Para sorpresa de la oposición venezolana y del Gobierno estadounidense en las elecciones para la Asamblea Nacional Constituyente, realizadas el pasado 30 de julio, votaron 8 millones 89 mil 320. Con esta cifra se pone de manifiesto lo siguiente:
En el momento actual, el chavismo cuenta con más apoyo popular que el Parlamento de mayoría opositora, cuyos diputados fueron electos el 6D del 2015 con 7.707.422 votos y no con 14 millones como falsamente difunden; con ello se atribuyen las manifestaciones de voluntad del chavismo, 5.599.025 .
En consecuencia, la votación para la ANC es la más alta obtenida por el oficialismo a pesar de que a causa de los actos terroristas ejercidos en zonas, como el Paraíso, donde encapuchados, financiados desde el Norte, impidieron la salida y el desplazamiento de los que se disponían a votar cercenándoles su derecho a sufragar. Curiosamente, esos se hacen llamar libertadores pero actúan como dictadores.
Con el resultado de esta elección, Venezuela se vuelve a transformar en un referente en materia constitucional, en el respeto de los derechos y de la progresividad de los mismos, como también en precursora de los mecanismos de participación que promuevan la igualdad de, por ejemplo, los sectores más vulnerables: adultos mayores y discapacitados.
Lo anterior, sin duda, representa un peligro para EEUU, que países luchen por su independencia y soberanía transformándose en modelos a seguir; de ahí las sanciones a autoridades gubernamentales y el incremento diario del dólar narco, cuyo freno debe ser inmediato desde la ANC.
Finalmente, la derecha local continúa con el discurso de la negación, alegando fraude, ahora en complicidad con Smartmatic, e invisibilizando a los votantes cuando afirman que centros electorales estaban vacíos: repiten así el mismo guión de las parlamentarias del 2005 cuando se negaron a participar y llamaron a la abstención.