Alquimia Política

Onto-epistemología crítica al Sistema APA

 

 

“…la investigación

científica es un proceso que no sigue un camino

trazado de antemano en todos sus detalles, o que

es una vereda única que debe de recorrerse a ciegas

y mecánicamente, con la finalidad de obtener

al final de la senda, la verdad…”

 

Eulogio Hurtado Dianderas (2006)

 

 

Por: Ramón E. Azócar A.*

 

            El problema en la actualidad en el ámbito académico acerca de los métodos y técnicas que le dan coherencia y racionalidad a las investigaciones, es un asunto que ha tenido un connotado descuido por parte de las instancias institucionales, a nivel universitario, que tienen como responsabilidad orientar en el uso adecuado de las técnicas para la presentación de textos científicos. El denominador común son Comisiones Asesoras o Comisiones Técnicas, normalmente conformadas por Jefes de Programas o de Estudios, o alguno que otro investigador de renombre que funge como invitado y cuyo juicio tiende a ser considerado parte de la norma o resolución que a bien tenga por tomar estas instancias.

            En este aspecto, se está frente a la burocracia superlativa que tiende a destacar, más que en cualquier otra organización, la académica (con su estructura matricial y su hipervaloración a las voces extranjeras en el ámbito investigativo), estableciendo cánones y preceptos metódicos que van más allá de cualquier entendimiento lógico del proceso investigativo. En las primeras décadas del siglo XX, las discusiones académicas en el ámbito metodológico se daban en buena lid, con respeto, con capacidad de “oído” y con un manejo adecuado de la fundamentación teórica. De los noventa hasta el presente, la discusión metodológica es casi nula en las universidades latinoamericanas, dado que hay una especie de aceptación automática a todo aquello que desde el espíritu anglosajón o europeo, vienen imponiendo las universidades más representativas del mundo.

            Uno de esos debates que ha quedado sigiloso e inerte es acerca de las técnicas metodológicas para citar, estructurar y darle forma adecuada a los textos científicos, en especial el que tiene que ver con las normas sugeridas por la Asociación Americana de Psicología (American Psychological Association, APA), la cual desde el año 1929, publicó el primer esbozo de las normas, teniendo hoy día, en lengua española,  una sexta edición del 2017, la cual presenta pocas variantes en relación a las anteriores, muy parecido a lo que sucede con la publicación del 2014 de las normas para la redacción y construcción de Trabajos de Grado de la Universidad Pedagógica Experimental Libertador (UPEL), que publica su cuarta versión desde el 2006, y exige a los estudiantes hacer sus trabajos orientándose por la última publicación que es de formato blanco (mercantilismo puro y descarado).

            Pero en cuanto a las Normas APA, ha prevalecido una crítica concreta: está adecuada a la disciplina de la psicología y no toma en cuenta las necesidades de conocimiento de otras disciplinas. Por otro lado, y acá se hace cita al aporte de Raúl Rojas Soriano (“Notas sobre investigación y redacción”, México, Editorial Plaza-Valdez, 2013),  el Sistema APA, es posible dentro de la cultura académica estadounidense; allí  “… resulta funcional para los directivos, administradores y dictaminadores o evaluadores de las instituciones académicas y de investigación. Desde su perspectiva, el modelo referido responde a criterios de uniformidad, economía del espacio en el texto y de lectura rápida del mismo” (p.2). Pero en el marco de la realidad de las investigaciones en Latinoamérica, estas  indicaciones de la Norma APA,  generan situaciones “…indeseables, inclusive para los mismos especialistas estadounidenses…” (Ibídem).

