Durante su visita a Venezuela el año pasado de Tushar Gandhi, bisnieto de Mahatma Gandhi, reflexionaba sobre la importancia de buscar siempre la paz en todos los ámbitos del quehacer humano. Manifestaba que "la paz no es solo la ausencia de guerra, únicamente es posible cuando hay igualdad, equidad y justicia para todos, y ese es el significado de paz como vida. Cuando quienes creemos en la paz fracasamos, no logramos alcanzarla, la guerra se hace inevitable". Cuando miramos el verdadero rostro de los dirigentes de la oposición (representados en la MUD), observamos que son los embajadores de la violencia, se niegan a abrir los caminos de la justicia; atraen la violencia a nuestras vidas para tener el control, porque es lo más rentable para ellos, sobre todo si su costo es financiado por el imperio y ellos colocan solamente a los hijos de los pendejos para ir a bombardear guarderías, a saquear instituciones, a atentar contra la naturaleza, a quemar y a asesinar personas bajo cualquier método fascista. Efectivamente no estamos en presencia de una guerra convencional —en el sentido literal de la palabra—, al estilo Siria, o Libia, invadidos por el imperio que junto a los extremistas tienen arrinconados a estos países; pero no podemos decir tampoco los venezolanos que estamos en paz cuando vivimos constantemente en la violencia, en el terrorismo impuesto por la oposición, a quien para ellos el prójimo (chavista, socialista, comunista, o marginal) se ha convertido, sin nosotros quererlo, en su enemigo, y bajo este estigma realizan las acciones guarimberas que ellos llaman "pacíficas" para tumbar al gobierno. Así mismo, nos han sometido a padecer por los alimentos, nos han inducido a un incremento desproporcional de la inflación casi a diario, a que nuestra economía sea controlada desde afuera por unos mercenarios inventando un dólar paralelo (DólarToday), entregando nuestro país llamando a una intervención extranjera y a los desmanes más inhumanos y contranatura.
Ahora utilizan otro método, llamando a un "paro cívico" a nivel nacional, olvidándose que el año pasado criticaron al gobierno cuando por el fenómeno del Niño éste se vio obligado a reducir la jornada laboral y a decretar días no laborables para garantizar el ahorro energético. Argumentaron que el país necesitaba trabajar y que no lo acatarían. En este caso como ellos son los convocantes, la medida es válida porque el fin justifica los medios. El anunciado "paro cívico" es en realidad el secuestro bárbaro de la MUD a todos los venezolanos, independientemente de que estemos o no de acuerdo o no con el mismo. Dejó de convertirse en "paro cívico", o más bien nunca lo fue, para transformarse en un secuestro incivilizado, terrorista, opresivo y antidemocrático por todas las formas que le caracteriza, el cual ningún gobierno puede aceptar. Fue una detención hacia los empresarios porque les obligaron a bajar su "Santamaría", ya que de lo contrario les saquearían o quemarían su negocio; forzaron a los profesionales del volante a pararse, sino le quemarían sus unidades; colocaron barricadas para que los ciudadanos no transitaran y al que lo hiciese lo amenazaron con un arma para que regresara a su casa, ante la resistencia de la persona lo consideran chavista y lo matan; en las barricadas si alguien pasa con un mercado tiene que colaborar con los "pacificadores libertadores" porque el gobierno los tiene pasando hambre; si tienes una emergencia y debes ir a tu hospital más cercano tienes que "bajarte de la mula" pues de lo contrario te dañan el carro o te quitan lo que tienes. En la mayoría de los casos los agraviados, que son casi todos los venezolanos, prefieren quedarse en silencio para resguardar sus vidas. Bajo este punto de vista, ellos consideran su mal llamado "paro cívico" como un éxito, así cómo no va a hacerlo. En EE.UU. todos estarían presos, incluyendo los diputados por considerarlos terroristas, pero aquí en Venezuela los niños malcriados cuando atacan son hordas colectivos chavistas, cuando los privan de libertad son presos políticos y cuando agreden a un guardia son libertadores. ¡Qué falta de respeto a la inteligencia del venezolano!
El secuestro bárbaro de la MUD es parte del golpe de Estado continuado, y junto a la Conferencia Episcopal son los terribles autores de este tipo de violaciones a los derechos humanos de los venezolanos. Lejos están de practicar el civismo, el arte de gobernar, la sociabilidad, la urbanidad, la cortesía, el respeto a las instituciones, de ejercer el amor por la patria, de cultivar el respeto a las personas que piensan distinto. El civismo es la expresión libre y voluntaria de los deberes sociales y políticos, cuando ésta es impuesta no se puede hablar de civismo; en consecuencia, lo que impuso este binomio no fue un acto cívico, sino una coacción a la libertad del trabajo, de transitar libremente, incluso hacia el pensamiento, porque todo aquel que piense distinto a él debe ser fusilado; por ende fue una orden asumida desde el miedo, desde el terror. Existen muchas formas de violencia, pero no debemos caer en ninguna de ellas, sin que ello signifique aceptar el fracaso. Las personas que creen en la paz y la no violencia tienen que convertirse en el faro para la sociedad, en la luz garante de ese camino, mostrando los riesgos de esa actitud y también cómo evitarlos. Tal vez no es una tarea fácil por los actores fascistas que hoy dominan el escenario. No obstante, no intentarlo es perder. Esta es la hora del pueblo soberano, de los que fueron esclavizados durante siglos, de los humillados, de los ofendidos, de los que ahora tienen hogares sin un hijo, sin su padre o madre a causa de la violencia, es la hora de las familias que lloran sus seres queridos porque éstos se fueron del país a causa de la guerra económica, de los que han resistido tanta ignominia, es la hora de defender a Venezuela de la locura de quienes la secuestran y quieren invadirla, de no quedarse en casa y salir al combate, es la hora defender la patria de Bolívar y de Chávez de los traidores, es la hora de la CONSTITUYENTE.
(*)esmeraldagarcia2309@yahoo.com
Licenciada en Administración