Bastó que el Presidente Maduro anunciara la decisión de la lanzar la iniciativa del Proyecto del Arco Minero para que se desataran todas las críticas de la izquierda venezolana acusando al Gobierno de traidor a la causa socialista, de entreguista al poder financiero internacional, de capitular ante el poder ignominioso del capital y de las transnacionales.
A este grupo de camaradas quisiera recordarle que durante años, en realidad durante todo siglo pasado y los 16 años del actual, las transnacionales se han apropiado de los recursos mineros nacionales a través de todos los mecanismos que les ha sido posible utilizar, legales o ilegales. Para ello se han valido de todas las formas de organización social posible: desde la explotación directa de mineros particulares y de sus unidades familiares, o de complejas asociaciones de redes de mineros nacionales o extranjeras que se desplazan por zonas enteras de nuestro territorio protegidos por organizaciones militares, religiosas, paramilitares, o hamponiles, hasta grupos de influencia oficiales de civiles y militares pertenecientes a todos los gobiernos de turno, así como también valiéndose de las políticas de concesiones que de tiempo en tiempo los gobiernos nacionales han implementado. Lo cierto es que toda esa riqueza extraída incalculable; de oro, diamante, esmeralda, hierro, bauxita, coltan, torio, entre muchos otros minerales, ha sido extraída del país por intrincadas redes contrabandistas utilizando una logística, recursos, técnica e influencia que neutraliza a cualquier acción judicial, policial o militar que pudiera emprenderse contra ella. El destino final de esta riqueza minera no es más que los grandes centros industriales de procesamiento del gran capital. Los grandes laboratorios de investigación y desarrollo de la industria militar, espacial, de telecomunicaciones, automotriz, de medicina, de química, de física, y hasta de relojería, cocinas y lavadoras son los clientes finales de todos nuestros recursos mineros explotados, que los pagan a precios internacionales utilizando diferentes mecanismos financieros y de certificación internacional, para lavar la cara del origen de los mismos.(ver por internet donde se negocia el coltan y el oro extraído de Venezuela).
De allí, la primera observación a los camaradas que se rajan las vestiduras con el argumento que el Gobierno del Presidente Maduro está entregando nuestra riqueza minera a las transnacionales cuando ya de hecho han sido dueñas por más de 120 años, y son muy pocas las declaraciones, o propuestas que han surgido de los partidos de izquierda organizados con el propósito de poner fin a este desangrado.
De una manera o de otra, las transnacionales se han adueñados por años de las riquezas mineras a pesar de los esfuerzos y declaraciones de algunas individualidades y de algunos gobiernos de turno, incluyendo el actual gobierno, por evitarlo. De hecho el Plan de la Patria contempla la reformulación del sistema minero como una tarea de primera importancia para el periodo 2014-2019. Para muestra un botón. Por años hemos denunciado la necesidad de abordar la transformación del sistema tributario minero pues el aporte de este sector al presupuesto ordinario nacional ha representado menos del 0.1% del total de ingresos por recaudación no petrolera, más se recauda por timbres fiscales que por toda la explotación depredadora de las organizaciones de todo tipo que desde hace años están destruyendo irreparablemente miles de kilómetros de nuestro territorio. ( Ver los planes de presupuestos ordinarios de ingresos y gastos de los años 2010, 2011 y 2012 para constatar estas cifras )
De allí, mi segunda observación a estos mismos camaradas; pretender hacer ver que la depredación a la naturaleza, la violación de los derechos indígenas, la violación de los derechos de los niños, el incumplimientos a toda la intrincada normativa legal nacional e internacional diseñada para proteger los intereses corporativos de las transnacionales por instituciones como la ONU, la OIT, la CIDH, el PIDC, la OMC, entre otras, ocurrirán o se incrementaran a partir de la implementación de las decisiones del Gobierno de actuar sobre este sector. No, ya esto ocurre, está allí, y es una realidad que nos explota en la cara y no sabemos cómo responder de manera organizada. El movimiento de izquierda no ha comprendido, para luego asumir, el papel estratégico que tiene la riqueza del sur, no como fuente de ingreso por la venta directa de la materia prima explotada, sino como apalancamiento del proceso de desarrollo manufacturero e industrial que tiene el país que enfrentar en los próximos 25 años.
Esta realidad ha sido interesadamente invisibilizada por años en todas las formas posible, en lo académico, en lo institucional, en lo social, en lo económico y en lo financiero, por los sectores de poder, viejos y nuevos, favorecidos financieramente de esta situación de olvido y abandono a la que conceptualmente han sometido a los venezolanos y venezolanas por años; izquierda, centro y derecha se juntan en una amalgama de intereses y complicidades pragmáticas. El Sur de Venezuela no existe para nuestros estudiantes a ningún nivel, no se piensa, no se concibe. Esta actitud es la que interesa a estos sectores interesados que creando matrices de información tarifadas orientan los problemas del país al tema del valor del dólar, la escases, el alto costo de la vida, de la inflación, a los bachaqueros, marchas y contramarchas, temas citadinos, entre muchos otros, que sin dejar de ser importantes, no seden espacios para pensar el país. El país que estamos obligados a construir. Caracas no es Venezuela, ni Venezuela es solo petróleo.
Esta allí mi tercera observación, más importante que criticar es actuar, es aprovechar lo planteado por la propuesta del gobierno para construir un proyecto país que tome en cuenta este potencial de recursos para conducirnos a un proceso de desarrollo distinto tomando en cuenta nuestras propias capacidades, sin hipocresías, y sin miedo a confrontar los grandes centros de poder cualquieras que estos sean, occidentales u orientales. Esto es, porque no nos planteamos la investigación y desarrollo de una industria nuclear independiente con base al Torio y no al uranio como es la que se nos ha querido imponer cuando Venezuela ha tomado estas iniciativas, porque no se desarrollan plantas de procesamiento de nuestros minerales en lugar de seguir entregándolos con el menor grado de valor agregado, hoy es el momento de crear y construir. Hay una frontera muy delgada entre la constante crítica y la inacción, la crítica por sí sola no construye nada.
Poco importa si el gobierno volvió la cara al sur para buscar recursos nuevos, habiendo fallado el ingreso petrolero. Lo verdaderamente importante, a nuestra consideración, es aprovechar esta oportunidad para formular en consenso un proyecto de industrialización con base en estos nuevos recursos minerales capaz de dar respuesta a mediano y largo plazo a problemas de la generación de energía, a la descertificación y escases de agua a la que debemos enfrentar en los próximos años. Lo que no podemos hacer es quedarnos callados por 120 años más o defender la tesis ecologista de no explotar dichos recursos porque se hace daño a la naturaleza o se violan derechos humanos, como si esto no está sucediendo ya. Sencillamente el capital internacional no lo permitirá.
Prof. Andrés Eloy Barrios
andresbarrios@cantv.net