                El Sistema APA,  parafraseando a Rojas Soriano,  falta el respeto hacia los autores citados en los trabajos académico-científicos, al igual que hacia los lectores, lo cual es una expresión de autoritarismo, ya que no se escribe el nombre completo de éstos; en cuanto a la imprecisión, el Sistema APA, genera confusión, dudas o equivocaciones tanto al citar las fuentes en el texto como al escribirlas en la “lista de referencias”; despersonaliza el trabajo académico-científico; contribuye a la atribución inconsciente de plagios de ideas e información, al dar lugar a una imprecisión, incluso en el ámbito académico, ya que la norma no permite precisar si el año que se indica al hacer la cita se refiere a: 1) la edición que consultamos, 2) la fecha en la cual se publicó la obra, o 3) cuando ésta se escribió. Esto se agrava con la confusión entre la fecha de publicación y el año en qué se expresó una idea, que se recoge en el texto, como ejemplo las publicaciones periódicas, donde se destaca fechas completas, no admitidas en las demás publicaciones, como libros y enciclopedias; por el tiempo que lleva el proceso de edición, pocas veces coincidirán el año de publicación y la fecha en que se expresa una idea que se incluye en el libro o artículo, induciendo a atribuir, erróneamente, al autor del texto que leemos, las ideas que pertenecen a otro, lo que haría presuponer, equivocadamente, que el autor cometió un plagio cuando en realidad no es así.

            También el Sistema APA, discrimina al género femenino, al suprimir el segundo  apellido, el de la madre, tomando únicamente en cuenta el del padre. El APA. exhibe desorden al escribir las fuentes en la bibliografía, dado que  incluye el año de edición después del nombre del autor o autores, dándole más importancia a ese dato que al título de la obra.

            El Sistema APA, a todas estas, en eso suscribimos las palabras de Rojas Soriano, muestra autoritarismo hacia el lector. La norma decide cuándo se debe contar con más datos de la fuente en el cuerpo del texto; en algunas secciones se presenta la referencia bibliográfica precisa, a fin de que el lector pueda ampliar la información sobre los temas de su interés, sin embargo, solamente en tres casos la Norma APA, proporciona más información sobre la fuente, y eso porque así lo exige el tipo de ejemplos que emplea, en la mayoría utiliza su formato de citas tubular que hace difícil situar en su justo lugar y proporción la fuente estudiada.

            En este aspecto, Rojas Soriano es puntual: “…Los desaciertos mencionados deben evitarse en los trabajos académico-científicos, criterio con el cual seguramente los académicos e investigadores estadounidenses están de acuerdo también. Cabe advertir que tales errores, omisiones, descuidos, etcétera, del Sistema APA no se manifiestan  aislados, sino que uno de ellos genera o incluye a otro… (p. 25). Si se quiere profundizar estas posturas críticas de Rojas Soriano, les dejo la dirección web para que puedan descargar su libro y comenzar a ser más críticos en este sentido: http://raulrojassoriano.com/cuallitlanezi/wp-content/uploads/2013/07/formato-citas-sistema-apa-rojas-soriano-cap-VI.pdf

            Ahora bien: ¿Qué hacer? Antes que nada comenzar a construir una nueva postura técnica-metodológica que haga posible sustituir ese Sistema impuesto por la tradición académica latinoamericana; así mismo, seguir la sugerencia de Rojas Soriano, en cuanto a que cuando se cite “…una idea o información en el cuerpo de un trabajo de investigación o de carácter académico, no debe utilizarse el Sistema APA, ni cualquier otro modelo que no incluya los siguientes datos: nombre completo del autor o autores, título de la obra o artículo y página(s). Mientras que en la referencia bibliográfica  los datos que deben consignarse son, en este orden: nombre completo del autor o autores (comenzando por el apellido paterno), título de la obra o artículo, editorial, lugar de edición y año… (p.26). Debe adecuarse el uso de las técnicas de fichaje de información a las necesidades de la disciplina desde donde se aborda el conocimiento, no debe permitirse constreñir la actividad investigativa ni creativa del investigador, sobre todo en ciencias sociales, porque eso termina por limitar el alcance y aporte de la investigación en construcción. Sobre este tema es necesario comenzar un debate abierto, inteligente y deslindado de la egolatría de quienes hacen vida académica, para así coadyuvar a transformar la universidad que necesita Latinoamérica en este siglo XXI.  

 

*.-azocarramon1968@gmail.com

 



Esta nota ha sido leída aproximadamente 8639 veces.



Ramón Eduardo Azócar Añez

Doctor en Ciencias de la Educación/Politólogo/ Planificador. Docente Universitario, Conferencista y Asesor en Políticas Públicas y Planificación (Consejo Legislativo del Estado Portuguesa, Alcaldías de Guanare, Ospino y San Genaro de Boconoito).

 azocarramon1968@gmail.com

Visite el perfil de Ramón Eduardo Azócar Añez para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes: