Venezuela ha padecido por varios años el fenómeno de las guarimbas, a través de las cuales, muchos políticos en su afán desmedido por el poder han sido capaces de atentar contra la vida y la seguridad personal de sus habitantes y además, contra la propiedad privada e instituciones del Estado, sin dejar de poner en peligro la vida de niños, al ir directamente en contra de las instituciones escolares. Sin duda, este tipo de eventos se ha constituido en un factor desestabilizador de la sociedad, que ha frenado el progreso del país, y se ha traducido en atraso al deteriorar el sistema productivo con todas las consecuencias que genera en el ingreso o el bienestar en general del pueblo. Es decir, el hecho de vivir de guarimbas en guarimbas, siguiendo los lineamientos del norte, lo que ha provocado es el avance de la criminalidad, lo que ha determinado el fracaso y la paralización de los proyectos gubernamentales.
Sin embargo, respecto a este delito nadie ha reparado en su incidencia sobre la inflación que padecemos; sobre el aumento de la pobreza y en el desastre de la economía, del cual forma parte la guerra económica, que ha generado una crisis profunda que ha posibilitado que los hechos punibles se implantaran en nuestra sociedad, por efecto de políticos inescrupulosos que dirigen, directa o indirectamente, acciones criminales con las cuales están aterrorizando a la sociedad en cuestión.
Esta realidad, nadie puede negarla, sin embargo, no ha tenido la respuesta que una mayoría del pueblo espera del Estado en relación a la búsqueda de la justicia; la retórica ha imperado, y la interpretación de las leyes de manera sesgada trata de acomodarse, hoy, hacia el lado de quienes infringen las normas.
De hecho, todo el mundo en Venezuela está esperando que la fiscalía actúe. Hay un reclamo general, subliminal que se expresa a través de las opiniones del pueblo en televisión. Están sucediendo tantos hechos criminales en las guarimbas, que existe temor de que ese fenómeno se extienda hasta las ciudades más pequeñas del país. Los culpables, los cabecillas están a la vista de todos; todo el mundo lo sabe, los videos que se muestran a través de las redes y de la televisión son evidencias útiles para quien debe tomar decisiones. Pero, al no tomarlas, el venezolano con su humor característico, pudiera pensar que tenemos como fiscal a Shakira, por aquello de "ciega, sorda y muda"
Creo que dentro de nuestros derechos, está el de tener una fiscalía eficiente y eficaz que no de tregua a quienes aterrorizan a los venezolanos cada cierto tiempo con las benditas guarimbas que lo que han dejado es muertos e impunidad. Asimismo, tenemos derecho a vivir en paz y con seguridad, pero para eso es indispensable la actuación de una fiscalía comprometida, igualmente con la paz de nuestro país.