Un amigo dirigente sindical nos contaba como había perdido su gran amistad con Nicolás Maduro, eran los días cuando se desempeñaba como constituyentista. Estaba mi amigo en su oficina en Caracas, cuando sorpresivamente se presentó Maduro en persona, le mando a dar café lo escuchó un momento para decirle que ya regresaba, salió a encontrarse con una amiga, la cual tenía meses tratando de invitarla a comer, hasta que le llegó el día. Mientras, Maduro esperaba en la oficina y afuera hacia lo mismo Cilia Flores, en el vehículo. Frente a este cuadro el dirigente sindical tenía que escoger, se fue por las faldas. Paso seguido llamó por el celular a Maduro, mintiéndole al decir que le informaron inesperadamente de una reunión, agradeciéndole lo disculpara. Cuando mi amigo sale de la panadería acompañado de la bella dama, pasa el propio Maduro diciéndole, muy buena la reunión líder. Después más nunca lo llamó, mas nunca se reunió con él. No le perdonó el tiempo perdido. Qué se iba a imaginar que aquel hombre a quien embarcó llegaría a ser presidente. Si Chávez estuvo centrado en Miraflores, Maduro se centró en servirle a Hugo Chávez y prepararse cada día más, cuentan compañeros del parlamento, su humildad al pedir asesorías, preguntaba sin complejos. Ganarse la confianza de un líder de la capacidad de Chávez no tenía nada de fácil, hay que ser mucho más que inteligente. Subir la cuesta por sobre tantos militares compañeros de promoción significa poseer un coeficiente intelectual bastante alto. Superar personajes del nivel de José Vicente Rangel, sin duda alguna tiene algo más que magia para hacer diferenciar al pleno asesor del sucesor. Desarmar a la oposición al plantear La Asamblea Nacional Constituyente para hacerles perder el control en medio de una desesperación infinita que los lleva al extremismo de no valorar la vida humana. Complace a los opositores por partida doble, La Constituyente y las elecciones regionales, convirtiéndose estos comicios en el detonante de una guerra intestina entre los aspirantes a las gobernaciones en la repartición de las llamadas parcelas de los jerarcas políticos de La Mesa de La Unidad Democrática. En el momento que el mundo capitalista y oligarca apostaban por la aplicación de la Carta Democrática, enfila las baterías en defensa de la libertad y soberanía de Venezuela y les liquida la fiesta, en una victoria histórica en contra de Estados Unidos. Cuando en medio de perdigones, piedras, bombas lacrimógenas y molotov, nadie daba nada por el dialogo, Maduro insistía en el dialogo como una medida de entendimiento entre las partes en conflicto. Hoy la cercanía a esta solución tiene visos de realidad. Y sobre la deuda económica dio clases pagando los intereses puntualmente a los entes financieros internacionales. A pesar de todo esto hay quienes dudan de la inteligencia de Nicolás Maduro. Esos son los verdaderos brutos, los que piensan que la política no está llena de altibajos.