¿Es posible imaginar que este gigantesco proyecto haya nacido en uno o dos días, después de la captura de dos soldados israelíes? Todo indica que un plan existía para este proyecto desde hace casi un año.
Para brazos fuertes, corazones desbordados de fe, cabezas llenas de conocimiento y mentes que aman apasionadamente el encuentro con el Todopoderoso, los pasos serán firmes en la confrontación. Deseo llamar su atención: En las confrontaciones terrestres, vista la guerra psicológica adelantada por el enemigo, tenemos que tenerla en cuenta, como Resistencia y como pueblo. Confirmo que somos transparentes y sinceros con Ustedes. No escondemos nuestros mártires. Si matan a uno de nuestros dirigentes o cuadros, lo anunciaremos con orgullo. Si tenemos mártires, de eso estaremos orgullosos. Si tenemos heridos o prisioneros no lo negaremos. Así es nuestro comportamiento.>>
Quise iniciar con las palabras de un líder de la resistencia en una situación dramática, de gran carga emocional, porque reconozco su aroma. Es la atmósfera que respiramos desde el principio mismo de la revolución bolivariana.
Si miras en todas y en cualquier dirección del mundo actual, en la medida de sus circunstancias geopolíticas, te encontrarás con el mismo panorama en gestación. Con mayor o menor carga anímica, pero camino inevitablemente de los mismos desenlaces. Porque las fuerzas planetarias en juego son las mismas.
Estas circunstancias que irrumpen en el mundo repentinamente pareciendo pasar del celuloide al escenario real, nos dejan en la incredulidad, sin aliento. No porque no hubiera suficientes síntomas que nos advirtiesen tales tendencias. Tampoco porque resulte una novedad histórica. Sino porque vivimos en una dimensión prioritariamente racional, de líneas rectas, de abstractas entidades siempre iguales a si misma, que no tienen nada que ver con la arquitectura de la inocente mirada de un niño o con la temblorosa gota de rocío en el pétalo de la flor.
Podemos mirar quinientos años atrás y nos encontraremos con el surgimiento del libre pensamiento, que tuvo como contraparte las hogueras inquisitoriales. Fue entonces justamente que creímos que podíamos simplemente darle espaldas a las emociones y sensaciones, para apoyar toda nuestra visión de nosotros mismos y el mundo sobre bases racionales.
Solo unas décadas atrás parecía totalmente despejado por la ciencia y el pensamiento socialista, el camino para el siempre anhelado nuevo mundo. Cuando irrumpe el nazismo, con sus ideologías de la raza superior que traería a ser el nuevo hombre y mundo. Hoy, paradójicamente, los mártires de aquellas circunstancias son los que masacran a Palestina y el Líbano.
Hubo una nación que fue la primera que separó en su constitución lo civil y político de las creencias religiosas, liberando el pensamiento de tales ataduras y logrando en consecuencia un enorme progreso. Es justamente la que hoy se opone a que la ONU decrete un alto a la masacre, y cuyo presidente declara que es Dios quien le comunica lo que desea que haga.
Esa liberación del pensamiento de sus limitaciones dogmáticas, fue la que dio un poderoso impulso evolutivo, de progreso. Se plasmó en un modo de vida, en una gran inversión en investigación y tecnología, en una intensa, casi eufórica creencia de que América era la tierra de los hombres libres, en que todos los sueños podían hacerse realidad.
Poder tecnológico que a su debido momento intervino decisivamente en la segunda guerra mundial. Terminando con el lanzamiento innecesario de las primeras bombas atómicas y la división de los territorios conquistados entre los vencedores. Como si fuesen un botín de guerra para piratas, una mercadería más para quien estuviera en capacidad de adquirirla.
Desde entonces datan la Doctrina Monroe y el Plan Marshal que hoy vemos nuevamente en acción. Solo que esta vez la matanza de pueblos y destrucción de ciudades enteras, “para democratizarlas y reconstruirlas acorde a un nuevo modelo”, es premeditada, planificada, e incluye apropiarse de los recursos y materias primas no renovables. Así como disponer de mano de obra barata y accesible para sus maquilas.
Lo que deseo resaltar en todo esto, es que en EEUU hubo una poderosa apuesta a las bases racionales del pensamiento y la organización humana. Nadie puede dejar de saber que la planificación social y sus proyecciones estadísticas a futuro, tienen allí su fuente y su ejercicio. A lo cual hay que sumarle el desarrollo de tecnologías de producción, transporte y comunicación. Veamos, proyectémonos un paso más allá, y quedará claro que la planificación de la expansión económica implicaba ya la conquista de mercados internacionales.
Esto tampoco es inédito históricamente, basta remitirse a Roma y Grecia cuna del pensamiento racional, donde también abrevaron en el Renacimiento, para liberarse de mil quinientos años de oscurantismo y poner finalmente las bases del pensamiento racional y de la modernidad.
Hay una característica particularmente interesante en todo esto, cuyo descubrimiento llevó a concebir que habíamos llegado al modelo económico ideal, decretando el fin de la historia. Ella fue reconocer que sin importar a que geografía, clima, religión o cultura se llevaran los adelantos tecnológicos, su uso transformaba la mentalidad del usuario.
