En los últimos cuatros años, nuestras mujeres han sido sometidas a vejámenes, humillaciones y desprecios en su dignidad humana. No obstante, ante los errores de unos insensatos e ignorantes, esas mismas mujeres han resistido de manera estoica y valiente los atropellos y situaciones absurdas de vida.
En efecto, hemos visto que ante la escasez de alimentos, pañales y leche, y con ello la aparición del bachaqueo como distorsión económica, el gobierno y las autoridades en vez de perseguir a las mafias corruptas que se generan desde el propio Estado y redes paralelas de la economía, ¿Qué hace? Pues, ordenar a las empresas públicas y privadas que nuestras mujeres deban presentar las copias de las partidas de nacimiento de sus hijos para poder acceder a tales productos, no sin antes realizar una kilométrica cola, que en muchos casos, o debe comprar el puesto al traficante de ese lugar, o en su defecto, dormir en la intemperie, arriesgando su propia vida para intentar alcanzar la ansiada compra.
Nuestras mujeres, también carecen de medicamentos y pastillas anticonceptivas. En el primer caso, sobre todo aquellas que sufren de enfermedades crónicas o han llegado a la llamada tercera edad con problemas de salud, simplemente no encuentran la manera de poder enfrentar con éxito el día a día, al ver minada la salud. En el segundo caso, esta situación ha venido a complicar la planificación familiar, así como ha agudizado el número de embarazo no deseados, entre ellos, los relacionados con adolescentes.
Sin duda, que la mujer ha sido la víctima más elocuente de la crisis política, económica y social que vive Venezuela, pero también ha sido la que más ejemplo ha dado ante las complejidades. La mujer es quien genera respuestas efectivas y concretas en los aspectos familiares, académicos, laborales y comunitarios. Pese a tantas adversidades, la mujer sigue ejerciendo su rol como estudiante, ama de casa, trabajadora, profesional y empresaria. Combina sus actividades productivas como hija, madre o esposa.
Venezuela merece otro destino. Pero ese destino requiere del protagonismo de la verdadera mujer, y no de quienes tras una fachada política o "institucional" se han convertido en máscaras femeninas de individuos quienes adueñados del poder del Estado, sólo actúan conforme sus mezquinos y personalistas intereses. Por eso, la actitud de la mujer sincera y emprendedora, y consciente del quehacer sociopolítico y socioeconómico en esta etapa de nuestra historia, representa el cauce del pensamiento que mezcla la teoría y la praxis del trabajo basado en principios, valores, ética y moral.
Día Internacional de la Mujer, no es un día para pronunciar discursos repetidos y con vacuidad política, es un día para ver en la mujer venezolana, el cómo ha enfrentado, enfrenta y seguirá enfrentando una gigantesca crisis, que al final, sólo ella sabe, el cómo saldrá victoriosa, y cuya victoria está plasmada en sus ideas, en su pensar y en las acciones de los derechos políticos que más temprano que tarde, también ejercerá de manera activa para un cambio fundamental en el país. La mujer venezolana rechaza este gobierno, porque es simple, ¡Tiene dignidad! A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.