La historiografía oficial y oficiosa, han sido mezquinas con los verdaderos protagonistas de la gesta libertaria que condujo al derrocamiento del dictadorzuelo Pedro Carmona Estanga, alías “el breve” y para entonces presidente de la patronal burguesa, Fedecámaras.
Carmona Estanga, es colocado por dichas historiografías como el protagonista de aquellos eventos que condujeron a la primera revolución hecha por el pueblo venezolano con una sola arma en su mano: la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela. Sí, con ese librito azul que cada vez que el Comandante Chávez intervenía en los medios públicos, nos mostraba como símbolo de la legislación más perfecta hecha por pueblo alguno sobre esta tierra. Así, en oposición a los militares golpistas quienes se vanagloriaban de haber utilizado como única arma, efectiva arma, para propiciar el derrocamiento del Gobierno Constitucional del Presidente Chávez, a los medios de comunicación privados, complotados todos en la conjura golpista.
El pueblo venezolano, en contrario, utilizó como única arma para derrotar a los conjurados y restablecer al Presidente legítimamente electo por ellos y ellas, a la Constitución Bolivariana. Se cuenta y difícil que nos crean, pero tal cual ocurrió y, un trece de abril de 2002, ya el pueblo estaba en las calles reclamándoles a los golpistas le devolvieran a Chávez vivo y sano, como en efecto ocurrió. Fue el día 11, cerca de la medianoche que el Presidente Chávez cedió al chantaje de los golpistas, quienes le exigían renunciara o en caso contrario bombardearían Miraflores; tal era, el escenario catastrófico que le planteaban a Chávez para que eligiera su entrega o la muerte de miles de venezolanos y venezolanas que tienen sus residencias en los alrededores del Palacio Presidencial en Miraflores. Así fue, que vimos por las imágenes de un canal comprometido en la aventura golpista como lo fue Globovisión, al mismísimo obispo Baltazar Porras recibiéndole y acompañándolo en su entrega a los militares complotados en Fuerte Tiuna, era la madrugada del día 12. Minutos antes, el Presidente Chávez escuchaba con atención los consejos de ese otro Comandante Revolucionario que fue Fidel, quien por teléfono le aconsejaba: “No renuncies, exige condiciones honorables y garantizadas para que no seas víctima de una felonía, porque pienso que debes preservarte. Además, tienes un deber con tus compañeros. ¡No te inmoles!” Esa sería, la última escena en que, públicamente, aparecería el Presidente Chávez. Ese mismo día, cercano el mediodía, vendría la coronación del dictadorzuelo de poca monta que fue Carmona “el breve” en el Palacio de Miraflores, sin Bolívar de trasfondo y recluido en un baño del palacio presidencial. Allá fue a parar, el retrato del Padre Libertador Simón Bolívar que siempre utilizaba el Presidente Chávez como testigo fiel de sus alocuciones.
Gustavo Cisneros y Venevisión, autores del montaje televisivo que impactó como desencadenante del golpe, se mantenía expectante transmitiendo comiquitas y demás programas importados de distracción. El pueblo, desde el mismo 11, se mantenía evaluando la situación y en las barriadas populares pequeñas movilizaciones distorsionaban el enorme ruido causado por el silencio tenebroso que anunciaba tempestades en la Caracas libertaria. La represión se acentuaba y la Policía Metropolitana de Alfredo Peña, actuaba en conjunción con la antigua PTJ en la caza de los líderes del pueblo chavista. Mónica Fernández, entonces Juez, dictaba a diestra y siniestra órdenes de allanamiento y detención a los cuerpos policiales, a quienes se les había encargado la misión de desaparecer todo vestigio de chavismo. Los medios de comunicación privados, guardaban silencio y sus programaciones se orientaban al distraccionismo de la población. Los Círculos Bolivarianos, fueron colocados como objetivo de guerra y contra ellos se desplegó la represión de la emergente dictadura.
Bravía actuación la de nuestro pueblo que, en medio de la más brutal represión supo vencer los temores a balas y peinillas e inició su movilización hacia un objetivo inicial que fue el Palacio de Miraflores, cercano el mediodía, y pasado el tiempo, se desplegó hacia los cuarteles en reclamo de la presencia de su líder fundamental, el Presidente Hugo Chávez. Como hormigas se esparcieron por toda Caracas, mientras la godarria autojuramentada creyendo tener el poder, pronto huiría temerosa ante un pueblo decidido a ser libre y soberano. Señal inequívoca, que más temprano que tarde, comenzó a revertir el estado de sumisión y confusión generalizada, en que se encontraba nuestra Fuerza Armada que, de inmediato, optó por el pueblo en unión cívico-militar para desmontar el recién instaurado gobiernillo de Pedro Carmona Estanga que, ya para entonces, recibía el beneplácito de los EEUU, los gobiernos de España, Colombia, la OEA, el FMI, entre otros organismo multilaterales.
El Presidente Hugo Chávez, reaparecería en la madrugada del 14, cojeando bajaba del helicóptero que venía desde La Orchila, donde lo tenían secuestrado los conjurados. Con un crucifijo en la mano, como símbolo de perdón, se dirigiría a los venezolanos y venezolanas en la madrugada de ese día, llamando a la concordia y la reflexión general. Palabras todas que, caerían en saco roto pues siete meses después, esa misma oposición política concentrada en medios de comunicación privados, conferencia episcopal, universidades autónomas, gremios empresariales y sindicales, reincidirían en su accionar golpista: el paro-sabotaje petrolero. De nuevo, el pueblo de las dificultades fue puesto a prueba y una nueva Revolución, inició su curso ascendente.
Quinces año después, 2017, el imperialismo repite el libreto de 2002. Nuevamente, insisten los EEUU en derrocar violentamente al Presidente Constitucional de la República Bolivariana de Venezuela, el camarada Nicolás Maduro. El papel de los medios ahora lo hacen a través de las llamadas redes sociales y la “Big Data”. La Coordinadora Democrática, ha sido sustituida por la Mesa de la Unidad Democrática, hoy fracturada y dividida por las ambiciones presidencialista de sus integrantes, quedando la tarea de dirigir la violencia en la calles a los partidos: Primero Justicia, Voluntad Popular y Acción Democrática quienes coaligados con mercenarios contratados entre las filas de bandas hamponiles actuantes en algunas ciudades del país, han desplegado acciones de sabotajes, quemas y asesinatos de compatriotas, como la ocurrida en Lara con el niño Brayan Principal, asesinado en un urbanismo de la Gran Misión Vivienda Venezuela, asediado por esas bandas terroristas. Si en 2002, la amenaza fue que si Chávez no renunciaba bombardearían Miraflores, hoy el chantaje golpista consiste en la exigencia al Presidente Maduro que si no renuncia, la violencia continuará y arreciará en todas las calles del país.
La OEA, que apenas tuvo un papel secundario en las acciones golpistas de 2002, hoy ha pasado a cumplir un rol estelar de cobertura exterior de las acciones golpistas, colocando la amenaza latente sobre el país que si no cumple con sus mandatos, aplicará la demoníaca Carta Democrática Interamericana. Iniciando con ello, el plan de bloqueo financiero-comercial del país. Tal cual hicieron con la hermana República de Cuba. Ante la debilidad explicita de sus fuerzas actuantes en nuestra patria, el imperialismo de EEUU desde fuera amenaza y chantajea al Gobierno Revolucionario, su pueblo y Fuerza Armada Bolivariana. Tal es su debilidad, que su táctica del “goteo” apenas ha podido comprometer a un juez municipal y a una ex ministra de gestión muy gris y breve. Esta no es una batalla contra la llamada oposición, sino una batalla contra el imperialismo más bárbaro en la historia de nuestra humanidad. Es una batalla Antiimperialista. La unidad de las fuerzas patrióticas es férrea y garantía de victoria, como lo recomendara nuestro Comandante Chávez en los preludios de su ida.
Hasta la fecha, solo han bastado la actuación impecable de nuestra Guardia Nacional y Policía Nacional Bolivariana, a quienes debemos un reconocimiento especial bien ganado en el terreno del combate a las bandas terroristas desplegadas por el imperialismo en nuestro territorio para causar violencia y daños a infraestructuras públicas y privadas, como los urbanismos de la Gran Misión Vivienda Venezuela.
Nuestro pueblo aún no ha sido requerido para dar batallas importantes en esta nueva arremetida imperialista contra la Democracia Bolivariana. Se ha limitado a la movilización de calle, a “mostrar los dientes” al enemigo imperialista. Esperemos, que el camarada Maduro se coloque a la altura que le ha manifestado su pueblo y su Fuerza Armada para asumir de lleno, un Plan de Reimpulso Socialista de la Nación. En eso, debería concretarse esta nueva Revolución de Abril. Retomar los caminos revolucionarios comprometidos por Chávez y que plasmó en el Plan de la Patria, en eso se concretaría esta nueva Revolución de Abril, siempre Abril…