La misantropía es el discurso que enerva en el contexto político del madurismo. Por ejemplo, ver y escuchar en una cadena nacional, un evento de presentación de "constituyentes para la paz", el cómo Diosdado Cabello, palabras más, palabras menos, decir que cualquiera tiene el derecho de seleccionar el "sitio" en el cual decida morir, cuando en el contexto de la incertidumbre, salvo que estemos en presencia de un suicida o una eventual muerte pronosticada por una enfermedad incurable, nadie sabe, dónde, cuándo y cómo puede morir.
En tal sentido, sí tomamos como ciertas las palabras del diputado Diosdado Cabello, podemos intuir que sus afirmaciones tienen dos hipótesis. La primera dirigida a quienes asisten a marchas antimaduristas como forma de protestar y manifestar sobre las políticas emanadas del gobierno, en las cuales, por lo general, fallecen ciudadanos, una de ellas como producto de disparos provenientes de efectivos militares y policiales, así como otra causas. La segunda basada en la posibilidad de que existan mentes perversas, que planifican asesinatos en contra de venezolanos que se encuentran no sólo en protestas, sino en sus sitios de trabajo, en otros espacios públicos, o incluso hasta en sus hogares. Es por ello, que sería interesante conocer de parte del propio Diosdado Cabello, cuáles son las bases de su teoría para asegurar que las personas deciden "donde van a morir".
En todo caso, lo que sí existe en las palabras de Cabello es un metamensaje de violencia. De hecho, bastaría recordar cuando hacia finales de 2016, grupos violentos irrumpieron en la Asamblea Nacional generando el caos y la destrucción, situación que a pesar de haber sido condenado por la mayoría de la cúpula oficialista, según Cabello habría sido el "pueblo" el que entró con tal conducta hasta la sede del parlamento, según él, para reclamar por la violación de los derechos de la gente ¡Vaya sentencia! Es más, Cabello se atrevió a defender tal barbarie, lo cual, sin duda, dejo la posibilidad de que tales hechos se pudieran repetir con mayor intensidad.
También en el discurso madurista hemos escuchado sintaxis y semánticas como éstas: "revolución armada", "sin revolución no habrá paz", "constituyente o guerra", "lo que no se pudo con los votos, lo haríamos con las armas", entre muchas otras. Es evidente que con tal discurso, resulta cínico hablar de paz, y menos aspirar a que haya diálogo. Nadie puede decir que llega a un acuerdo con otro mientras le apuntan con una pistola en la cabeza. Una conducta envuelta en esa situación sólo puede estar concretada entre el miedo, el chantaje o el amedrentamiento, pero nunca en la negociación de las partes en conflicto. Verbigracia, es como sí un psicópata le dijera a una mujer: "O te dejas violar, o te asesino" ¿Qué tipo de voluntad puede expresarse en tales condiciones?
Es por ello, que lo ocurrido este 5 de Julio, Día de la Independencia Nacional, en las áreas internas de la Asamblea Nacional, donde resultaron heridos varios diputados de esa instancia del poder legislativo, entre ellos con fuerte impacto craneoencefálico y en el tórax, el parlamentario Américo De Grazia, es la advertencia de que la vida de los venezolanos no está segura en ninguna parte, máxime si somos contrarios al madurismo ¿Y por qué decimos esto? La respuesta se genera con otras interrogantes: ¿Por qué hechos de esta magnitud nunca ocurrieron mientras el oficialismo controlaba la Asamblea Nacional? ¿Cómo es que nunca la cúpula del llamado Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV), se ve afectada por hechos similares cuando han estado dentro del recinto del parlamento venezolano o espacios similares? ¿Qué explicación tiene el oficial responsable de la guardia nacional "bolivariana", en mantener la seguridad dentro y en los alrededores de la Asamblea Nacional, y quien fue protagonista de un hecho, casualmente, también de violencia contra el presidente de esa instancia legislativa?
Lo ocurrido en la Asamblea Nacional es lo que ha ocurrido en las calles y avenidas del país con saldo muy lamentable de muertos y heridos. Es la misma barbarie que se ha desatado en Sucre, Bolívar, Lara, Miranda, Carabobo, Aragua, Táchira, Barinas, Zulia, y hasta en Caracas, sobre todo, la destrucción con máxima saña y violencia que desadaptados (militares y grupos paraestatales) desenfundaron en el conjunto residencial "Los verdes".
La violencia con la cual "colectivos" armados, actuaron con total impunidad sobre la Asamblea Nacional, cuyos hechos pudieron haber terminado con un saldo más trágico, son la prueba más evidente que los militares son eficientes y eficaces para reprimir a quienes se oponen al gobierno, pero esos mismos militares son ineptos e incapaces para defender a la ciudadanía, máxime si ésta tiene una clara posición contra el madurismo, y sin importar que esas personas se encuentren hasta en sus sitios de trabajo, como es el caso de los diputados cuando están dentro del Palacio Federal Legislativo, lo cual hace más condenable la acción perpetrada por los vándalos y delincuentes, porque se presume que tales antisociales, ejecutan sus actos criminales con la anuencia de quienes deberían velar por la seguridad del recinto parlamentario.
Esta vez la sangre no llegó al río, sino a la Asamblea Nacional. Queda latente que esa misma sangre no se convierta en un río de amplio caudal, sobre una mal herida República, que al parecer está condenada de muerte, sólo que por ahora, aunque este agonizando, aún no sabemos el día ni la hora de su muerte, aunque pudiéramos pronosticarla. A propósito de ser ciego. Quien tenga ojos que vea.