De algún modo estos productos transmitían una energía y mentalidad particular. Ahorraban energía, esfuerzo, tracción sanguínea. Multiplicaban el potencial productivo de bienes y servicios. Posibilitaban el surgimiento de nuevos negocios y clases sociales, igual que tras la guerra de secesión en EEUU con el advenimiento del maquinismo y el industrialismo.
Fue entonces que se organizaron los Estados-naciones de bienestar social y se consideró imprescindible masificar la educación, para disponer de ejecutivos y mano de obra capacitada a la operación de la nueva tecnología. Con lo cual se especializaron nuevas funciones, clases y jerarquías sociales. Esto sucedía en todas partes sin importar sus culturas.
Fue de esta experiencia que se concluyó que habíamos encontrado un modo de unificar o trascender las diferencias religiosas y culturales entre todos los pueblos y tiempos. Objetos y tecnologías concretas para mejorar la calidad de vida, que hacían innecesarias las creencias y hábitos ancestrales heredados, confirmando la idea de que solo eran supersticiones.
Tras la caída de Rusia y una década de aplicación de tales políticas neoliberales, de tal modelo económico ideal, ahora vemos la resistencia indígena que luego de quinientos años sin voz ni voto, han logrado llevar el primer indígena a la presidencia. La intensidad de la lucha de clases y géneros desborda toda expectativa, pues ya es un 80% de la población la discriminada.
Así pues la aceleración de la dialéctica histórica genera esta intensa atmósfera, irrumpiendo en el habitual transcurrir cotidiano. Y entramos en la segunda parte a resaltar del mensaje inicial. Hace décadas y hasta centurias que todo esto que hoy estamos viviendo está planificado y en gestación. Es como dijimos la visión de la doctrina Monroe y el plan Marshal, que ya anticipaba Bolívar hace 200 años. Necesariamente pues lo hemos estado viviendo, percibiendo y sufriendo durante todo ese tiempo, a medida que el lazo se iba cerrando.
Sin embargo, es recién cuando tal accionar nos afecta ya físicamente asfixiando nuestras formas de vida, que venimos a reaccionar mirando en todas direcciones intentando reconocer que es lo que está sucediendo. Lo que está sucediendo es simple.
Organización mental, abstracta, visión futurista que se lleva a la práctica, desarrollando las herramientas conceptuales, institucionales y tecnológicas, necesarias a consumarla. Por tanto el simple ciudadano, sin la educación necesaria y atrapado aún en sus supersticiones, hábitos y creencias, no logra interpretar lo que sucede, por mucho que lo tenga ante sus narices.
Pese a que su paisaje habitual se transformó y aceleró, el sigue reaccionando como si aún viviera en su viejo mundo. Analfabetismo tecnológico, funcional. Nos dicen que vivimos en una sociedad informática, cibernética, que el conocimiento es poder. Sin embargo recién hoy comenzamos a ver que vivimos dentro de una visión del mundo, dentro de un modelo mental.
Apenas logramos caer en cuenta que parte de la nueva tecnología es en comunicaciones, y que a su través nos inculcan una imagen del mundo, un modelo de lo que es bueno-malo, democrático-terrorista, lo que hace feliz-fracasado.
Nos llevan de la nariz tras las zanahorias que desean que persigamos. Es decir nos sugestionan, nos programan, nos asocian imágenes con sentimientos de supuesta felicidad y bloquean otras asociándolas al temor al castigo. Este bombardeo continuo, incrementado por nuestro firme intento de liberarnos, lo vivimos hace siete años en Venezuela.
Esta es la tercera característica del mensaje inicial que todos hemos de reconocer. Diferenciar la manipulación de los hechos, la mentira, de la simple y sincera verdad. Pero paradójicamente para ello, hemos de aprender “a ver” eso a lo cual nuestras creencias nos hacen ciegos. Hemos de desarrollar nuevos ojos y oídos para percibir las planificaciones abstractas, las dobles intenciones. Hemos de reeducar nuestra atención para aprender a reconocer las emociones verdaderas de las falsas. Las emociones coherentes o contradictorias con los hechos. Las palabras que van acompañadas con hechos que las respaldan o resultan vacías.
Por mucho que nos apoyemos en el pensamiento racional, reconozcamos sus aportes y valores, estamos en una situación similar a la humanidad medieval. Ellos caminaban entre el pecado original y el Apocalipsis o juicio final, y sus hechos no tenían el menor poder para cambiar tal situación. Nosotros estamos atrapados en la imposición de un modelo único.
Por mucho que creamos que podemos basar la totalidad de nuestra vida sobre la razón, estamos nuevamente ante la batalla entre la luz y la oscuridad, el bien y el mal. Y es que por muy pragmáticos que sean nuestros pensamientos y acciones, de todos modos dependen de y tienen por base nuestras sensaciones y emociones.
