En todo el ámbito nacional y como fuente de trabajo para muchos venezolanos, en algunos casos venezolanas, convivimos con los vigilantes privados, cuyos uniformes son característicos para la identificación y diferencia, según las numerosas empresas que los contratan. La vigilancia privada mantiene personal que se supone debidamente preparado, a fin de acompañar la vida del país en cada jornada diurna y nocturna en cualquier ámbito, incluso entre quienes solicitan estos servicios para resguardo de residencias familiares, más allá de la presencia habitual de vigilantes en industrias, negocios y establecimientos de todo tipo.
Parte importante del conglomerado laboral, lamentablemente son mal pagados salvo excepciones-, a pesar de la innegable responsabilidad que conlleva su presencia. En oportunidades desconsideradamente menospreciados, sin tomar en cuenta que su labor implica factor de contención psicológica a la delincuencia. Los vigilantes privados se exponen a factores peligrosos, por tanto no deben ser objeto de minimización ni manipulación. Considerando que las compañías contratantes dan trabajo incluso a ciudadanos de la tercera edad, es necesario apoyarles. Producen lógica ganancia por cada empleado en la contratación empresarial, dichas compañías cierran si no obtienen suficientes beneficios.
¿Por qué este artículo de opinión con el tema vigilantes privados, si por lo general son dedicados a los análisis políticos?, la razón es que una compatriota me hizo la solicitud preguntando si en la convocatoria a mejorar la Constitución venezolana, los vigilantes privados estarán incluidos para su debida protección, en las proposiciones de la Asamblea Nacional Constituyente. Inquietud que demuestra el interés sano por gente de bien, hacia el bienestar en la calidad de vida del país, muy lejos de saboteadores de la paz, guarimberos terroristas y sinvergüenzas, que llegan hasta el homicidio, inducidos por dirigentes politiqueros, desestabilizadores violentos e irracionales.