Milito en el movimiento revolucionario desde enero de 1977, cuando motivado por el asesinato a manos de la DISIP del estudiante de la Universidad Simón Bolívar, Javier Divasson Guillén, me incorporé al Comité de Luchas Populares, que estaba organizado en el estudiantado de esa universidad. Antes de esa fecha, desde mi entrada al Liceo Caracas había participado en cuanta protesta estudiantil se realizó en esos años en la zona del Paraíso, San Martín, La Morán y el centro de Caracas.
Siento que sigo en el mismo sitio, luego de 40 años, en cuanto a mi pertenencia a un movimiento revolucionario que se propone luchar por un mejor futuro para el pueblo y para los intereses nacionales. He participado en varias organizaciones revolucionarias y asumido todas las formas de lucha posibles, iniciando en Bandera Roja, pasando por Desobediencia Popular-Proyecto Nuestra América, hasta el Movimiento V República, Movimiento 13 de Abril y el propio PSUV, hasta permanecer desde la última década en Marea Socialista, que originalmente era una corriente obrera dentro del partido de gobierno.
Mantengo siempre en la memoria de todos los días a mis camaradas caídos en combate. A Roberto Rincón Cabrera, Faustino Lugo, Francisco José Mayz Arias, Sor Fanny Alfonzo, José Luis Domínguez, Carlos Hernández Arzola, Carlos Zambrano Mira, Antonio Echegarreta, Ciro Mendoza Cáceres, Mauricio Tejada, Nelson Pacín, María Luisa Estévez, y otros cuyos nombres no conocí y no recuerdo sus seudónimos. Ellos caminan conmigo y me acompañan en la lucha diaria por la revolución socialista. Por lo menos así lo siento.
Igual permanencia la tienen los centenares de camaradas que sufrieron cárcel en los 70 y 80, y los que compartieron conmigo los duros años de la clandestinidad. Nos hicimos hombres luchando por la revolución socialista, y luego de cuatro décadas seguimos en el mismo puesto de combate.
Pero tengo la sensación de que hay algunos antiguos camaradas que por su respaldo al gobierno de Maduro se están ubicando muy lejos de mi puesto de lucha. Creo que está pasando lo que deben haber sufrido los militantes adecos que fundaron el MIR en el 61, que presenciaron cómo sus antiguos camaradas de lucha revolucionaria se convirtieron de la noche a la mañana en sus feroces perseguidores, torturadores y asesinos.
El gobierno de Maduro no ha llegado a esa represión fascista que desarrollaron Betancourt y Leoni, y continuaron Caldera, Pérez y demás presidentes adeco-copeyanos. Pero parece avanzar por ese camino a paso firme. Ahí están Sabino Romero y Alcedo Mora para recordarnos todos los días que este gobierno tiene conductas muy feas que lo asemejan a los adecos del 61. Tanto en el asesinato de Sabino Romero (y otros 10 activistas Yukpa de la lucha por la tierra) como en la desaparición de Alcedo Mora existe una abierta y explícita complicidad de las instituciones del estado que se dice "bolivariano". Un gobierno que no reacciona ante el asesinato de los líderes indígenas que luchan por sus tierras ancestrales y no responde ante la desaparición de luchadores sociales, no puede considerarse como de izquierda.
Me sorprendieron, de manera ingrata, las reacciones de algunas profesoras universitarias, ligadas a la lucha revolucionaria por más de cuatro décadas, que justificaron de manera descarada el que Manuel Sutherland fuera botado de la UBV por discrepar de las políticas económicas del gobierno de Maduro. Yo ingresé como estudiante a la universidad en 1976 (USB), y no recuerdo desde esa fecha que ningún gobierno de la cuarta botara a un profesor universitario por pensar distinto al gobierno. Tal vez lo hicieron en las universidades experimentales, que en la cuarta estaban totalmente controladas por adecos y copeyanos. En todo caso, Maduro y el gobierno del PSUV se ha equiparado a lo peor de la partidocracia cuarta-republicana.
No se quedaron en botar a Sutherland, también lo hicieron con otros profesores disidentes de la UBV. Y el remate fue la botada de Esteban Emilio Mosonyi, Edgardo Lander y Santiago Arconada de la Universidad Indígena. No sólo los botaron de sus cargos como autoridades, también los botaron de sus cátedras, al menor estilo pinochetista. Un gobierno que bota de las universidades a reconocidos intelectuales de izquierda, algunos de ellos incluso de reconocida trayectoria en toda Latinoamérica en la Antropología y la Sociología, como lo son Mosonyi y Lander, no puede catalogarse precisamente como de izquierda.
Otro elemento resaltante del momento actual es averiguar dónde quedó la democracia participativa y protagónica que enarboló Chávez como bandera fundamental para la reconstrucción del sistema político venezolano. Los principios democráticos consagrados en la constitución están quedando como letra muerta. La representación proporcional de las minorías (artículos 63 y 186 CRBV) resultó aplastada desde hace tiempo por el reglamento antidemocrático aprobado por la propia Asamblea Nacional. La legalización de organizaciones revolucionarias como Marea Socialista es negada de plano por todas las instancias del estado, y ahora se pretende ilegalizar a los pequeños partidos del GPP (a menos que se dobleguen dócilmente al control total del PSUV). Las elecciones de gobernadores ha sido pospuesta de manera indefinida, tampoco hay planes de realizar las elecciones de alcaldes y concejales, y en el discurso interno del PSUV se trasmite el mensaje de que "no habrán elecciones por ahora" en todo el país. Hasta las elecciones sindicales en donde se sospeche que el PSUV puede perder son suspendidas indefinidamente. Habrá que averiguar, pero es muy probable que hasta las elecciones en consejos comunales y comunas en las cuales puedan ser derrotados, deben estar siendo saboteadas, pospuestas, suspendidas, a la vez que imponen a sus candidatos por vía de hecho, abusando de la fuerza del estado. Un gobierno que no hace elecciones no califica ni como "democracia burguesa", mucho menos como democracia protagónica que fue el emblema chavista. Es un gobierno que poco a poco se convierte en un gobierno de facto, sin ningún tipo de reglas democráticas para su control ciudadano.
