma.

5/ También puede resultar valioso el desarrollo de kits (estuches) de diagnósticos para identificar durante la movilización de cosechas, la cantidad o concentración de compuestos presentes en la yuca que van a mercados de consumo directo.

Políticamente, le quieren asignar responsabilidades al gobierno del presidente Maduro por las muertes que han ocurrido a causa del consumo de yucas amargas. La culpa no es de la yuca, tampoco de Maduro. Hay toda una intención por fabular contra la yuca, una excelente raíz tuberosa que es parte de nuestras raíces alimentarias. En el INIA, la Patrulla Ezequiel Zamora y la organización emergente Vanguardia Científica y Tecnológica van a propiciar foros sobre este tema. Hay que ayudar a desarrollar adecuadas políticas de Estado para incrementar la producción de yuca dulce y amarga; y esto debe ir asociado a temas de seguridad e inocuidad alimentaria.

Para ser congruentes con la información empírica y científica que dispone el país para evitar riesgos por toxicidad de yucas amargas, se sugiere evitar nombrar a un general para comandar el tema de la yuca amarga, en su lugar crear un grupo de tareas con conocimientos en el tema, hacer valer la importancia de un diálogo de saberes para la transformación y superación de dificultades con nuestra agricultura.

La culpa no es de la yuca



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Miguel Mora Alviárez

Profesor Titular Jubilado de la UNESR, Asesor Agrícola, ex-asesor de la UBV. Durante más de 15 años estuvo encargado de la Cátedra de Geopolítica Alimentaria, en la UNESR.

 mmora170@yahoo.com

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