Más que cansados hastiados, más que fastidiados obstinados, viviendo una estrategia de oposición inhumana, sufren quienes residen en comunidades presas por el vandalismo terrorista. Conglomerados que a pesar de ser de mayoría opositora con Alcaldes contrarrevolucionarios, poco a poco aunque con miedo que les sobrecoge y los obliga a auto silenciarse, le dan la espalda a los violentos y sus métodos amenazantes.
Habitantes de sectores que día a día amanecen secuestrados, encerrados en sus residencias e insultados y amenazados, si no están de acuerdo con las barricadas que impiden el tránsito, o privados del derecho a una vida normal, repudian a encapuchados cobra peaje, ladrones de celulares, "martilleros" que luciendo armas de fuego y con la cara cubierta, le exigen a los automovilistas que les enseñen carteras y monederos, coaccionándolos a darles dinero para "sacar al gobierno".
Residentes del este en Caracas, y en urbanizaciones de menos de 10 ciudades del país, encuentran sus calles destrozadas, llenas de escombros y excrementos. No salen del asombro luego de haber participado en la creación de este monstruo, en que han devenido "manifestantes pacíficos", liderados por ineptos politiqueruchos de oficio, con falsas promesas, asegurándoles que acabarían las colas primero, para luego expulsar al rrrrégimen socialista.
El Gobierno evita que aumente la violencia terrorista, y neutraliza focos de rebelión apátrida, que marchan en reversa en cuanto a la asistencia de sus partidarios. No aplican luchas democráticas normales, puesto que acuden al saqueo e incendios bajo el mando o el silencio, de figuras deleznables que piden intervención extranjera, apoyados en la secuela de muertos y heridos de todas las edades, víctimas del comportamiento anticonstitucional y fascista de la oposición, para que en el exterior se hable de la "Dictadura de Maduro".