Alienación y férreos atavismos

"En un contexto de represión política, Marx es notificado, por medio de un decreto firmado por el Ministro del Interior François Guizot, de abandonar Francia y dirigirse a Bruselas. La Bélgica de Leopoldo I, era un lugar medianamente tolerante, siempre y cuando sus nuevos residentes no se metieran con la política del país. Pasados algunos meses de su arribo a Bruselas, en septiembre de 1845, nace su segunda hija: Laura. Sabemos que durante su embarazo, Jenny Marx obtuvo, por recomendaciones de su madre, la ayuda de una joven alemana de nombre Helene Demuth (Lenchen) y quien estará al lado de la familia Marx hasta el ultimo día de su vida. Wheen (p. 171), incluso, advierte un pasaje muy interesante de la vida de "Lenchen" cuando en junio de 1851 nace su hijo. La paternidad del vástago por mucho tiempo será discutida pues aunque algunos biógrafos aseguran que era de Marx, otros piensan que era de Engels. Si bien Wheen infiere que la paternidad pertenece a Marx, la única prueba con la que cuenta es un documento –publicado en 1962 por Werner Blumenberg– de Louis Frey Berger (ex esposa de Karl Kautsky) donde asegura que en el lecho de muerte de Engels, éste le había confesado que el padre del niño de Lenchen era Marx. Asimismo se dice que Engels le habría hecho la misma confesión a Samuel Moore (traductor del Capital al inglés). Sin embargo, tanto Fritz Raddatz como Heinz Monz aseguran que no existen pruebas contundentes de dicha paternidad (Elleinstein, 1981: 228-229). Sea como fuere, esta anécdota muestra ciertos atavismos pequeño-burgueses incrustados no sólo en la consciencia de Marx sino también en la de la Inglaterra Victoriana ¿no es, finalmente, el ser social quien determina la conciencia de los hombres?"

09/07/2017 06:44:35 a.m.

Tomado de https://marxismocritico.com/2014/05/14/la-ultima-biografia-de-marx/

En ese epígrafe podemos observar cómo-criterio de algunos críticos-ni los propios marxiólogos y marxistas o "izquierdistas en general" pueden obviar la tara de la alienación sufrida por los explotados, independientemente del modo de producción, aunque es en el capitalismo donde esa patológica herencia social se perfecciona y sigue haciéndolo; véase su parte en cursivas expandidas que añadí a su final.

Muchas decisiones tomadas en esta fase transicional e incipiente que se lleva a cabo en la heroica Venezuela Bolivariana, preocupante es reconocerlo, llevan la impronta de la alienación arrastrada por nosotros desde los mismísimos tiempos de la colonización española, aunque muy reforzada desde la traición burguesa de José A. Páez, de quien venimos sugiriendo una revisión sobre su permanencia en el Panteón Nacional, salvo que los nuevos y ahora visibilizados héroes no lo acompañen donde se halla.

 

 



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Manuel C. Martínez


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