Hay otros escenarios en los cuales se refleja más claramente el carácter de derecha del gobierno de Maduro. Uno de ellos son las universidades. El pacto macabro PSUV-MUD cobra toda su fuerza en la entrega continuada de los espacios académicos que ha hecho el gobierno a favor de la derecha más recalcitrante. Los rectores y decanos de todas las universidades autónomas tienen casi una década sin hacer elecciones, cómodos en sus cargos y administrando el mil millonario presupuesto que generosamente les otorga Maduro todos los años. El pacto con la derecha en las universidades sólo se explica si concluimos que Maduro y compañía también son de derecha.
El otro escenario es el Arco Minero del Orinoco. Haber traído a la Gold Reserve, la misma empresa contaminante y explotadora que Chávez expulsó de Venezuela, ya es algo que puede tipificar como traición a la patria. Haber firmado el AMO con la Barrick Gold, otra empresa rechazada y descalificada en todo el mundo por su brutalidad explotadora (la acusan de genocidio en Tanzania por asesinar una comunidad que se negaba a la explotación minera) y por su tecnología contaminante con cianuro (es denunciada en Argentina y República Dominicana), además de estar dirigida por Manuel Rocha, quien fuera embajador gringo en Bolivia y alto funcionario del Departamento de Estado en la época de Bush hijo, no son precisamente credenciales de un gobierno izquierdista identificado con la preservación ambiental y el ecosocialismo.
Finalmente, los reiterados contactos con jerarcas del gobierno de Obama, incluyendo las numerosas entrevistas con Kerry y Shannon, cuyos temas discutidos y acuerdos surgidos no los conocemos los ciudadanos venezolanos, tampoco son elementos propios de un gobierno de izquierda. Sólo la muy sospechosa reunión Cabello-Shannon en Haití en 2015 ya es otro elemento que califica como traición a la patria. Un gobierno de izquierda no hace pactos secretos con el enemigo imperialista. La diplomacia revolucionaria, desde la época de Lenin-Trotsky en 1918, debe ser pública y transparente.
Entrando en el tema de la corrupción, el gobierno de Maduro se ha comportado, de manera explícita, como protector del enorme desfalco cometido contra la nación mediante la entrega de dólares preferenciales. Hasta 500 mil millones de dólares se pueden haber robado a través de ese mecanismo corrupto de Cadivi-Sitme-Cencoex, una cifra sideral que califica como el mayor robo cometido en toda la historia de la humanidad. El Consejo Moral Republicano (CMR) se dio el tupé de responderle a la solicitud de auditoría que hicieron Marea Socialista y varios ex-ministros de Chávez, diciendo que el CMR "no tiene atribuciones" para investigar ese desfalco. Lo que significa que en este país no existen instituciones democráticas, que no es posible investigar nada en materia de corrupción, y pareciera que una banda de delincuentes se hubiera apoderado del sistema político creado por Chávez.
Los anteriores argumentos sirven para establecer quiénes se han movido de la barricada y quiénes nos mantenemos en el puesto de lucha que hemos asumido desde hace décadas. ¿Qué queda de la izquierda revolucionaria en Venezuela? Salvo Marea Socialista, parece que hoy no existen otras fuerzas revolucionarias organizadas. Reconozco que hay miles de activistas que se mantienen en sus puestos de lucha revolucionaria, manteniendo incluso su militancia dentro del PSUV, en otros partidos del GPP o al margen de la actividad partidista, en el seno de las organizaciones populares de base.
Hay mucho pueblo chavista que aún tiene esperanzas con Maduro y su gobierno. Pero es evidente que cada día que pasa están reducidos a una pequeña minoría en el contexto nacional. No hacen elecciones porque las perderían ante cualquier candidato, en cualquier escenario institucional y social. No investigan la corrupción porque parece que caerían muchos altos jerarcas, acaso todos. No permiten espacios de participación democrática, salvo que doblegues tus posiciones disidentes y te sometas al "mazo" del PSUV.
Este es un gobierno de derecha, por todos los ángulos por donde se le mire. Su discurso de izquierda, el cual por cierto lo compartimos en muchos aspectos, como discurso, no tiene nada que ver con la realidad que sufre la nación y todo el pueblo venezolano. Por ello es que promovemos la conformación de una NUEVA REFERENCIA REVOLUCIONARIA, para rescatar el legado de Hugo Chávez (que hoy cumple cuatro años de fallecido) y revivir la esperanza del pueblo por una sociedad de justicia social, democrática y participativa, comprometida con un continente nuestramericano y con las luchas de todos los pueblos del mundo contra el capitalismo.
Maracaibo, Tierra del Sol Amada. 5 de marzo de 2017.