Para cualquier país que se digne respetar y honrar el espíritu de sus leyes las cuales consagran su Estado de Derecho, su Constitución y la vida como república soberana e independiente en el concierto de las naciones del mundo, el caso Venezuela no debe convertirse en un mal ejemplo por el triste papel que actualmente juega la oposición.
El proceso asumido en el país desde la llegada de la Revolución Bolivariana con el Comandante Hugo Chávez al frente, logró bajo un proceso constituyente cambiar su carta magna y encontrar un nuevo rumbo para hacer realidad una democracia participativa y protagónica.
Desde luego que los cambios asumidos bajo el establecimiento de un sistema socialista han generado respuestas de quienes hasta ahora, luego de varios años, habían detentado el poder en Venezuela bajo el esquema de un sistema neoliberal y capitalista.
El reto desde luego asumido por una Revolución democrática y pacífica no ha sido fácil, porque su accionar ha repercutido en el concierto de la Patria Grande donde hoy se dan procesos que enfrentan el nefasto capitalismo del pasado, por el nuevo despertar de un pueblo y el accionar del poder popular.
Todo proceso revolucionario implica cambios. Desde hace 18 años Venezuela a través de su Revolución asumió un compromiso con una mayoría excluida y la cual representaba casi un 80 por ciento de la pobreza.
Ante este proceso la oligarquía parasitaria y la oposición han reaccionado de una manera desesperada. Todo ello debido a que la clase marginada y explotada del país ha encontrado respuesta de un Gobierno revolucionario el cual ha cambiado las reglas del juego en la llamada V República.
En los últimos días se ha desatado una reacción furibunda de parte de la oposición que no ha escatimado esfuerzos para derrotar por todas las vías posibles al Gobierno revolucionario del Presidente Nicolás Maduro, al igual que lo hicieron en el año 2002 con el Comandante Hugo Chávez en su corto y fracasado golpe de Estado.
Los acontecimientos han creado escenarios en el juego democrático que ha ido desenmascarando a la oposición. Su llegada a la Asamblea Nacional, gracias a una campaña manipulada por las colas y la guerra económica la cual hoy se mantiene, ha acentuado las contradicciones y quitado la careta a los líderes de la maltrecha Mesa de la Unidad Democrática, MUD.
Su desfachatez ha llegado a límites inconfesables los cuales desbordan los linderos de un nacional, quien debe guardar respeto por su país. La conducta opositora ha roto los parámetros al asumir conductas manifiestas que rallan en la traición a la Patria.
Tal comportamiento trasgrede el orden constitucional y brinda señales nunca vistos en un venezolano a lo largo de la historia, a pesar de los más agrios enfrentamientos políticos que han encontrado siempre respuestas nacionalistas y patrióticas, como por ejemplo en el período de Cipriano Castro.
El actual cuadro se expresa en la denigrante actuación no sólo reiterada por el imperialismo norteamericano, sino por los cipayos criollos de la MUD y los títeres representados por el Secretario General de la OEA Luis Almagro y algunos presidentes latinoamericanos que le hacen el coro.
Ante la conducta apátrida de los diputados de la MUD el Presidente Nicolás Maduro reiteró que su actitud en la Asamblea Nacional es una manifiesta y descarada conducta de "traición a la Patria". Igualmente diputados del Psuv y del Gran Polo Patriótico solicitaron la intervención del TSJ para declarar la nulidad al acuerdo de la Asamblea Nacional que invocó la aplicación de la Carta Democrática.
El Presidente Maduro expresó: "Llamo a la unión cívico militar para defender la soberanía de nuestra amada Venezuela y enfrentar esta nueva agresión…Bastantes cupos hay en las cárceles para traidores a la Patria y más temprano que tarde estarán ahí pagando sus crímenes".
En realidad hemos llegado al "llegadero". Ejemplos en el mundo sobran para entender los métodos y procedimientos que emplea el imperialismo para invadir países apetecibles como Venezuela, con petróleo y materias primas a granel.
Los calificativos para los enemigos que tenemos en casa sobran. Los dados por el Presidente Obrero Nicolás Maduro son contundentes: "Cobardes y miserables. Han traicionado al pueblo. Por encima de la Constitución no hay nada y la Constitución se respeta".
¡Amanecerá y veremos!