SOY CHAVISTA pero NO APRUEBO LA GESTIÓN DE MADURO es una expresión que se oye con bastante frecuencia. Se trata de un hecho real, ocurre, no se trata de meditaciones intelectuales acerca de doctrinas o movimientos políticos de imprecisa definición. Así suele expresarse una parte numerosa de nuestro Pueblo al referirse a cómo ve ciertos asuntos.
SOY CHAVISTA pero NO APRUEBO LA GESTIÓN DE MADURO es una fórmula directa para abreviar SOY CHAVISTA PERO NO MADURISTA, frase sobre la que han caído especulaciones diversas ya que identifica a un conjunto de personas que hoy conocemos como chavismo crítico y que piensan que la obra de gobierno del Presidente Maduro no ha sido buena para el país. En una de tales especulaciones se afirma que la expresión SOY CHAVISTA PERO NO MADURISTA no tiene sentido porque el madurismo no existe ni como doctrina ni como movimiento político. De este modo se niega la existencia del chavismo crítico y a todas las venezolanas y venezolanos que razonan, disienten y emiten propuestas para corregir errores que nos afectan a todos.
Es una conducta nada democrática negar el chavismo crítico, aparte de desvarío incomprensible ya que se quiera o no esta corriente de pensamiento está presente en la realidad política del país y dentro del propio chavismo. Incluso dentro del PSUV. Tal conducta se ha practicado demasiado tiempo en este partido y ha aplastado la democracia participativa y protagónica dentro de él. Esto tuvo como una de sus consecuencias que las cúpulas del Gobierno-PSUV desoyeron las voces internas que alertaban acerca de un desastroso resultado en las parlamentarias del 2015 si no se tomaban las rectificaciones necesarias. Consumado el desastre, las cúpulas sugirieron que la culpa era del propio Pueblo; también le echaron responsabilidad al chavismo crítico. Otra consecuencia ha sido que la militancia no pueda reunirse libremente a discutir la obra del gobierno o el qué hacer del propio partido como conductor de la lucha política. En el PSUV-Gobierno solo discuten las cúpulas, y solo ellas tienen la iniciativa de convocar a la militancia y, en caso contrario, ocurren las sanciones y los aislamientos.
Y como el chavismo crítico propone debatir la obra de gobierno, entonces las cúpulas han optado por decretar que el chavismo crítico no existe o que solo se trata de infiltrados y traidores que le hacen el juego a la oposición. Todos los planteamientos y propuestas que este conjunto de venezolanos le ha hecho al Gobierno-PSUV han sido olímpicamente ignorados o descalificados porque se trata de traidores. Es una fea manera de eludir el debate público acerca de importantes asuntos de la vida nacional como los extraños manejos con las divisas, el problema alimentario y de medicinas, y las consecuencias que tendrá en la vida del país la actividad extractivista en el AMO, por ejemplo.
A pesar de que en el Gobierno-PSUV se diga que el chavismo crítico no existe y que por eso no se puede debatir con ellos, o que solo se trata de traidores y desertores que le hacen el juego a la MUD y que también por eso no se puede debatir con ellos, esta corriente, esta manera de entender la política que comenzó dentro del chavismo, se ha extendido más allá del mismo sembrándose en el alma nacional. Para parar esa marea que crece el Gobierno-PSUV tiene a su CNE donde se estrella la voluntad de fundar formalmente el chavismo crítico como una alternativa política distinta al PSUV y la MUD.