A propósito de la convocatoria amañada hecha por delegados de la OEA, transfigurando la función de la Carta Democrática Interamericana, pierden el tiempo personajes hostiles a Venezuela y su revolución, bolivariana, socialista, antiimperialista. Tres semanas antes de la inútil reunión de la OEA este 28 de Marzo, escribí en mis apuntes personales una reflexión que hoy tiene mayor validez. No me equivoqué, pues sucedido el cónclave sinvergüenzócrata, la OEA aparece justamente cuestionada en su convocatoria, urgida por un diplomático fascista, evidenciado por su conducta cual "gorila" sin uniforme, trabajando para la esclavitud neo colonial, que pretenden imponernos los gobiernos de EE UU.
Redacté entonces que para hacerse los locos a futuro con lo prometido de manera engañosa, el capitalismo salvaje demócrata representativo de países presididos por figuras que cubren su anonimia, montando un año después de su primer fracaso, y con ayuda pro imperialista interna, una maniobra similar, para aplicarnos la Carta Democrática de la OEA. Carta marcada que no aplica a las condiciones en Venezuela, donde tenemos un Presidente legalmente electo al frente de una nación apoyada internacionalmente, por múltiples organismos de prestigio mundial, pero satanizada a través del poder mediático, guerra obsesiva en radios, periódicos y estaciones de televisión del capitalismo corporativo extranjero, con desvergonzada complicidad interna.
Abandera los ataques el Secretario General de la OEA, troglodita envejecido pese a estar a punto de cumplir solo 54 años de existencia arrastrada, plena de traición a los postulados decentes de su Uruguay natal. Entregado a la burocracia dolarizada del otrora "boss, "ministerio de colonias gringas", ese personajillo de letrina termina por hundir el escaso prestigio de la OEA, organismo a punto de cumplir 69 años, arrodillado a la Casa Blanca para acciones "diplomáticas", que ignora intervenciones gringas, invasiones, bombardeos, asesinatos, golpes de estado, etc., pero busca figurines latinos para el dominio de su "patio trasero", como nos llamó Henry Kissinger el día que afirmó, "a Latinoamérica se le lanza una bomba atómica y no pasa nada…". A ese Dios mercantilista salvaje, reverencian peligrosamente compatriotas poco enterados y por lo visto fáciles de engañar.