¿O acaso no pensamos y hacemos todo para alcanzar un mayor placer, gratificación, calidad de vida, felicidad? ¿No es enamorarnos nuestra máxima aspiración? ¿Y qué nos orientará e indicará que estamos en el camino hacia esa felicidad y placer? ¿Cómo las sentiremos y disfrutaremos? ¿Abstractamente? ¿Cómo espíritus incorpóreos?
La historia podríamos reducirla fisiológicamente al subterráneo deseo de expandir al máximo el placer, reduciendo el dolor hasta extirparlo si fuese posible. ¿No hablamos pues de la ancestral y eterna lucha entre opuestos?
Desde el principio mismo de los tiempos nuestros ancestros personalizaban como dioses las poderosas fuerzas físicas que sentían, las incorpóreas presencias que creían sentir al oscurecer y caer su nivel de conciencia, al interiorizarse sus energías sicológicas.
De hecho su relación intuitiva con estas fuerzas que a veces parecían ser externas y otras internas, íntimas, configuró las dos actitudes básicas ante el mundo. La mágica y la religiosa, la activa y pasiva, que luego serían las bases de nuestras artes y ciencias.
Hoy igual que ayer, estas fuerzas anímicas, vitales, estas energías síquicas, intentan abrirse caminos crecientes de manifestación, de expresión, y presionan sobre la conciencia colectiva, humana, social. Solo que gracias a nuestra historia, estamos ya en una elevada cima, desde la cual podemos reconocer lo que entonces no podíamos.
Decimos vivir en o avanzar hacia una sociedad informática, cibernética. Afirmamos sin dudar que el conocimiento es poder. Entonces ¿cuál es la fuente de todo poder y riqueza sino la mente humana? ¿De quién es la capacidad de visualizar y planificar futuros, organizar modelos sociales, innovar, plasmar ideas en herramientas y hechos transformadores de la realidad?
Una vez que reconocemos estos hechos, respecto a los cuales no creo que hoy en día nadie tenga dudas, hemos de reconocer las supersticiones infantiles y creencias mágicas implícitas en la racionalidad. Reducir la conciencia, la mente a una masa encefálica. Considerarla resultante de la interacción material. Concebirla como un objeto pasivo dependiente de las circunstancias externas e impotente ante ellas.
Y es así como hemos organizado nuestra sociedad y mundo. El ser humano cual apéndice útil al servicio de las máquinas de producción, cual tracción sanguínea eficiente o antieconómica, cual vehículo de continuidad de las instituciones sociales. Es decir el ser humano cual objeto de la humana intención que visualiza futuros y planifica sociedades.
Pero que no reconoce o niega la intención ajena y la reduce a cosa, cuando interfiere en sus planes. Por eso los planes de crecimiento y riqueza de unos, requieren la utilización de otros cual apéndices de nuestra voluntad, y su exclusión cuando descubrimos formas más eficientes y menos molestas de sustituirlos.
Si reconocemos como no podemos dejar de hacerlo, el testimonio de la historia de que todo progreso, creatividad y riqueza tiene por fuente la mente humana, tendremos también que aceptar que hemos sido supersticiosos e ignorantes al no poner al ser humano cual centro, corazón de toda posible construcción y organización.
Todo es manifestación y creación de la maravillosa mente humana, que es la única fuente de todo conocimiento, felicidad y riqueza. Por tanto todo ha de estar a su servicio sin posible postergación. Basta invertir la organización social para que la energía síquica encuentre amplios canales de expresión, y toda esta atmósfera de violencia comience a descargarse.
Basta dejar de concebir el crecimiento y la felicidad como acumulación de cosas, que solo son objetos y productos creativos de la mente, para comprender que el desarrollo y la educación de todos es nuestro mayor tesoro y bendición. Pues solo de eso se ha tratado desde hace 2000 años.
Desde Venezuela decimos entonces que, más allá de las batallas que nos toque librar para defender la libertad de nuestros pueblos de elegir como desean vivir, la verdadera guerra será la guerra por las imágenes. Porque son esas imágenes, esas miradas, ese modelo de organización mental lo que hasta aquí nos ha traído. Y también son ellas las que definirán la dirección a futuro, el destino de las energías colectivas.
No quiero terminar sin saludar y agradecer las hermosas y sentidas palabras, que el amigo José Morales de nuestra querida Borinquen, me hizo llegar a través de “Cartas a Rebelión”. Decirle que la espada de Bolívar, una vez más no ha de detenerse mientras uno solo de nuestros pueblos no sea libre. A través tuyo, un saludo cariñoso al pueblo de Puerto Rico.
Mis fervientes deseos de pronta recuperación para ese gran ser humano que es Fidel Castro, y sobre todo, la certeza de que los pueblos estamos listos para levantar muy en alto la bandera de la libertad, igualdad y justicia. Justificaremos que ninguna lucha ni sacrificio ha sido en vano.
Ese será nuestro mayor homenaje a cada vida ofrendada en nombre del sueño que alienta en todo corazón; una humanidad plenamente realizada que viva en el disfrute de una merecida y bien ganada paz. Allí, en cada lugar donde una gota de sangre haya sido derramada sobre la tierra, brotará una flor.