Uno de los más exclusivos vestigios burgueses, es la reminiscencia de los espacios verdes para el disfrute y la competencia de unos pocos, es la más evidente vitrina de la existencia de clases en cualquier sociedad, es la complacencia de la saciedad hecha ventana para que los demás comprobemos que existe una clase social especial que tiene derechos que otros no tienen y no pueden tener, no es solo el espacio casi ocioso de los terrenos enclavados en el corazón de las ciudades más importantes, su utilización se caracteriza por el ofrecimiento a gente que poco o nada pisan tierra venezolana, si midieramos la cuenta en horas hombre concluiríamos seguramente que de las horas disponibles para el juego solo el 10% o menos es utilizado para sus fines, es decir, que dichos campos son recursos para matar el “tiempo libre”. Los campos de este tipo en Venezuela no reúnen condiciones para el desarrollo de campeonatos a nivel internacional, lo que los hace inoperativos, es una especie de autoconcesión que se da cierta burguesía cada vez, más restringida, por supuesto no tienen ningún fin social ni siquiera a los clubes de socios circundantes, desconozco si estos terrenos están definidos catastralmente con ese uso definido, y si existe tradición en la titularidad de los mismos, en el caso del Country Club en Caracas, la supuesta compra-venta la hizo un señor después de fallecido, es decir revivió para ceder sus derechos.
Dados los señalamientos anteriores se justifica desde el punto de vista del uso, cualquier medida de expropiación y pago a sus reales, justificados y verdaderos dueños si la tradición así lo indica, es el respeto a la propiedad privada contemplado en la Constitución del 99. El porqué, plenamente justificado pasa a ser de justicia y de justicia social, dados los parámetros de una sociedad que busca el equilibrio entre sus ciudadanos, eliminando de esta forma la odiosa situación existente en sociedades desiguales, ya lo decíamos al principio, a no ser que permanezcan allí donde están solo para demostrar que existe una clase “superior” con derechos ganados en el más claro y aterrador sentido de pertenencia y presencia, es que se justifica cualquier medida de expropiación, es decir el porqué no es el problema.
Debemos conocer que la entrada de los vientos en la ciudad de Caracas, provienen del Este, por lo que hoy conocemos como las Terrazas del Avila, canal regular que nutre a Caracas de su agradable y variable clima sin llegar a extremos sofocantes, dichas edificaciones es cierto, han alterado en algo el clima mucho mejor al que disfrutamos actualmente, vivimos en una ciudad con bastante vegetación, nuestras calles y avenidas lucen Apamates, Jabillos, Picus, Chaguaramos, Ceibos entre muchas otras especies, mal que bien se ha respetado los espacios para la naturaleza capitalina, amén de los llamados pulmones vegetales, en parques y extensiones maravillosas. Esto nos refiere entonces al Para Qué, ocupar esos espacios donde hoy duermen extensas hectáreas de poco uso humano que ofrecen su participación en la tenencia de un aire mas limpio. A ello, habría que agregarle la multiplicación de la fauna especialmente de aves inclusive de las denominadas exóticas como guacamayas, garzas y hasta las bulliciosas guacharacas.
Si la ocupación proveniente de la expropiación bien justificada se convierte en el adalid para restaurar de alguna forma los espacios verdes para la ciudad, bienvenida la medida, en este sentido y de acuerdo a los planes y proyectos del Ministerio de Planificación y Desarrollo uno de los principales aspectos de la redistribución poblacional viene dada por la política de desconcentración de la zona norte costera donde aproximadamente está ubicada el 80% de la vida activa, el comercio y las grandes decisiones en materia geopolítica.
Sin embargo, consideramos que las autoridades de la Alcaldía Mayor o Gobierno Metrolitano deben actuar con el mayor tino y luego de los estudios pertinentes y bajo la consulta extrema a los ciudadanos sobre el destino de dichos espacios, cualquier decisión debe surgir de estas consideraciones en aras de ofrecerle a la Gran Caracas, alternativas de uso para disfrute de todos los ciudadanos, no seguir contribuyendo al caos vehicular y peatonal hoy observado por doquier en cualquier punto de la ciudad. Al respecto proponemos que dichos espacios sean convertidos con pocas modificaciones o a las que hubiere lugar, para el turismo interno y externo fundamentalmente de niños y jóvenes en temporadas de vacaciones, para la presentación de conciertos nacionales e internacionales, creemos que sería una buena oportunidad para el desarrollo turístico, para eventos de artesanía, lugar para pintores y dibujantes, para grandes eventos filarmónicos, para zoológicos de contacto que tanta falta le hacen a nuestros niños en su acercamiento a lo natural en la selva de cemento.
Solo de esta forma y solo así, se justificaría a nuestro entender el cambio de uso de estos espacios perdidos actualmente por el egoísmo y el individualismo producto de la malformación capitalista y sus políticas que agreden a diario a la naturaleza viva y que poco ofrecen para la mayoría de los habitantes, de esta forma estamos seguros se apuntarían el eterno agradecimiento de una población que pide a gritos, queremos respirar un mejor aire y tener una ciudad más humana y dedicada al ser humano en toda su extensión y bajo todas las manifestaciones del arte y la vida